viernes, 11 de noviembre de 2011

Estados Unidos firma tres nuevos TLC

Por Decio Machado (publicado para el periódico DIAGONAL)


El pasado 12 de octubre tanto el Congreso como el Senado de los Estados Unidos ratificaban de manera definitiva los Tratados de Libre Comercio con Colombia, Panamá y Corea del Sur.
Superadas las antiguas resistencias demócratas a la violación sistemática de derechos humanos en Colombia, apenas hubo debate en las cámaras norteamericanas, donde lo más que se dio fueron reproches desde la bancada republicana a Obama por la demora en enviar estos acuerdos para su ratificación, firmados durante el mandado de George W. Bush.


Tras la ratificación en Legislativo la Casa Blanca anunciaba, no sin cierto optimismo, que con estos tres acuerdos podrán aumentar las exportaciones estadounidenses en 13 millones de dólares al año y generarse 250 mil nuevos empleos en el gigante del Norte.


El TLC visto desde Colombia
Las presiones ejercidas entre otros actores sociales por la Iglesia católica, el grupo civil Misión Salud y OXFAM Internacional sobre la bancada demócrata consiguieron paralizar la ratificación del TLC con Colombia durante cinco años. La falta de resultados en los planes de reanimación económica de Obama llevó a que se priorizara este acuerdo comercial ignorándose que desde la llegada del presidente Juan Manuel Santos al Palacio de Nariño, en agosto 2010, han sido asesinados 38 dirigentes sindicales y la violencia del Estado no ha disminuido en este país andino.

El júbilo gubernamental tras la ratificación del TLC se manifestaba a través del primer mandatario colombiano, cuando afirmaba que con dicho acuerdo Colombia crecerá “1% más de lo que venía creciendo” y se aumentarán las exportaciones en aproximadamente un  6%.
No piensa igual el economista colombiano Rafael Enciso, quien declara que con el TLC se “generará ruina sobre la agricultura y la totalidad de los sectores económicos y empresas no monopolizadas de Colombia, además de aumentar el desempleo, la explotación de los trabajadores y el saqueo de las riquezas naturales del país”. Enciso forma parte de los cuatro millones y medio de colombianos que viven en Venezuela consecuencia de la falta de oportunidades económicas y la violencia interna existente en su país.

También los pequeños empresarios colombianos muestran su preocupación cuando son indagados al respecto. “Con el TLC saldrán favorecidos los compradores, dado que tendrán amplia variedad en donde escoger sus productos. Sin embargo la gente no va a comprar productos colombianos que tengan costos similares o más caros que los que vengan de los EEUU. No podemos competir con la productividad y costos norteamericanos, para los pequeños productores y comerciantes nacionales esto será nuestro fin”, afirma Felipe Zarabanda, comerciante minorista del sector textil.

Para Jorge Robledo, senador del Polo Democrático Alternativo, “este es un acuerdo que afectará todos los sectores de la economía en el país, pero principalmente en regiones fundamentalmente agrícolas”. Según  el senador colombiano, los productos nacionales  como el maíz, el arroz y la leche quedarán rezagados en el escenario del intercambio internacional en donde, según afirma, los únicos que saldrán beneficiados serán las empresas transnacionales y las minorías importadoras colombianas. Robledo concluye indicando: “invito a los agricultores y ganaderos colombianos a que nos pongamos en pie de lucha para evitar a toda costa que desaparezca la industria nacional y que sólo unas pocas minorías se lleven los beneficios y nos dejen las pérdidas”.

Pero las preocupaciones por el recién ratificado TLC no solo provienen del campo social, el pequeño empresariado o la oposición política colombiana. La médica cirujana de la Universidad Libre de Calí y senadora del oficialista Partido de la U, la Dra. Dilian Francisca del Toro, nos manifiesta también sus reticencias. “Con la puesta en marcha de este TLC sufrimos el riesgo de que las empresas extranjeras puedan van a invadir el mercado nacional con medicinas sin altos estándares de calidad“, alerta la senadora vallecaucana, quien indica que “existe el riesgo de que se generen desventajas considerables frente a las condiciones de EEUU, lo que se reflejaría en un deterioro en la Salud Pública que podría ocasionar una disminución en el acceso a los medicamentos”.

El TLC visto desde Panamá

En el caso panameño, la principal resistencia de los demócratas para la firma de este TLC se argumentó entorno a la crítica a los paraísos fiscales. Esta quedó despejada en noviembre de 2010, cuando EEUU y Panamá suscribían un acuerdo para el intercambio de información tributaria, conocido por su sigla en inglés "TIEA" (Tax Information Exchange Agreement), lo que permite compartir información sobre todo tipo de impuestos tanto en casos civiles como criminales.

Para el presidente panameño, Ricardo Martinelli, la firma de este acuerdo “es un logro de todos los panameños y por qué no mencionarlo, también de las administraciones que nos han antecedido”.

Sin embargo el economista panameño y profesor universitario Adolfo Quintero, nos indica sus dudas debido a las asimetrías del acuerdo. "Panamá no puede competir con los multimillonarios subsidios que el gobierno de EEUU otorga a su sector agropecuario", afirma Quintero, quien asegura que "esto genera problemas en cuanto a los períodos de desgravación arancelaria para determinados productos del agro y la industria".

