martes, 5 de diciembre de 2023

Ecuador repite la dinámica en la que la izquierda habla del pasado y la derecha apunta al futuro

Gabriel Brito / Correio da Cidadania / Brasil

Ecuador, un país que albergó uno de los procesos pretendidamente más innovadores de la primera década del 2000, se está hundiendo en la inestabilidad, incluido los altos niveles de una violencia sin precedentes en el país, tras la reanudación de gobiernos neoliberales. La quiebra del gobierno de Guillermo Lasso, que disolvió la Asamblea Nacional, obligó a estas últimas elecciones en las que el empresario Daniel Noboa derrotó a la abogada Luisa González en la disputa por un breve mandato de 18 meses. En tal caso, el país se adherió al guión cada vez más común en las democracias liberales, donde sectores reaccionarios y conservadores logran captar la insatisfacción social, incluso entre las clases subordinadas. En esta entrevista, el politólogo hispanobrasileño afincado en Ecuador Decio Machado ofrece su explicación sobre el contexto de este país.

En la entrevista, Decio describe las razones que llevaron al gobierno del banquero Guillermo Lasso al desastre, proceso que implicó también un importante desgaste del tejido social provocado por una reciente adhesión del país a la agenda norteamericana de guerra contra las drogas. Aun así, dada la mediocridad de los últimos presidentes, Noboa podría lograr fortalecerse durante este corto mandato de cara a las elecciones de 2025. «Los dos últimos gobiernos, encabezados por Lenín Moreno y Guillermo Lasso, fueron tan desastrosos que Daniel Noboa necesitaría reducir en algo los niveles de violencia e inseguridad interna, y lograr cierto dinamismo económico con algo inversión extranjera y cierta creación de empleos dignos para poder aspirar a la reelección en 2025», resumió.

En cuanto a la entrada del narcotráfico al país, con fuerte impacto en el último proceso electoral, se trata de una historia cuyo fracaso Brasil conoce bien. «La violencia comienza a aumentar cuando la administración de Moreno importa la guerra contra las drogas de Estados Unidos. Hasta entonces, la droga pasaba por el territorio ecuatoriano, dejando una pequeña porción para el microtráfico interno y saliendo por puertos y aeropuertos con destino a Estados Unidos y Europa, que son los mercados donde estas redes criminales generan sus grandes ganancias. Este error táctico, debido al supeditamiento de los gobiernos de Moreno y Lasso a la política antinarcóticos de la Casa Blanca, es el origen de la situación que hoy enfrenta el país, agravada a partir de que los cárteles mexicanos comenzasen a pagar con producto ilícito a sus partners locales, desatando una crisis interna, una guerra entre bandas por el control de las rutas de tránsito, puntos de venta y mercados», explicó.

En cuanto a la izquierda hegemónica del país, vale la pena entender por qué no pudo ganar las elecciones luego de liderar el llamado proceso de la llamada Revolución Ciudadana, mediante el cual se instituyó una nueva Constitución, con reconocimiento de la diversidad de los pueblos y respeto a los derechos de la naturaleza, además de generar ciertos avances socioeconómicos. Una vez más, movimientos sociales con fuerte subjetividad antisistémica no abrazaron a la candidata apoyada por el expresidente Rafael Correa durante el proceso electoral.

«Rafael Correa criticó a su candidato presidencial en las elecciones de 2021, Andrés Arauz, candidato vicepresidencial en esta última elección, cuando intentó acercarse al movimiento indígena. En este proceso electoral de 2023 fue el líder de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) quien propuso apoyar al correísmo, siempre y cuando se comprometiera a atender las demandas políticas del movimiento indígena, pero en la práctica todo quedó en nada».

Machado complementa esto con un análisis cada vez más frecuente en estos momentos en las luchas políticas e incluso de clase que marcan los procesos políticos que vivimos en la actualidad. Mientras la izquierda defiende un pasado que ya no puede regresar, la derecha se presenta como «disruptiva». A pesar de las ilusiones institucionales del correísmo, la falta de crítica al modelo capitalista y su lógica de reproducción deriva en algo fatal para sus aspiraciones electorales. «En definitiva, asistimos a un fenómeno de proletarización del voto a la derecha y la ultraderecha, relacionado con el hecho de que el progresismo ha renunciado a un axioma fundamental: los problemas que enfrentan nuestras sociedades derivan de la estructura del sistema político-económico al que pertenecen y están sometidos. Así, la izquierda queda restringida a la defensa desesperada de derechos cada vez más disminuidos con cada nuevo ciclo económico, acomodándose ideólógicamente a los términos políticos que el capital y el mercado van imponiendo paulatinamente».

Lea la entrevista completa con Decio Machado:

¿Cómo viste la disputa en la segunda vuelta en las recientes elecciones presidenciales en Ecuador entre Daniel Noboa, representante conservador, y Luisa González, del movimiento Revolución Ciudadana, hasta hoy respaldada por Rafael Correa y los gobiernos que formaron parte del ciclo progresista en América Latina? ¿Que significa esta victoria de Daniel Noboa?

Estamos en la fase de conformación del nuevo gobierno, en cual entró en funciones a finales de este mes de noviembre, lo cual permite analizar el proceso electoral con cierta frialdad y visión restrospectiva.

Una vez analizados los informes de diferentes encuestadoras sobre la evolución de la intención de voto durante campaña electoral, todo apunta a que la disputa presidencial se resolvió en primera vuelta.

Pese a que la familia Noboa forma parte de las élites económicas más privilegiadas del país y de que su padre, Álvaro Noboa, haya sido cinco veces candidato presidencial con escaso éxito; al arranque de este proceso electoral Daniel Noboa era un personaje prácticamente desconocido para la sociedad ecuatoriana. De hecho, durante toda la primera vuelta su estrategia de campaña tuvo los rasgos clásicos de una campaña de posicionamiento de imagen con foco en las próximas elecciones del 2025.

Sin embargo, en un proceso electoral desestabilizado por el impacto de la violencia que derivó en los asesinatos de varias autoridades locales, candidatos al parlamento y uno de los candidatos presidenciales; Daniel Noboa lograría obtener 2,31 millones de votos (23,47% de los votos válidos emitidos) y entrar sorpresivamente a disputar la segunda vuelta frente otros rivales de la derecha que a priori parecían más opcionados.

En un Ecuador inmerso en una crisis de representación y ante el hastío generalizado que siente la sociedad ecuatoriana respecto a su establihsment político, Noboa consiguió representar lo nuevo frente a lo viejo con eslóganes como “Por un nuevo Ecuador” o “Somos una nueva generación”.

Así mientras, mientras el discurso de la candidata correísta Luisa González reivindicaba un “romantizado” pasado mejor, haciendo referencia a la década de gobierno de Rafael Correa, el discurso de un Daniel Noboa, de 35 años de edad, le hablaba a los jóvenes y se enfocaba en el futuro.

Llegada la segunda vuelta, bastó con el alineamiento del variado espectro político y social anticorreísta para que Daniel Noboa se impusiera a su oponente un por escaso margen de votos.

En resumen, frente al prematuro envejecimiento político del progresismo ecuatoriano, el triunfo de Daniel Noboa demuestra la capacidad de renovación política y de liderazgo en la conservadora derecha ecuatoriana.

¿Cómo evalúas el gobierno de Guillermo Lasso? ¿Qué factores le llevaron al expresidente Lasso a terminar anticipadamente su mandato e incluso clausurar el parlamento, provocando la convocatoria anticipada de estas últimas elecciones generales?

El gobierno de Guillermo Lasso es posiblemente el peor gobierno que ha tenido el Ecuador a lo largo de su historia republicana. Fue un gobierno compuesto tan solo por élites blancas, donde las mujeres ocupaban puestos ministeriales secundarios y en el cual todos sus miembros estaban vinculados al mundo corporativo. Nunca entendieron la política, nunca les importó el país y menospreciaron el rol del Estado, y en el cual los niveles de ineficiencia y corrupción fueron escandalosos.

Pero más grave que todo lo anterior es que el gobierno de Guillermo Lasso tiene serios indicios de vinculaciones con el narcotráfico, cosa que no es tan sorprendente teniendo en cuenta que el mandatario es el propietario del segundo banco más importante del país y es en las instituciones financieras donde lavan sus activos las redes delincuenciales a nivel global.

A partir de ahí se abrieron una serie de acciones investigativas en el Legislativo ecuatoriano que derivarían en un juicio político que debió terminar en la destitución del todavía actual presidente del Ecuador. Dos días antes de que se diera el resultado de dicho juicio político, Lasso disolvería la Cámara de Representantes y convocaría elecciones anticipadas.

Podríamos definir al gobierno de Guillermo Lasso como un gobierno fracasado y desconectado de la realidad del país, sin más propuesta económica que el beneficio de las élites empresariales más cercanas al gobierno y durante el cual el país se convirtió en uno de los principales hub de la droga en América Latina, elevando sus indicadores de violencia a cuotas nunca antes vistas en Ecuador.

Para el público brasileño, ¿qué significa exactamente la «muerte cruzada»? ¿Qué opinión te merece este dispositivo normativo?

