Por Decio Machado
Para Revista Plan V
Desde
que Winston Churchill acuñara en 1946 el término de “relación especial” para
definir la vinculación entre su país y Estados Unidos, la cual se acentuaría
durante la era de la Guerra Fría, el Reino Unido ha secundado todas y cada una
de la barbaridades estadounidenses en política internacional. La última de
ellas tuvo que ver con la participación de Tony Blair en la campaña de mentiras
orquestada por el gobierno de George W. Bush respecto a la existencia de armas
de destrucción masiva en Irak, elemento “justificador” de la segunda invasión
al Golfo Pérsico en 2003 y momento en el cual el inquilino de la Casa Blanca declararía
ante el Congreso que su país no contaba con “un amigo más verdadero que Gran
Bretaña”.
Incluso
hoy, cuando el Reino Unido sigue su hoja de ruta para abandonar la Unión
Europea, Theresa May –actual residente del 10 de Downing Street- encontró a su
mejor aliado en Donald Trump, quien ha manifestado, pese a la actual política
proteccionista, que los británicos estarán “los primeros en la fila” a la hora
de mantener acuerdos de libre comercio con Estados Unidos.
Con
base en lo anterior resulta pueril que los estrategas de la Cancillería del Ecuador,
si es que los hay, hayan considerado en algún momento que el Foreing Office
aceptaría el nombre de Julian Assange como miembro de su cuerpo diplomático en
territorio de la “pérfida Albión”.
Pero
chascarrillos aparte… ¿Cómo explicar que un Estado con la legitimidad del británico
proceda con la destrucción de correos electrónicos relacionados con el caso
Assange, información revelada por The Guardian el pasado mes de noviembre,
violando las obligaciones de defender y salvaguardar la información para un
debido proceso? ¿Cómo justificar que un gobierno con la trayectoria del
británico ignore las conclusiones emitidas por un panel de Naciones Unidas en
el que se indica que Julian Assange esta “detenido arbitrariamente”,
entendiendo que su confinamiento en la embajada ecuatoriana en Londres equivale
a una detención ilegal, y que debería permitírsele la llegada al país que le
otorgó el estatus de asilado político? ¿Cómo entender también que las autoridades
británicas mantengan esta orden de detención, ignorando que desde el pasado 19
de mayo la justicia sueca archivó el proceso en su contra? Pues bien, pese a
que tanto las autoridades británicas como las estadounidenses se nieguen a garantizar
que el activista australiano no vaya a ser extraditado a Estados Unidos para su
posterior enjuiciamiento, ha sido tanto el fiscal general Jeff Sessions como el
ex CIA John Kiriakou quienes nos han aportado las respuestas.
Si
bien Estados Unidos tiene dificultades legales para presentar cargos contra
Assange dado que las revelaciones de Wikileaks han sido publicadas por los
medios de comunicación más prestigiosos del planeta, lo que implicaría que
estos también deberían ser procesados, su fiscal general Jeff Sessions –miembro
del ala dura del Partido Republicano y tristemente conocido por sus comentarios
racistas- ha manifestado públicamente que este arresto es una prioridad de la
política estadounidense. De igual manera John Kiriakou, ex analista de la CIA y
quien fuera el primero en revelar las técnicas de tortura aplicadas por el
espionaje estadounidense en su guerra antiterrorista, indicó recientemente que
Donald Trump ha intensificado la política de “mano dura” contra lo que
consideran filtradores y denunciantes de la política exterior norteamericana.
Según Kiriakou, el gobierno británico ha recibido “grandes presiones” por parte
de Washington para que el activista, hoy confinado en Londres, sea arrestado y
extraditado a Estados Unidos.
Así
las cosas, la postura mantenida por Ecuador respecto a la protección otorgada a
la referencia más importante del movimiento por la transparencia y la democracia
global tiene un valor indiscutible, pese a que su origen devenga de la necesidad
de legitimación de un régimen que con anterioridad fue denunciado por coartar
la libertad de prensa.
Sin
embargo, si algo caracteriza al conjunto de letras escritas y verborrea vertida
durante estos últimos días por la mayoría conservadora de generadores de
opinión en los distintos medios de comunicación ecuatorianos, es el
desconocimiento y el cinismo respecto al caso Assange.
Desconocimiento
respecto a lo que es un hacker y el rol de Assange en la conformación del nuevo
periodismo en el presente siglo, así como cinismo respecto a las críticas
vertidas por su naturalización y el fácil recurso del chovinismo barato.