La “muerte cruzada” es como se conoce al mecanismo de destitución al presidente del Ecuador y la disolución de la Asamblea Nacional (parlamento ecuatoriano) previsto en los artículos 130 y 148 de la Constitución vigente.

Bajo causales, formas y plazos establecidos, el artículo 130 permite al Legislativo destituir al presidente de la República con una mayoría calificada de dos tercios de los parlamentarios, mientras que el artículo 148 faculta al primer mandatario ha disolver al poder legislativo, esto es lo que pasó en mayo de este año en Ecuador, permitiéndole gobernar por decreto durante seis meses hasta el establecimiento de un nuevo gobierno salido de las urnas.

Desde mi punto de vista, es un grave error de los constituyentes ecuatorianos permitir que el presidente de la República pueda disolver la poder legislativo. La solución a una crisis democrática pasa por más democracia y no por menos, permitirle a un gobierno en crisis regir por decreto a un país que lo cuestiona durante sus últimos seis meses responde a lógicas autoritarias y no a procesos constituyentes posneoliberales como era el pretendido caso de la Constitución del 2008 en Ecuador.

¿Qué perspectivas se abren ante este corto mandato de Noboa? ¿Ves posibilidades de estabilización política en el país?

El gobierno entrante gobernará el país apenas 18 meses, es un gobierno transitorio hasta un nuevo proceso electoral que tendrá lugar en el primer trimestre de 2025 con una nueva investidura será a finales de mayo de ese año.

El presidente Noboa tomará las riendas de un país sumido en una grave crisis multifacética: una crisis de seguridad, en la actualidad Ecuador registra una tasa de más de 40 homicidios por cada 100.000 habitantes; junto a una crisis de representación política, donde la legitimidad de la clase política y las instituciones públicas cada vez es menor entre una sociedad que ya no cree en nada ni en nadie; además de una crisis económica que deviene desde el semiestancamiento del 2015 tras el fin del “boom de los commodities”. Ecuador es el único país de la región que aun no ha recuperado los indicadores macroeconómicos previos a la pandemia de 2020, aquí no ha habido recuperación económica tal y como indicaba la falacia discursiva gubernamental, lo que ha vivido el país es apenas un “efecto rebote” tras la parálisis económica del coronavirus.

Los dos últimos gobiernos, administraciones de Lenín Moreno y Guillermo Lasso, han sido tan nefastos que a Daniel Noboa le bastaría con rebajar los indicadores de violencia e inseguridad interna y lograr cierto dinamismo económico con algo de inversión extranjera y generación de empleo digno para poder aspirar a reelegirse en 2025.

Aunque Moreno y Lasso han dejado el listón muy bajo, Noboa no lo tendrá fácil. Sólo tiene 14 escaños en un parlamento de 137 legisladores, donde la bancada correísta es la principal oposición. Pese a una voluntad por acuerdos entre las distintas facciones representadas en la Asamblea Nacional (Parlamento) hecho de que el país vuelva a verse inmerso en un proceso preelectoral dentro de unos meses no ayudará a generar consensos. 

¿Cómo ve la entrada del narcotráfico en escena en un país considerado internacionalmente como màs propenso a esta influencia? ¿Está el Estado nacional lo suficientemente preparado para enfrentar a este poderoso actor transnacional?

Ecuador históricamente ha estado bajo presión del narcotráfico desde los años 90. Su posición geográfica, ubicado entre Colombia y Perú, lo ha convertido en un país de tránsito. Posteriormente, tras el proceso de dolarización de enero de 2000, se convirtió también en un mercado de lavado de dinero. Sin embargo, en los años siguientes, esto no se tradujo en un aumento significativo de la delincuencia dentro de sus fronteras.

 La violencia comienza a aumentar cuando la administración de Lenín Moreno importa la guerra contra las drogas de Estados Unidos. Hasta entonces, la droga pasaba por territorio ecuatoriano, dejando una pequeña porción para el microtráfico interno y saliendo por puertos y aeropuertos con destino a Estados Unidos y Europa, que son los mercados donde estas redes criminales generan grandes ganancias.

 Este error táctico, debido a la supeditación de los gobiernos de Moreno y Lasso a la política antidrogas de la Casa Blanca, es el origen de la situación que hoy enfrenta el país, agravada cuando los cárteles mexicanos comienzan a pagar con productos en lugar de dólares o criptomonedas a sus socios locales, desatando una crisis interna generadora de guerra entre pandillas por la disputa de rutas, mercados internos y puntos de venta.

 Cuando Condolezza Rice, durante la administración Bush, redefinió el concepto de "Estado fallido" -término que surgió en los años 1990 después del colapso de la Unión Soviética- habló de un Estado donde las redes criminales habían penetrado su sistema político, su sistema judicial y sus sistemas de seguridad... Bueno, en Ecuador el narcotráfico financia campañas electorales y penetra el Estado en sus múltiples niveles, comprando y chantajeando a jueces, y evidentemente tiene influencia sobre ciertos comandantes y miembros de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas.

Algunos analistas dicen que el movimiento Revolución Ciudadana una vez más no obtuvo el apoyo necesario de los grupos indígenas organizados en el país, en un contexto donde un plebiscito votó a favor de prohibir la exploración petrolera en la zona amazónica, en el llamado Parque Yasuní. ¿Cómo observas estas diferencias entre un grupo político considerado progresista y movimientos que tienen una visión más radical de preservar la naturaleza y defender otra forma de vida?

Uno de los elementos característicos de la década de gestión de Rafael Correa en Ecuador de 2007 a 2017 fue su problemática relación con los movimientos sociales, no solo con el movimiento indígena, sino también con el movimiento de mujeres y el ambientalismo. La falta de reflexión crítica por parte del correísmo hace que estas heridas aún no hayan cicatrizado.

Rafael Correa criticó a su candidato presidencial en las elecciones de 2021, Andrés Arauz, cuando intentó acercarse al movimiento indígena. En este proceso electoral de 2023, fue el líder de la Confederación Nacional Indígena del Ecuador (CONAIE) quien propuso apoyar al correísmo, siempre y cuando se comprometiera a atender las demandas políticas de los indígenas, pero en la práctica todo quedó en nada.

Para los sectores sociales, apoyar a un partido político implica, además de un deseo, acuerdos concretos. Esto lo vimos en Colombia con Gustavo Petro y el Pacto Histórico. Sin acuerdos gubernamentales e incluso nombres en ciertas áreas de gestión, cualquier posición pública a favor de la Revolución Ciudadana por parte de los movimientos sociales sería mera sumisión.

Mientras Revolución Ciudadana y su líder histórico no entiendan esto, seguirán compitiendo en procesos electorales sin el apoyo de la red social organizada en Ecuador. Y los hechos lo confirman: no avanzan solos en su disputa por el poder.

¿Cómo observa la llamada ola progresista latinoamericana, que se inició en 1998 con la elección de Chávez en Venezuela y gobiernos de perfil izquierdista en prácticamente todos los países sudamericanos en la primera década de los 2000? ¿Cómo valora la etapa actual de los grupos políticos que lideraron esta ola, después de crisis estructurales en todos los países, el regreso de gobiernos de derecha, algunos de ellos incluso de perfil neofascista y, a pesar de todo, nuevas victorias electorales en ¿este campo?

En mi actividad como consultor político tuve la oportunidad de asesorar a varias organizaciones políticas y gobiernos asociados al progresismo en América Latina, lo que me permite distinguir dos momentos.

En el primer momento, ubicado en la primera década y media de este siglo, a pesar de las diferencias entre ellos, el progresismo compartía al menos cuatro características: el fortalecimiento/reposicionamiento de los Estados luego del período neoliberal; la implementación de políticas sociales compensatorias como eje de la nueva gobernanza; el modelo extractivo de producción y exportación de mercancías como base de la economía; y la realización de grandes obras de infraestructura.

Hoy, después del breve período de restauración política conservadora, la realidad de ese primer período es mucho más tenue. Estamos hablando de gobiernos mucho más conservadores, más domesticados y con menos intención de reformar el sistema que los del pasado. Por citar sólo algunos casos en la región, tenemos a Lula aliado con Alckmin en Brasil, a Lucho Arce enfrentado a Evo Morales en Bolivia, a la deriva argentina que hizo el candidato del peronismo progresista Sergio Massa. En definitiva, independientemente de las valoraciones, nos encontramos ante otra realidad cuya capacidad para encantar a los sectores cada vez más amplios descontentos con las relaciones es muy limitada.

Quienes hoy ocupan el espacio de la alternativa en la política son otros, son las tendencias filofascistas que crecen en todo el continente. En definitiva, asistimos a un fenómeno de proletarización del voto hacia la ultraderecha, relacionado con el hecho de que el progresismo ha renunciado a una perogrullada axiomática fundamental: los problemas que enfrentan nuestras sociedades derivan de la estructura del sistema político-económico al que pertenecen y están sometidos. Así, la izquierda queda restringida a la defensa desesperada de derechos cada vez más disminuidos con cada nuevo ciclo económico, acomodándose ideológicamente a los términos políticos que el capital y el mercado van imponiendo gradualmente.

lunes, 4 de diciembre de 2023

Equador repete dinâmica em que esquerda fala de passado e direita aponta ao futuro


 Entrevista a Decio Machado

Por Gabriel Brito / Correio da Cidadania

 País que sediou um dos mais inovadores processos políticos dos anos 2000, o Equador afunda na instabilidade, inclusive com níveis inéditos de violência, após a retomada dos governos neoliberais. A falência do governo de Guillermo Lasso, que dissolveu o congresso, forçou eleições nas quais o empresário Daniel Noboa derrotou a advogada Luísa Gonzalez para um curto mandato de 18 meses. De toda forma, o país reproduziu um roteiro cada vez mais frequente nas democracias liberais, onde setores reacionários e conservadores conseguem captar a insatisfação social, inclusive das classes subalternas. Na entrevista ao Correio, o cientista político equatoriano Decio Machado, oferece sua explicação para o contexto deste país.

Na entrevista, Decio descreve as razões que levaram o governo do banqueiro Guillermo Lasso à bancarrota, processo que envolve um esgarçamento do tecido social causado por uma recente adesão à agenda norte-americana de guerra às drogas. Ainda assim, dada a mediocridade dos ultimos mandatários, Noboa tem condições de se fortalecer para as eleições de 2025. “Os dois últimos governos, liderados por Lenín Moreno e Guillermo Lasso, foram tão desastrosos que a Daniel Noboa bastaria reduzir os índices de violência e insegurança interna, e alcançar certo dinamismo econômico com algum investimento estrangeiro e geração de empregos dignos para poder aspirar à reeleição em 2025”, resumiu.

Sobre a entrada do narcotráfico no país, com forte incidência nas eleições, trata-se de uma história cujo fracasso o Brasil conhece bem. “A violência começa a aumentar quando a administração Moreno importa a guerra dos Estados Unidos contra as drogas. Até então, a droga passava pelo território equatoriano, deixava uma pequena parte para o microtráfico interno e saía por portos e aeroportos com destino aos Estados Unidos e Europa, que são os mercados onde essas redes criminosas geram grandes lucros. Esse erro tático, devido à subserviência dos governos de Moreno e Lasso à política antidrogas da Casa Branca, é a origem da situação que o país enfrenta hoje, agravada quando os cartéis mexicanos começam a pagar com mercadorias a seus parceiros locais, desencadeando uma guerra interna entre gangues pelos mercados e pontos de venda internos”, explicou.

Quanto à esquerda hegemônica do país, cabe entender por quê nao conseguiu vencer as eleições após protagonizar a chamada Revolução Cidadã, que instituiu uma nova constituição, com reconhecimento da diversidade de povos e respeito aos direitos da natureza, além de ter produzido avanços socioeconômicos. Mais uma vez, movimentos sociais com forte subjetividade antissistêmica não abraçaram a candidata apoiada pelo ex-presidente Rafael Correa.

“Rafael Correa criticou seu candidato presidencial nas eleições de 2021, Andrés Arauz (candidato a vice nesta eleição), quando este tentou se aproximar do movimento indígena. Neste processo eleitoral de 2023, foi o líder da Confederação Nacional Indígena do Equador (CONAIE) quem propôs apoiar o correísmo, desde que este se comprometesse a atender às demandas políticas do povo indígena, mas na prática tudo ficou em nada”.

Machado complementa com uma análise cada vez mais frequente do atual momento das lutas políticas e mesmo de classes que marcam os processos políticos. Enquanto a esquerda defende um passado que já não pode voltar, a direita se apresenta como “disruptiva”. A despeito das ilusões institucionais, a ausência de crítica ao capitalismo e suas lógicas de reprodução parece fatal. “Em última análise, estamos testemunhando um fenômeno de proletarização do voto para a ultradireita, relacionado ao fato de que o progressismo renunciou a uma obviedade fundamental: os problemas que nossas sociedades enfrentam derivam da estrutura do sistema político-econômico ao qual estão submetidas. Assim, a esquerda vai ficando restrita à defesa desesperada de direitos cada vez mais diminuídos a cada novo ciclo econômico, acomodando-se ideologicamente aos termos políticos que o capital e o mercado vão gradualmente impondo”.

Leia a seguir a entrevista completa com Décio Machado. 

Correio da Cidadania: Como observou a disputa pelo segundo turno das eleições do Equador entre Daniel Noboa, representante conservador, e Luisa Gonzales, do movimento Revolução Cidadã, até hoje atrelado a Rafael Correa e os governos que fizeram parte da onda progressista da América Latina? O que a vitória de Noboa significa?

Decio Machado: Estamos na fase de formação do novo governo, que assumirá as funções no final deste mês de novembro, o que permite analisar o processo eleitoral com certa objetividade e uma visão retrospectiva.

Após analisar os relatórios de diferentes empresas de pesquisa sobre a evolução da intenção de voto durante a campanha eleitoral, tudo indica que a disputa presidencial foi decidida no primeiro turno.
Apesar de a família Noboa fazer parte das elites econômicas mais privilegiadas do país e de o pai, Álvaro Noboa, ter sido candidato presidencial cinco vezes com pouco sucesso, no início deste processo eleitoral Daniel Noboa era praticamente desconhecido pela sociedade equatoriana. Na verdade, durante todo o primeiro turno, sua estratégia de campanha tinha os traços clássicos de uma campanha de posicionamento de imagem com foco nas próximas eleições, de 2025.

No entanto, em um processo eleitoral desestabilizado pelo impacto da violência que resultou nos assassinatos de várias autoridades locais, candidatos ao parlamento e um dos candidatos presidenciais, Daniel Noboa conseguiu obter 2,31 milhões de votos (23,47% dos votos válidos emitidos) e surpreendentemente avançou para disputar o segundo turno contra outros rivais de direita que, a princípio, pareciam mais favoritos.

Em um Equador imerso em uma crise de representação e diante do cansaço generalizado que a sociedade equatoriana sente em relação ao seu estabelecimento político, Noboa conseguiu representar o novo em oposição ao antigo, com slogans como "Por um novo Equador" ou "Somos uma nova geração".
Assim, enquanto o discurso da candidata correísta Luisa González reivindicava um passado "romantizado", fazendo referência à década de governo de Rafael Correa, o discurso de Daniel Noboa, com 35 anos, falava aos jovens e se concentrava no futuro.

Chegando ao segundo turno, bastou o alinhamento do variado espectro político e social anticorreísta para que Daniel Noboa vencesse sua oponente por uma margem estreita de votos.

Em resumo, diante do envelhecimento prematuro da política progressista equatoriana, a vitória de Daniel Noboa demonstra a capacidade de renovação política e liderança na conservadora direita equatoriana.

Correio da Cidadania: Como avaliar a presidência de Guillermo Lasso? Que fatores levaram à derrocada de seu governo a ponto de decretar o fechamento deste congresso e forçar novas eleições.

Decio Machado: O governo de Guillermo Lasso é possivelmente o pior governo que o Equador teve ao longo de sua história republicana. É um governo composto apenas por elites brancas, onde as mulheres ocupam cargos ministeriais secundários e no qual todos os seus membros estão vinculados ao mundo corporativo. Eles nunca entenderam a política, nunca se importaram com o país e menosprezaram o papel do Estado. Um governo onde os níveis de ineficiência e corrupção são escandalosos.

Mas mais grave do que tudo isso é que o governo de Guillermo Lasso tem sérios indícios de vínculos com o narcotráfico, algo que não é tão surpreendente, considerando que o presidente é proprietário do segundo banco mais importante do país, e é nas instituições financeiras que as redes criminosas lavam seus ativos.

A partir disso, uma série de ações investigativas foram iniciadas no Legislativo equatoriano, que resultariam em um julgamento político que deveria levar à destituição do atual presidente do Equador. Dois dias antes desse julgamento político, Lasso dissolveu a Câmara de Representantes e convocou essas eleições antecipadas.

Podemos definir o governo de Guillermo Lasso como um governo fracassado e desconectado da realidade do país, sem proposta econômica exceto o benefício das elites empresariais mais próximas ao governo, e durante o qual o país se tornou um dos principais centros de drogas na América Latina e elevou seus indicadores de violência a níveis nunca antes vistos no Equador.

Correio da Cidadania: Para o público brasileiro, o que decreto de morte cruzada significa exatamente? O que você pensa deste dispositivo?

Decio Machado: A "muerte cruzada" é o termo usado para se referir ao mecanismo de destituição do presidente do Equador e à dissolução da Assembleia Nacional (o congresso equatoriano), conforme previsto nos artigos 130 e 148 da Constituição vigente.

Sob causas, formas e prazos estabelecidos, o artigo 130 permite que o Legislativo destitua o presidente da República com uma maioria qualificada de dois terços dos parlamentares, enquanto o artigo 148 confere ao presidente o poder de dissolver o poder legislativo, como ocorreu em maio deste ano no Equador. Isso permite que ele governe por decreto durante seis meses até o estabelecimento de um novo governo eleito nas urnas.