En
lo que respecto al primero de los casos, sería recomendable para estas
excelencias del enjuiciamiento público la lectura del libro “La ética del
hacker y el espíritu de la era de la información”, escrito por el finlandés
Pekka Himanen, y publicado hace ya la friolera de diecisiete años.
El
libro de Himanen, la biblia del hacker-activismo, es un texto exquisito e
inspirador sobre la filosofía de los valores de los hackers, término aun
confundido por estos grandes demiurgos de la ciencia infusa con el de crackers,
es decir, quienes usan sus conocimientos informáticos para fines ilícitos.
Pero
lo más grave de esto, es que son los medios de comunicación y sus periodistas
quienes han dado espacio a estas ilustres voces de la erudición vulgatis,
desconociendo que la industria de los medios se encuentra inmersa en una
profunda y rápida mutación por la búsqueda de una nueva fórmula de relevancia.
Pues
bien, si alguien le ha dado una nueva relevancia al periodismo en esta última
década ese ha sido Julian Assange y su organización Wikileaks, demostrándonos
que el periodismo puede ir mucho más allá que usar la tecnología sólo para
hacer lo mismo de siempre pero en tiempo real. En resumidas cuentas, hackeando
el periodismo.
En
enero del 2007 Wikileaks comenzó a publicar sus primeros informes respecto a
órdenes de asesinato contra oficiales somalíes, pero sería en abril del 2010
cuando publicaría un famoso video donde soldados estadounidenses disparan al
reportero de Reuters Namir Noor-Eldeen, a su ayudante y a nueve personas más,
algunas de ellas cuando iban a retirar a muertos y heridos. Dos meses más
tarde, aparecerían 92.000 documentos denominados popularmente como los “Diarios
de la Guerra de Afganistán”, donde se mostraban datos hasta entonces no
revelados sobre víctimas civiles provocadas por soldados estadounidenses y
otras tropas aliadas, así como las conexiones entre la inteligencia pakistaní y
los talibanes insurgentes. En octubre de ese mismo año, aparecerían los “Irak
War Logs”, otros 391.831 informes filtrados desde El Pentágono donde se
demuestra el uso sistemático de técnicas de tortura y el asesinato de 31
civiles de media diarios entre los años 2004 y 2009. Wikileaks cerraría ese año
difundiendo los “Cablegate”, otros 251.187 documentos más donde queda
demostrada la injerencia de Estados Unidos en asuntos internos de prácticamente
todos los países del planeta. En febrero de 2012 aparecerían los “Global
Intelligence Files leak”, donde se evidencian las espurias relaciones de la
empresa privada de espionaje Stratfor y sus clientes; en marzo del 2016
aparecerían los correos electrónicos de Hillary Clinton con sus vinculaciones a
grandes empresas –entre ellas Facebook-; para terminar desvelando, en marzo de
2017, los ilegales sistemas de intersección a usuarios de teléfonos,
computadoras y televisoras utilizados por parte del espionaje norteamericano.
En
resumen, Wikileaks ha publicado durante la última década más documentos
clasificados que toda la prensa mundial junta, lo que a muchos nos hace pensar
que el arbitrario proceso abierto en contra de Assange, por parte de la
fiscalía sueca, bien podría ser una artimaña articulada desde alguna agencia de
espionaje internacional con el fin de silenciarle.
No
puedo terminar sin hacer referencia a las críticas realizadas a la otorgación
de la nacionalidad ecuatoriana a Julian Assange. Sorprende que se ponga el
grito en el cielo exigiendo méritos al hacker australiano, pero no se hagan
respecto a las naturalizaciones que de forma habitual suceden en el futbol
ecuatoriano. Voy a poner tan solo un caso: ¿qué ex diplomático de gobiernos
conservadores del pasado consideró una ofensa la nacionalización de Damián
(Kitu) Díaz -quien posteriormente fue sancionado por insultos racistas a un
arbitro negro- bajo el pretexto de ser un ejemplo para los niños?
En
todo caso y más allá de los errores de la Cancillería ecuatoriana, resulta muy
triste ver como el periodismo y los analistas ecuatorianos no comprenden el
significado y los méritos de un site como Wikileaks. Este, a través de un
sistema modificado del software de MediaWiki y una serie de herramientas
añadidas (OpenSSL, Freene, Tor y PGP) autoriza a cualquiera a subir anónimamente
información que posteriormente es examinada, decidiéndose cuales gozan de los
parámetros de veracidad necesarios para ser publicados, lo cual conforma un
ejemplo sumamente peligroso de periodismo de investigación para Estados,
poderes fácticos y económicos.
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