Do meu ponto de vista, é um grave erro dos constituintes equatorianos permitir que o presidente da República possa dissolver o poder legislativo. A solução para uma crise democrática passa por mais democracia e não por menos. Permitir que um governo em crise governe por decreto em um país que o questiona responde a lógicas autoritárias e não aos processos constituintes pós-neoliberais, como era o caso da Constituição de 2008 no Equador.

Correio da Cidadania: Quais perspectivas se abrem para o curto mandato de Noboa? Há chances de estabilização do país?

Decio Machado: O governo entrante administrará o país por apenas 18 meses, sendo um governo transitório até um novo processo eleitoral que ocorrerá no primeiro trimestre de 2025, com uma nova posse prevista para o final de maio desse ano.

O presidente Noboa assumirá as rédeas de um país imerso em uma grave e multifacetada crise: de segurança, com o Equador atualmente registrando uma taxa de mais de 40 homicídios para cada 100.000 habitantes; de representação política, onde a legitimidade da classe política e das instituições públicas está diminuindo cada vez mais em uma sociedade que já não acredita em nada nem em ninguém; e econômica, que resulta na semiestagnação desde 2015, após o fim do "boom das commodities". O Equador é o único país da região que ainda não recuperou os indicadores macroeconômicos anteriores à pandemia de 2020. 

Não houve uma verdadeira recuperação econômica, como sugere a falácia discursiva do governo; o que o país experimentou foi apenas um "efeito rebote" após a paralisia econômica causada pelo coronavírus.

Os dois últimos governos, liderados por Lenín Moreno e Guillermo Lasso, foram tão desastrosos que a Daniel Noboa bastaria reduzir os índices de violência e insegurança interna, e alcançar certo dinamismo econômico com algum investimento estrangeiro e geração de empregos dignos para poder aspirar à reeleição em 2025.

Apesar de Moreno e Lasso terem deixado o patamar muito baixo, Noboa não terá facilidades. Ele conta apenas com 14 cadeiras em um parlamento de 137 legisladores, onde a bancada correísta é a principal oposição. O fato de o país estar imerso novamente em um processo pré-eleitoral em poucos meses não ajudará na geração de consensos.

Correio da Cidadania: Como observa a entrada em cena do narcotráfico num país visto internacionalmente como mais imune a esta influência? Há preparo suficiente do Estado nacional em lidar com este poderoso ator transnacional?

Decio Machado: O Equador tem estado historicamente sob pressão do narcotráfico desde a década de 1990. Sua posição geográfica, situada entre a Colômbia e o Peru, o tornou um país de trânsito. Posteriormente, após o processo de dolarização em janeiro de 2000, também se tornou um mercado para a lavagem de dinheiro. No entanto, nos anos seguintes, isso não implicou em um aumento significativo do crime dentro de suas fronteiras.

A violência começa a aumentar quando a administração Moreno importa a guerra dos Estados Unidos contra as drogas. Até então, a droga passava pelo território equatoriano, deixava uma pequena parte para o microtráfico interno e saía por portos e aeroportos com destino aos Estados Unidos e Europa, que são os mercados onde essas redes criminosas geram grandes lucros.

Esse erro tático, devido à subserviência dos governos de Moreno e Lasso à política antidrogas da Casa Branca, é a origem da situação que o país enfrenta hoje, agravada quando os cartéis mexicanos começam a pagar com mercadorias a seus parceiros locais, desencadeando uma guerra interna entre gangues pelos mercados e pontos de venda internos.

Quando Condolezza Rice, durante a administração Bush, redefiniu o conceito de "Estado falido" - termo surgido nos anos 1990 após o colapso da União Soviética - ela falava de um Estado onde redes criminosas haviam penetrado seu sistema político, seu sistema judicial e seu sistema de segurança... Bem, no Equador, o narcotráfico financia campanhas eleitorais e penetra o Estado em seus múltiplos níveis, comprando e chantageando juízes, e evidentemente tem influência sobre determinados comandantes e membros da Polícia Nacional e das Forças Armadas.

Correio da Cidadania: Alguns analistas dizem que novamente o movimento Revolução Cidadã não obteve o necessário apoio dos grupos indígenas organizados no país, num contexto onde se votou em plebiscito a proibição de exploração de petróleo em área amazônica, no chamado Parque Yasuni. Como observa essas diferenças entre um grupo político tido como progressista e movimentos que têm uma visão mais radical de preservação da natureza e a própria defesa de outro modo de vida?

Decio Machado: Uno dos elementos característicos da década de gestão de Rafael Correa no Equador de 2007 a 2017 foi sua problemática relação com os movimentos sociais, não apenas com o movimento indígena, mas também com o movimento de mulheres e o ambientalismo. A falta de reflexão crítica por parte do correísmo faz com que essas feridas ainda não tenham cicatrizado.

Rafael Correa criticou seu candidato presidencial nas eleições de 2021, Andrés Arauz, quando este tentou se aproximar do movimento indígena. Neste processo eleitoral de 2023, foi o líder da Confederação Nacional Indígena do Equador (CONAIE) quem propôs apoiar o correísmo, desde que este se comprometesse a atender às demandas políticas do povo indígena, mas na prática tudo ficou em nada.
Para os setores sociais, apoiar um partido político implica, além da vontade, acordos concretos. Vimos isso na Colômbia com Gustavo Petro e o Pacto Histórico. Sem acordos de governo e até mesmo nomes em determinadas áreas de gestão, qualquer posicionamento público a favor da Revolución Ciudadana por parte dos movimentos sociais seria apenas submissão.

Enquanto a Revolución Ciudadana e seu líder histórico não entenderem isso, continuarão disputando os processos eleitorais sem o apoio da rede social organizada no Equador. E, os fatos confirmam, sozinhos não avançam.

Correio da Cidadania: Como observa a chamada onda progressista latino-americana, iniciada em 1998 com a eleição de Chávez na Venezuela e governos de perfil esquerdista em praticamente todos os países sul-americanos na primeira década dos anos 2000? Como avalia o atual estágio dos grupos políticos que protagonizaram esta onda, após crises estruturais em todos os países, retornos de governos de direita, alguns deles até de perfil neofascista e, apesar de tudo, novas vitórias eleitorais deste campo?

Decio Machado: Na minha atividade como consultor político, tive a oportunidade de assessorar diversas organizações políticas e governos associados ao progressismo na América Latina, o que me permite distinguir dois momentos.

No primeiro momento, situado na primeira década e meia do presente século, apesar das diferenças entre eles, o progressismo compartilhava pelo menos quatro características: o fortalecimento/reposicionamento dos Estados após o período neoliberal; a implementação de políticas sociais compensatórias como eixo das novas governabilidades; o modelo extrativista de produção e exportação de commodities como base da economia; e a realização de grandes obras de infraestrutura.

Hoje, após o breve período de restauração política conservadora, a realidade daquele primeiro período é muito mais tênue. Estamos falando de governos muito mais conservadores, mais domesticados e com menos pretensão de reformar o sistema do que os do passado. Para citar apenas alguns casos na região, temos Lula aliado a Alckmin no Brasil, Lucho Arce confrontado com Evo Morales na Bolívia, a deriva argentina que fez o candidato do peronismo progressista ser Sergio Massa. Enfim, independentemente das avaliações, estamos diante de outra realidade cuja capacidade de encantamento para os cada vez mais amplos setores insatisfeitos com a relpolík é muito limitada.

Aqueles que ocupam hoje o espaço da alternativa na política são outros, são as tendências filofascistas em crescimento ao longo e largo do continente. Em última análise, estamos testemunhando um fenômeno de proletarização do voto para a ultradireita, relacionado ao fato de que o progressismo renunciou a uma obviedade axiomática fundamental: os problemas que nossas sociedades enfrentam derivam da estrutura do sistema político-econômico ao qual estão submetidas. Assim, a esquerda vai ficando restrita à defesa desesperada de direitos cada vez mais diminuídos a cada novo ciclo econômico, acomodando-se ideologicamente aos termos políticos que o capital e o mercado vão gradualmente impondo.
 

Gabriel Brito é jornalista, repórter do site Outra Saúde e editor do Correio da Cidadania.

País que sediou um dos mais inovadores processos políticos dos anos 2000, o Equador afunda na instabilidade, inclusive com níveis inéditos de violência, após a retomada dos governos neoliberais. A falência do governo de Guillermo Lasso, que dissolveu o congresso, forçou eleições nas quais o empresário Daniel Noboa derrotou a advogada Luísa Gonzalez para um curto mandato de 18 meses. De toda forma, o país reproduziu um roteiro cada vez mais frequente nas democracias liberais, onde setores reacionários e conservadores conseguem captar a insatisfação social, inclusive das classes subalternas. Na entrevista ao Correio, o cientista político equatoriano Decio Machado, oferece sua explicação para o contexto deste país.

Na entrevista, Decio descreve as razões que levaram o governo do banqueiro Guillermo Lasso à bancarrota, processo que envolve um esgarçamento do tecido social causado por uma recente adesão à agenda norte-americana de guerra às drogas. Ainda assim, dada a mediocridade dos ultimos mandatários, Noboa tem condições de se fortalecer para as eleições de 2025.

“Os dois últimos governos, liderados por Lenín Moreno e Guillermo Lasso, foram tão desastrosos que a Daniel Noboa bastaria reduzir os índices de violência e insegurança interna, e alcançar certo dinamismo econômico com algum investimento estrangeiro e geração de empregos dignos para poder aspirar à reeleição em 2025”, resumiu.

Sobre a entrada do narcotráfico no país, com forte incidência nas eleições, trata-se de uma história cujo fracasso o Brasil conhece bem. “A violência começa a aumentar quando a administração Moreno importa a guerra dos Estados Unidos contra as drogas. Até então, a droga passava pelo território equatoriano, deixava uma pequena parte para o microtráfico interno e saía por portos e aeroportos com destino aos Estados Unidos e Europa, que são os mercados onde essas redes criminosas geram grandes lucros. Esse erro tático, devido à subserviência dos governos de Moreno e Lasso à política antidrogas da Casa Branca, é a origem da situação que o país enfrenta hoje, agravada quando os cartéis mexicanos começam a pagar com mercadorias a seus parceiros locais, desencadeando uma guerra interna entre gangues pelos mercados e pontos de venda internos”, explicou.

Quanto à esquerda hegemônica do país, cabe entender por quê nao conseguiu vencer as eleições após protagonizar a chamada Revolução Cidadã, que instituiu uma nova constituição, com reconhecimento da diversidade de povos e respeito aos direitos da natureza, além de ter produzido avanços socioeconômicos. Mais uma vez, movimentos sociais com forte subjetividade antissistêmica não abraçaram a candidata apoiada pelo ex-presidente Rafael Correa.

“Rafael Correa criticou seu candidato presidencial nas eleições de 2021, Andrés Arauz (candidato a vice nesta eleição), quando este tentou se aproximar do movimento indígena. Neste processo eleitoral de 2023, foi o líder da Confederação Nacional Indígena do Equador (CONAIE) quem propôs apoiar o correísmo, desde que este se comprometesse a atender às demandas políticas do povo indígena, mas na prática tudo ficou em nada”.

Machado complementa com uma análise cada vez mais frequente do atual momento das lutas políticas e mesmo de classes que marcam os processos políticos. Enquanto a esquerda defende um passado que já não pode voltar, a direita se apresenta como “disruptiva”. A despeito das ilusões institucionais, a ausência de crítica ao capitalismo e suas lógicas de reprodução parece fatal. “Em última análise, estamos testemunhando um fenômeno de proletarização do voto para a ultradireita, relacionado ao fato de que o progressismo renunciou a uma obviedade fundamental: os problemas que nossas sociedades enfrentam derivam da estrutura do sistema político-econômico ao qual estão submetidas. Assim, a esquerda vai ficando restrita à defesa desesperada de direitos cada vez mais diminuídos a cada novo ciclo econômico, acomodando-se ideologicamente aos termos políticos que o capital e o mercado vão gradualmente impondo”.

Leia a seguir a entrevista completa com Décio Machado.

Correio da Cidadania: Como observou a disputa pelo segundo turno das eleições do Equador entre Daniel Noboa, representante conservador, e Luisa Gonzales, do movimento Revolução Cidadã, até hoje atrelado a Rafael Correa e os governos que fizeram parte da onda progressista da América Latina? O que a vitória de Noboa significa?

Decio Machado: Estamos na fase de formação do novo governo, que assumirá as funções no final deste mês de novembro, o que permite analisar o processo eleitoral com certa objetividade e uma visão retrospectiva.

Após analisar os relatórios de diferentes empresas de pesquisa sobre a evolução da intenção de voto durante a campanha eleitoral, tudo indica que a disputa presidencial foi decidida no primeiro turno.

Apesar de a família Noboa fazer parte das elites econômicas mais privilegiadas do país e de o pai, Álvaro Noboa, ter sido candidato presidencial cinco vezes com pouco sucesso, no início deste processo eleitoral Daniel Noboa era praticamente desconhecido pela sociedade equatoriana. Na verdade, durante todo o primeiro turno, sua estratégia de campanha tinha os traços clássicos de uma campanha de posicionamento de imagem com foco nas próximas eleições, de 2025.

No entanto, em um processo eleitoral desestabilizado pelo impacto da violência que resultou nos assassinatos de várias autoridades locais, candidatos ao parlamento e um dos candidatos presidenciais, Daniel Noboa conseguiu obter 2,31 milhões de votos (23,47% dos votos válidos emitidos) e surpreendentemente avançou para disputar o segundo turno contra outros rivais de direita que, a princípio, pareciam mais favoritos.

Em um Equador imerso em uma crise de representação e diante do cansaço generalizado que a sociedade equatoriana sente em relação ao seu estabelecimento político, Noboa conseguiu representar o novo em oposição ao antigo, com slogans como "Por um novo Equador" ou "Somos uma nova geração".

Assim, enquanto o discurso da candidata correísta Luisa González reivindicava um passado "romantizado", fazendo referência à década de governo de Rafael Correa, o discurso de Daniel Noboa, com 35 anos, falava aos jovens e se concentrava no futuro.

Chegando ao segundo turno, bastou o alinhamento do variado espectro político e social anticorreísta para que Daniel Noboa vencesse sua oponente por uma margem estreita de votos.

Em resumo, diante do envelhecimento prematuro da política progressista equatoriana, a vitória de Daniel Noboa demonstra a capacidade de renovação política e liderança na conservadora direita equatoriana.

Correio da Cidadania: Como avaliar a presidência de Guillermo Lasso? Que fatores levaram à derrocada de seu governo a ponto de decretar o fechamento deste congresso e forçar novas eleições?

Decio Machado: O governo de Guillermo Lasso é possivelmente o pior governo que o Equador teve ao longo de sua história republicana. É um governo composto apenas por elites brancas, onde as mulheres ocupam cargos ministeriais secundários e no qual todos os seus membros estão vinculados ao mundo corporativo. Eles nunca entenderam a política, nunca se importaram com o país e menosprezaram o papel do Estado. Um governo onde os níveis de ineficiência e corrupção são escandalosos.

Mas mais grave do que tudo isso é que o governo de Guillermo Lasso tem sérios indícios de vínculos com o narcotráfico, algo que não é tão surpreendente, considerando que o presidente é proprietário do segundo banco mais importante do país, e é nas instituições financeiras que as redes criminosas lavam seus ativos.

A partir disso, uma série de ações investigativas foram iniciadas no Legislativo equatoriano, que resultariam em um julgamento político que deveria levar à destituição do atual presidente do Equador. Dois dias antes desse julgamento político, Lasso dissolveu a Câmara de Representantes e convocou essas eleições antecipadas.

Podemos definir o governo de Guillermo Lasso como um governo fracassado e desconectado da realidade do país, sem proposta econômica exceto o benefício das elites empresariais mais próximas ao governo, e durante o qual o país se tornou um dos principais centros de drogas na América Latina e elevou seus indicadores de violência a níveis nunca antes vistos no Equador.

Correio da Cidadania: Para o público brasileiro, o que decreto de morte cruzada significa exatamente? O que você pensa deste dispositivo?

Decio Machado: A "muerte cruzada" é o termo usado para se referir ao mecanismo de destituição do presidente do Equador e à dissolução da Assembleia Nacional (o congresso equatoriano), conforme previsto nos artigos 130 e 148 da Constituição vigente.

Sob causas, formas e prazos estabelecidos, o artigo 130 permite que o Legislativo destitua o presidente da República com uma maioria qualificada de dois terços dos parlamentares, enquanto o artigo 148 confere ao presidente o poder de dissolver o poder legislativo, como ocorreu em maio deste ano no Equador. Isso permite que ele governe por decreto durante seis meses até o estabelecimento de um novo governo eleito nas urnas.

Do meu ponto de vista, é um grave erro dos constituintes equatorianos permitir que o presidente da República possa dissolver o poder legislativo. A solução para uma crise democrática passa por mais democracia e não por menos. Permitir que um governo em crise governe por decreto em um país que o questiona responde a lógicas autoritárias e não aos processos constituintes pós-neoliberais, como era o caso da Constituição de 2008 no Equador.

Correio da Cidadania: Quais perspectivas se abrem para o curto mandato de Noboa? Há chances de estabilização do país?

Decio Machado: O governo entrante administrará o país por apenas 18 meses, sendo um governo transitório até um novo processo eleitoral que ocorrerá no primeiro trimestre de 2025, com uma nova posse prevista para o final de maio desse ano.

O presidente Noboa assumirá as rédeas de um país imerso em uma grave e multifacetada crise: de segurança, com o Equador atualmente registrando uma taxa de mais de 40 homicídios para cada 100.000 habitantes; de representação política, onde a legitimidade da classe política e das instituições públicas está diminuindo cada vez mais em uma sociedade que já não acredita em nada nem em ninguém; e econômica, que resulta na semiestagnação desde 2015, após o fim do "boom das commodities". O Equador é o único país da região que ainda não recuperou os indicadores macroeconômicos anteriores à pandemia de 2020. Não houve uma verdadeira recuperação econômica, como sugere a falácia discursiva do governo; o que o país experimentou foi apenas um "efeito rebote" após a paralisia econômica causada pelo coronavírus.

Os dois últimos governos, liderados por Lenín Moreno e Guillermo Lasso, foram tão desastrosos que a Daniel Noboa bastaria reduzir os índices de violência e insegurança interna, e alcançar certo dinamismo econômico com algum investimento estrangeiro e geração de empregos dignos para poder aspirar à reeleição em 2025.

Apesar de Moreno e Lasso terem deixado o patamar muito baixo, Noboa não terá facilidades. Ele conta apenas com 14 cadeiras em um parlamento de 137 legisladores, onde a bancada correísta é a principal oposição. O fato de o país estar imerso novamente em um processo pré-eleitoral em poucos meses não ajudará na geração de consensos.

Correio da Cidadania: Como observa a entrada em cena do narcotráfico num país visto internacionalmente como mais imune a esta influência? Há preparo suficiente do Estado nacional em lidar com este poderoso ator transnacional?

Decio Machado: O Equador tem estado historicamente sob pressão do narcotráfico desde a década de 1990. Sua posição geográfica, situada entre a Colômbia e o Peru, o tornou um país de trânsito. Posteriormente, após o processo de dolarização em janeiro de 2000, também se tornou um mercado para a lavagem de dinheiro. No entanto, nos anos seguintes, isso não implicou em um aumento significativo do crime dentro de suas fronteiras.

A violência começa a aumentar quando a administração Moreno importa a guerra dos Estados Unidos contra as drogas. Até então, a droga passava pelo território equatoriano, deixava uma pequena parte para o microtráfico interno e saía por portos e aeroportos com destino aos Estados Unidos e Europa, que são os mercados onde essas redes criminosas geram grandes lucros.

Esse erro tático, devido à subserviência dos governos de Moreno e Lasso à política antidrogas da Casa Branca, é a origem da situação que o país enfrenta hoje, agravada quando os cartéis mexicanos começam a pagar com mercadorias a seus parceiros locais, desencadeando uma guerra interna entre gangues pelos mercados e pontos de venda internos.

Quando Condolezza Rice, durante a administração Bush, redefiniu o conceito de "Estado falido" - termo surgido nos anos 1990 após o colapso da União Soviética - ela falava de um Estado onde redes criminosas haviam penetrado seu sistema político, seu sistema judicial e seu sistema de segurança... Bem, no Equador, o narcotráfico financia campanhas eleitorais e penetra o Estado em seus múltiplos níveis, comprando e chantageando juízes, e evidentemente tem influência sobre determinados comandantes e membros da Polícia Nacional e das Forças Armadas.

Correio da Cidadania: Alguns analistas dizem que novamente o movimento Revolução Cidadã não obteve o necessário apoio dos grupos indígenas organizados no país, num contexto onde se votou em plebiscito a proibição de exploração de petróleo em área amazônica, no chamado Parque Yasuni. Como observa essas diferenças entre um grupo político tido como progressista e movimentos que têm uma visão mais radical de preservação da natureza e a própria defesa de outro modo de vida?

Decio Machado: Uno dos elementos característicos da década de gestão de Rafael Correa no Equador de 2007 a 2017 foi sua problemática relação com os movimentos sociais, não apenas com o movimento indígena, mas também com o movimento de mulheres e o ambientalismo. A falta de reflexão crítica por parte do correísmo faz com que essas feridas ainda não tenham cicatrizado.

Rafael Correa criticou seu candidato presidencial nas eleições de 2021, Andrés Arauz, quando este tentou se aproximar do movimento indígena. Neste processo eleitoral de 2023, foi o líder da Confederação Nacional Indígena do Equador (CONAIE) quem propôs apoiar o correísmo, desde que este se comprometesse a atender às demandas políticas do povo indígena, mas na prática tudo ficou em nada.

Para os setores sociais, apoiar um partido político implica, além da vontade, acordos concretos. Vimos isso na Colômbia com Gustavo Petro e o Pacto Histórico. Sem acordos de governo e até mesmo nomes em determinadas áreas de gestão, qualquer posicionamento público a favor da Revolución Ciudadana por parte dos movimentos sociais seria apenas submissão.

Enquanto a Revolución Ciudadana e seu líder histórico não entenderem isso, continuarão disputando os processos eleitorais sem o apoio da rede social organizada no Equador. E, os fatos confirmam, sozinhos não avançam.

Correio da Cidadania: Como observa a chamada onda progressista latino-americana, iniciada em 1998 com a eleição de Chávez na Venezuela e governos de perfil esquerdista em praticamente todos os países sul-americanos na primeira década dos anos 2000? Como avalia o atual estágio dos grupos políticos que protagonizaram esta onda, após crises estruturais em todos os países, retornos de governos de direita, alguns deles até de perfil neofascista e, apesar de tudo, novas vitórias eleitorais deste campo?

Decio Machado: Na minha atividade como consultor político, tive a oportunidade de assessorar diversas organizações políticas e governos associados ao progressismo na América Latina, o que me permite distinguir dois momentos.

No primeiro momento, situado na primeira década e meia do presente século, apesar das diferenças entre eles, o progressismo compartilhava pelo menos quatro características: o fortalecimento/reposicionamento dos Estados após o período neoliberal; a implementação de políticas sociais compensatórias como eixo das novas governabilidades; o modelo extrativista de produção e exportação de commodities como base da economia; e a realização de grandes obras de infraestrutura.

Hoje, após o breve período de restauração política conservadora, a realidade daquele primeiro período é muito mais tênue. Estamos falando de governos muito mais conservadores, mais domesticados e com menos pretensão de reformar o sistema do que os do passado. Para citar apenas alguns casos na região, temos Lula aliado a Alckmin no Brasil, Lucho Arce confrontado com Evo Morales na Bolívia, a deriva argentina que fez o candidato do peronismo progressista ser Sergio Massa. Enfim, independentemente das avaliações, estamos diante de outra realidade cuja capacidade de encantamento para os cada vez mais amplos setores insatisfeitos com a relpolík é muito limitada.

Aqueles que ocupam hoje o espaço da alternativa na política são outros, são as tendências filofascistas em crescimento ao longo e largo do continente. Em última análise, estamos testemunhando um fenômeno de proletarização do voto para a ultradireita, relacionado ao fato de que o progressismo renunciou a uma obviedade axiomática fundamental: os problemas que nossas sociedades enfrentam derivam da estrutura do sistema político-econômico ao qual estão submetidas. Assim, a esquerda vai ficando restrita à defesa desesperada de direitos cada vez mais diminuídos a cada novo ciclo econômico, acomodando-se ideologicamente aos termos políticos que o capital e o mercado vão gradualmente impondo.

Gabriel Brito é jornalista, repórter do site Outra Saúde e editor do Correio da Cidadania.

País que sediou um dos mais inovadores processos políticos dos anos 2000, o Equador afunda na instabilidade, inclusive com níveis inéditos de violência, após a retomada dos governos neoliberais. A falência do governo de Guillermo Lasso, que dissolveu o congresso, forçou eleições nas quais o empresário Daniel Noboa derrotou a advogada Luísa Gonzalez para um curto mandato de 18 meses. De toda forma, o país reproduziu um roteiro cada vez mais frequente nas democracias liberais, onde setores reacionários e conservadores conseguem captar a insatisfação social, inclusive das classes subalternas. Na entrevista ao Correio, o cientista político equatoriano Decio Machado, oferece sua explicação para o contexto deste país.

Na entrevista, Decio descreve as razões que levaram o governo do banqueiro Guillermo Lasso à bancarrota, processo que envolve um esgarçamento do tecido social causado por uma recente adesão à agenda norte-americana de guerra às drogas. Ainda assim, dada a mediocridade dos ultimos mandatários, Noboa tem condições de se fortalecer para as eleições de 2025.

“Os dois últimos governos, liderados por Lenín Moreno e Guillermo Lasso, foram tão desastrosos que a Daniel Noboa bastaria reduzir os índices de violência e insegurança interna, e alcançar certo dinamismo econômico com algum investimento estrangeiro e geração de empregos dignos para poder aspirar à reeleição em 2025”, resumiu.

jueves, 21 de septiembre de 2023

Milei, el anuncio de un futuro distópico


Por Decio Machado /
Sociólogo y consultor político

Entre las 2.848 páginas manuscritas en la cárcel italiana de Turi que dejara como legado un enfermizo y bajito recluso de origen sardo, quien fuera condenado por un tribunal fascista bajo la proclama “tenemos que impedir que este cerebro funcione durante veinte años”, aparece el siguiente texto:

«Si la clase dominante ha perdido el consentimiento, o sea, ya no es ‘dirigente’, sino sólo ‘dominante’, detentadora de la mera fuerza coactiva, ello significa que las grandes masas se han desprendido de las ideologías tradicionales, no creen ya en aquello en lo cual antes creían, etc. La crisis consiste precisamente en que muere lo viejo sin que pueda nacer lo nuevo, y en ese interregno ocurren los más diversos fenómenos morbosos.”

A partir de ahí, Antonio Gramsci crea y desarrolla en sus Quaderni del carcere el concepto de “crisis orgánica”, básicamente una crisis de representatividad, indicando su dimensión de largo plazo y afectación sobre estructuras permanentes de la sociedad. Por ende, las crisis de hegemonía -característica esencial de las crisis orgánicas- abren la oportunidad para la irrupción de un sujeto político nuevo capaz de originar las tensiones sociales y discursivas propias para la construcción de una nueva hegemonía. Para Gramsci, la reconfiguración del universo de los posibles solo es factible en condiciones de crisis y desplazamiento de equilibrios, motivo por lo cual los momentos de excepcionalidad son “momentos comunistas”.

Pese a que lo sustancial de dicha tesis sigue vigente, estamos cada vez más distantes del aquel utópico momento comunista, habiendo quedado atrapados en un intervalo del espacio-tiempo especialmente propicio para la aparición de monstruos y el auge de lo políticamente trágico.

Pues bien, esto es lo que estamos viendo en Argentina y no solamente en Argentina.

Si bien es cierto que el malestar “con” y “en” las democracias contemporáneas es un fenómeno marcado desde el arranque del presente siglo, lo que combina malestar objetivo (contraste entre democracia ideal y una democracia real cada vez más deteriorada) y malestar subjetivo (desafecto ciudadano al sistema y establishment político), también lo es que la pandemia agudizó la frustración colectiva, el desánimo comunitario y la crisis del sistema.

Es en esa insatisfacción, hartazgo y malestar social profundo, combinada con una crisis civilizatoria en la cual se incluyen valores, creencias y proyectos de vida, en la que se ancla el proyecto autoritario de la extrema derecha global y cuya expresión en Argentina encarna la figura de Javier Milei.

Argentina, pese a sus abundantes recursos naturales energéticos y agrícolas, acumula una década de estancamiento económico y una crisis que durante los últimos cinco años impactó negativamente en la capacidad adquisitiva de amplios sectores de la población. Ante esto, ni el modelo económico neoliberal ni la economía kirchnerista ha tenido capacidad de respuesta.

Pese a la sorpresa generalizada por los resultados de las PASO el pasado 13 de agosto, lo realmente sorprendente hubiera sido que el clivaje “lo nuevo vs lo viejo” no se hubiera impuesto a la tradicional fractura “izquierda vs derecha”. De ahí la disparidad sociológica del voto a Milei, donde se combina lo rural y urbano, pobres y ricos, trabajadores de la economía formal e informal, así como ancianos y jóvenes.

Es un hecho que la ultraderecha a nivel global ha conseguido elaborar relatos que, según las particularidades de cada lugar, articulan valores irrenunciables para ciertos sectores. Valores que quedaron menospreciados o ausentes en los discursos del establishment político tradicional. Estos no necesariamente se interrelacionan con sus planes de gobierno, sino que buscan activar otras lógicas más profundas -miedo, odio y frustración- que en el actual entorno de incertidumbres movilizan a la gente.

Pero más allá de lo anterior, el fenómeno de proletarización del voto a la ultraderecha tiene que ver con que la izquierda ha renunciado a una obviedad axiomática fundamental: los problemas que sufren nuestras sociedades derivan de la estructura del sistema político-económico al que estamos sometidos. Desde esa posición conservadora y derrotista, el rol de la izquierda quedó acotado a la defensa desesperada de unos derechos cada vez más menguados con cada nuevo ciclo económico, acomodándose ideológicamente a los términos políticos que paulatinamente van imponiendo capital y mercado.

En el caso argentino, el acomodo del progresismo al “realismo capitalista” permitió que Milei se apropiara de significantes y consignas propias de una izquierda que antaño se reivindicaba transformadora y hoy es parte del statu quo.

Así las cosas, mientras el peronismo tiene como única respuesta a la crisis amortiguar su dolor mediante asistencia económica del Estado, Milei promociona el frame (representación mental) de la injusticia -agenda tradicional de la izquierda- redefiniendo los porqués del desequilibrio social y presentándose como el único capaz de solucionarlo.

Es ahí, en esa asunción de la idea post-política del “no hay alternativa” -acuñado por Margaret Thatcher en los ochenta- donde se enmarca el drama peronista.

Sin alternativas políticas a una crisis de carácter terminal como la que hoy vive Argentina, no queda otra opción que gestionarla a través de medidas asistencialistas que eviten que el empobrecimiento se convierta en indigencia. En paralelo y mientras se cierran los ojos ante desequilibrios macroeconómicos de una magnitud sin precedentes, el déficit fiscal es financiado con una emisión de moneda muy superior a la capacidad productiva de bienes y servicios, generándose una espiral inflacionaria que -de forma gradual- agrava el empobrecimiento. Todo ello con la notoria ilusión de que con el paso del tiempo se superará una crisis para la cual no consideran más vía de solución que las propias del capital: intensificación del modelo extractivo, recortes presupuestarios, reforma previsional y algunas vueltas de tuerca más en la explotación laboral.

Milei ocupa el espacio vacío dejado por la izquierda tras su renuncia al cuestionamiento del sistema, lo cual en un contexto de crisis prolongada carente de solución orgánica, le permitió proyectarse al centro de la escena política argentina. Ante esto la izquierda quedó sin respuesta, pues enfrentar el discurso del odio sin plantear alternativas a sus causas más profundas refuerza su efecto entre las mayorías silenciosas carentes de expresión pública.

El exitoso impacto del discurso de Milei está más relacionado con las emociones que con sus propuestas o ideología. Se trata de una pulsión, que en el actual marco de indignación generalizada, incita a la apuesta por algo diferente.

Milei no necesita de la razón como elemento vehiculizador o motivador del voto. Es por ello que le basta con posicionar ideas simplistas como resolución de graves problemas estructurales de la economía argentina, tales como dolarizar la economía, privatizar las empresas públicas o “dinamitar” el Banco Central. Lo que en paralelo combina con la construcción populista de un “otro” como enemigo, en este caso la “casta política”, instalando además una serie de valores ultraconservadores de perfil involucionista para terminar de redondear su relato.

Pero más allá del histrionismo y discurso agresivo propio de los líderes de la ultraderecha, su puesta en escena es coherente con la coyuntura política existente. Ante la normalización de la corrupción institucional, la falta de respuestas desde el establishment político a las demandas populares, el agotamiento de un modelo económico sin soluciones ante una crisis eterna o la carencia de propuestas que aunque sean utópicas nos hagan creer en un futuro mejor, Milei aparece como una excepcionalidad que plantea -más allá de lo excéntrico y regresivo de sus propuestas- alternativas que aparecen como radicales y encarnan la rebeldía ante un sistema generador constante de injusticias. Es decir, todo aquello que tiempo atrás representó la izquierda transformadora.

Dicho esto, tomemos la propuesta de la pretendida dolarización de la economía cuyo referente es el modelo ecuatoriano, eje central de la campaña de Milei y sobre la cual sustenta tanto el cierre del Banco Central como el fin de una inflación en crecimiento continuo, para denotar la falta de solvencia y la inconsecuencia de sus argumentaciones.

Vale señalar como primera cuestión, las notables diferentes existentes entre las economías de Argentina y Ecuador. Ni la estructura del PIB, ni el volumen de los mercados, ni los productos de exportación, ni los principales socios comerciales son coincidentes.

Mientras los principales productos de exportación del Ecuador son el petróleo, el camarón y el banano; Argentina exporta maíz, harina y aceite y otros derivados de la soja. Similar disparidad existe respecto a los mercados de exportaciones entre ambos países, dos de los tres principales países receptores de los productos ecuatorianos -Estados Unidos y Panamá- tienen el dólar como divisa, mientras que el caso argentino expresa una realidad diferente teniendo a la cabeza del ranking de demandantes a Brasil y China.

Pero más allá de lo anterior, si bien es cierto que la dolarización trajo estabilidad a la economía ecuatoriana, también lo es que limitó las tasas de crecimiento económico del país, es decir, su capacidad de desarrollo. Lo que genera desempleo, altos índices de pobreza y descontento social. Valga como ejemplo indicar que Ecuador es uno de los pocos países cuya economía no recuperó sus niveles previos a la pandemia.

Por si esto fuera poco, la pérdida de soberanía monetaria implica una renuncia al principal mecanismo de coordinación social y económica de un país, limitándose la capacidad operativa de su gobierno en condiciones de estancamiento o crisis económica.

En paralelo, la experiencia ecuatoriana demuestra que la dolarización requiere de mucha disciplina fiscal y cuentas públicas equilibradas, complejizando el uso de las reservas internaciones existentes en el banco central en caso de ser necesarias.

Como quinto elemento de riesgo destacado a señalar, la dolarización implica un equilibrio permanente entre la salida y entrada de moneda en la economía nacional, algo complejo para países sometidos a la volatilidad de precios de los commodities y con alta vulnerabilidad a shock externos.

La repercusión inicial de la dolarización sobre las remuneraciones de los trabajadores es otro elemento importante a considerar, pues convierte a estos en salarios miseria, obligando a la población a pasar por un período transitorio de alto sufrimiento. Al Ecuador le costó años de dignificar los salarios a través de su incremento paulatino.

Por último, la dolarización eleva la estructura costos en el sistema productivo nacional, lo que hace a la industria poca competitiva, teniendo como resultado procesos de reprimarización económica.

Para terminar un par de apuntes, pese al sorprendente estado de shock en el que vive la clase política, está por ver que Javier Milei gané las elecciones. De hecho, la diferencia entre La Libertad Avanza y Unión por la Patria apenas llega a los 700.000 votos en un proceso que involucró a más de 24 millones de electores, lo que deja abierto el escenario futuro.

Pero si algo diagnostica los resultados del pasado 13 de agosto, es el fracaso de la clase política argentina y en especial el de un progresismo cuyos incumplimientos e inconsecuencias son el caldo de cultivo de la extrema derecha.

Fuente: Revista Coyunturas

martes, 2 de mayo de 2023

El progresismo como parte del sistema

 


Por Decio Machado / Director Fundación Nómada

Arranco esta breve reflexión rememorando a José Ortega y Gasset, quien fue el más destacado referente de una generación de intelectuales españoles que en 1914 toma consciencia y se levanta contra la “vieja política”.

En el ámbito filosófico Ortega y Gasset, arqueólogo de la verdad y del conocimiento, plantea su teoría de la razón vital como alternativa al intelectualismo racionalista (razón pura cartesiana), la cual se fundamenta sobre dos perspectivas: la perspectiva de la vida que viene dada como realidad y la perspectiva de la razón donde el individuo se sitúa en su esfuerzo por comprender la realidad.

Parte del pensamiento orteguiano se condensa en la famosa frase “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”, contenida en su obra “Meditaciones del Quijote” (1914), y que viene a indicar que vivir es tratar con el mundo y entendiendo el contexto actuar en él. Partiendo de esa filosofía y como respuesta a un cuestionamiento puntual a su accionar político Ortega indicó: “No me pidan que sea coherente con mis ideas, pídanme que sea coherente con la realidad”.

Pues bien y tras esta introducción, la realidad de la izquierda latinoamericana en este momento es que, moderado su discurso político hasta la enésima expresión y en varios casos hasta obligados a forjar alianzas electorales con la centro derecha y el liberalismo ante el ascenso de nuevas tendencias filofascistas en la región, en la actualidad el progresismo se enfrenta a una grave pérdida de identidad y de confusión en su perfil ideológico.

Teniendo en cuenta, desde un enfoque estrictamente político, que el denominador común que transversaliza el primer ciclo de hegemonía progresista en el subcontinente es su incapacidad para generar transformaciones políticas, sociales y económicas de perfil estructural en los respectivos países en los que fue gobierno con excepción de Venezuela -lo cual es un caso singular de estudio-, en las condiciones actuales las posibilidades de alcanzar tales objetivos se muestra sustancialmente más lejanas.

Todos los gobiernos progresistas actualmente existentes en América Latina, tanto los que repiten como los que se estrenan en tales funciones, en la coyuntura política actual optaron por temperar sus discursos y propuestas políticas a cambio de alcanzar el poder. Sin embargo, el actual desplazamiento político y programático del progresismo hacia el centro implica una influencia cada vez mayor del conservadurismo moderado y sectores corporativos sobre dicha sensibilidad política. En estos momentos, esto es visible en Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador sin ser el progresismo gobierno e incluso en Venezuela. En la práctica, lo que en corto puede parecer una concesión que posibilita su acceso al poder y en cierto modo les proporciona cierta estabilidad política, a la larga les aleja de los sectores sociales que históricamente les respaldaron y de la presión social que necesitan para implementar las reformas políticas instaladas en sus respectivos programas de gobierno y/o compromisos electorales.

Entregados al pragmatismo y la renuncia a lo que originariamente posicionaron como identidad ideológica, en este segundo ciclo de hegemonía progresista en curso la izquierda institucional poco se distinguen en su accionar de otras fuerzas existentes en el actual ecosistema político. En la gestión de los actuales gobiernos progresistas en el subcontinente la implementación de políticas públicas direccionadas hacia la transformación social es prácticamente inexistente, se carece de alternativas al modelo económico vigente y no se implementan fórmulas diferenciadas a la tendencia punitivista imperante que aporten soluciones en el corto plazo a los crecientes problemas de criminalidad e inseguridad ciudadana. Al menos en ambos casos, siendo la economía y la seguridad las principales preocupaciones en nuestras sociedades latinoamericanas, las políticas planteadas desde el progresismo se asemejan cada vez más a las a las propuestas históricamente identificadas con la derecha moderada.

Así las cosas, la izquierda progresista muestra su incapacidad para recuperar el entusiasmo popular que generó en su pasado reciente, cundiendo la apatía política en sus respectivas sociedades latinoamericanas que visualizan -con cada vez mayor claridad- la incapacidad de dicha sensibilidad política para producir las profundas transformaciones sociales que se reclaman y son necesarias en los distintos países de la región.

Es en este contexto donde el populismo de derecha radical acumula capital político, mostrándose -pese a sus reciente derrotas electorales- como una propuesta alternativa al actual establishment político latinoamericano del cual el progresismo pasó a formar parte, lo cual supone por momentos una amenaza cada vez mayor para nuestras frágiles, deficientes y limitadas democracias.

lunes, 1 de mayo de 2023

Ecuador: Crisis Orgánica

 


Por Decio Machado / Semanario La Brecha


El pasado 19 de abril la Comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional (Parlamento del Ecuador) inauguro el proceso, aun en curso, de recepción de testimonios y pruebas enmarcado en el juicio político contra el presidente Guillermo Lasso, a quien la oposición acusa de malversación de fondos públicos.

Dicha Comisión de Fiscalización, compuesta por nueve legisladores, tendrá hasta el próximo 6 de mayo para aprobar su informe, el cual debe recomendar o no que el proceso vaya al pleno de la Asamblea Nacional, donde una mayoría calificada (92 votos de los 137 legisladores que la componen) podría destituir de sus funciones al presidente Lasso.

La iniciativa legislativa, impulsada desde las bancadas correísta y socialcristiana con el apoyo de otras facciones políticas representadas en el parlamento, enfrenta un escenario complejo: no hay mayorías políticas claramente establecidas en el actual legislativo y la debilidad de los argumentos por parte de los promotores del juicio político ha generado que la acusación inicial por peculado en torno a una contratación pública mutara hacía la legitimidad del mecanismo de renovación automática aplicada sobre dicho contrato. Entre tanto, maniobras destinadas a la “compra de voluntades” por parte de operadores políticos gubernamentales restan paulatinamente votos a una mayoría inicial de 104 legisladores que se pronunciaron el pasado 4 de marzo a favor de que tuviera lugar dicho proceso.

Mientras y en paralelo a esta disputa político institucional entre oficialismo y oposición que incendia en estos momentos las redes sociales, una sociedad ecuatoriana cada vez más distanciada del establishment político que dice representarla ve como entre 2021 y 2022 las muertes violentas crecieron un 82% en el país y como este indicador se mantiene espectacularmente al alza durante el año en curso. Tan solo en la ciudad de Guayaquil, cuyo puerto se ha convertido en el principal hub logístico de la región para la cocaína que va a Europa y norte del continente, se registraron más de 800 muertes violentas en lo que va de año, casi el doble de las contabilizadas en este mismo período en 2022.

Incapaz de controlar el avance de las redes delincuenciales y el incremento de la inseguridad ciudadana en el país, cuestión que se tornó de máxima preocupación para la sociedad ecuatoriana, el Gobierno Nacional centra su discurso en haber logrado poner en orden las finanzas públicas y bajo políticas de austeridad haber equilibrado el déficit fiscal. Todo ello, mientras siguen deteriorándose los servicios públicos especialmente en los ámbitos de salud, educación y atención a sectores históricamente olvidados.

Ecuador es uno de los pocos países de la región que aún no recuperó sus indicadores sociales y económicos existentes previos a la pandemia. La carencia de políticas públicas enfocadas a la dinamización del mercado interno hace que no se estén creando fuentes de empleo reales y inversión pública en infraestructuras es prácticamente inexistente, lo que ha derivado en una nueva ola de migración regular e irregular -arriesgando su vida vía selva del Darién- hacia Estados Unidos. Entre 2021 y 2022 más de 189 mil ecuatorianos salieron del país, cifra que supera el saldo migratorio de los últimos doce años en el país.

En estas condiciones y en términos gramscianos, con un Gobierno cuya popularidad apenas alcanza el 16% y una Legislativo con una credibilidad inferior al 6%, Ecuador se encamina de forma acelerada hacia una crisis orgánica donde ya comenzó a reposicionarse en la narrativa popular la vieja consigna “¡Que se vayan todos!”.