De igual manera se manifiesta el ex ministro de Desarrollo Agropecuario y ex negociador del TLC Laurentino Cortizo, quien afirma que la falta de políticas que impulsen el desarrollo agropecuario en Panamá, han significado una caída de 35.000 hectáreas sembradas en los últimos cinco años. La agricultura representa el 5% del PIB de Panamá, sin embargo es fuente de ocupación para el 20% de la mano de obra del país.

Más críticos aún se manifiestan los sectores sindicales. Para Samuel Rivera, portavoz del Consejo Nacional de Trabajadores Organizados (CONATO), "un tratado como este para nuestro país es un simple engaño que además ha sido aprobado a espaldas del pueblo”. De igual manera piensa Gabriel Castillo, histórico líder de la Confederación Nacional de Unidad Sindical Independiente (CONUSI). “Estos tratados son leoninos y únicamente van en la vía de lo que realmente le interesa y beneficia a EEUU", afirma Castillo, asegurando que "van a exportar productos estadounidenses a mansalva hacia Panamá y van a entregar a las empresas multinacionales todo lo que es el mercado interno y los productos que nosotros estamos dejando de producir”. Entre los grandes beneficiaciones del TLC con los EEUU se encuentran los importadores y exportadores panameños, “entre ellos el presidente Ricardo Martinelli, quien tiene los supermercados y es un gran exportador de productos", concluye denunciando Castillo.

Corea del Sur

La ratificación del TLC entre EEUU y Corea del Sur tendrá un fuerte impacto sobre las economías de Japón y Taiwán en el suroeste asiático. Estas economías son fuertes competidores en productos electrónicos, informáticos y de telecomunicaciones, y las rebajas de aranceles para los productos coreanos afectará seriamente a las exportaciones nipones y taiwanesas.

Los grandes beneficiados de esta situación fueron una vez más los chinos, quienes aprovecharon la situación de Taiwán para firmar en junio del año pasado firmaron un Acuerdo Marco de Cooperación Económica con la isla y condicionar los conflictos entorno al estrecho de Formosa.

"El enfrentamiento a la agresión que constituyen los TLC es una tarea constante de la práctica política"

Fander Falconí, uno de los fundadores del Movimiento Alianza PAIS ejerció como cargos en el gobierno de Rafael Correa, primero como titular de la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (SENPLADES) y luego como Canciller de la República. En la actualidad ejerce como académico e investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO)

Decio Machado: Los Estados Unidos tienen firmados TLC con todos los países de la costa del Pacifico latinoamericana con excepción del Ecuador. ¿Es posible el Ecuador sostener esta situación durante mucho tiempo?

Fander Falconí: Es factible. Los TLC son mucho más que tratados de comercio: implican sumisiones geopolíticas y disciplinas sociales que sólo competen a cada país de manera soberana, no a una potencia extranjera y menos a un orden internacional, organizado en torno a la omnipotencia del mercado, que pregonó el fin de la historia. Ecuador debe ser consistente con su propuesta de desarrollo endógeno y el buen vivir vigente en la Constitución aprobada en forma mayoritaria por el pueblo ecuatoriano en 2008.

D.M.: ¿Qué impacto tendrá para la economía ecuatoriana la firma del TLC con Colombia?

F.F.: Ecuador no debe asumir como referentes los avances de la negociación logrados por colombianos, pues su política comercial es francamente librecambista y, por lo tanto, diferente a la que requiere una opción comercial de desarrollo endógeno o el énfasis en la producción interna. En consecuencia, Ecuador debe atender sus propios tiempos, sin condicionarse por la dinámica que haya adoptado Colombia.

D.M.: Ecuador está negociando un Acuerdo de Asociación con la Union Europa. Para muchos sectores de la izquierda social y política ecuatoriana el AdA de la UE no es más que un TLC encubierto. ¿Qué opinión le merece esto?

F.F.: Este es el peor momento para una negociación comercial con Europa. La geopolítica global atraviesa un acelerado proceso de cambio, en el que se esbozan como factores clave la ralentización del liderazgo estadounidense en lo político, económico y cultural; la crisis económica de la Unión Europea en especial a partir de la crisis de las hipotecas subprime, que tiene a varios países como Grecia, al borde de la quiebra y a otros bajo el rígido monitoreo (ajustes estructurales neoliberales, reducción del gasto y consumo público) del FMI: Portugal, Irlanda, España, Italia.

De otro lado, el encargado de negocios del bloque europeo en el Ecuador, Peter Schwaiger, anunció que la reanudación de las negociaciones comerciales con la Unión Europea (UE) -el acuerdo “multipartes”- se postergaría para el año 2012.

Visto en forma constructiva, la dilación planteada por la UE es conveniente para consolidar una posición ecuatoriana articulada a la noción de desarrollo endógeno; para evaluar las costuras de lo aprobado en el “multipartes” por Colombia y Perú; para analizar más en profundidad la crisis del banano (hay que considerar que Ecuador tuvo ingresos de US$ 2.032 millones por las exportaciones de banana y plátano en 2010) ; para realizar estudios de impacto; en fin, para consensuar con los actores sociales una auténtica posición nacional.

El aplazamiento debería servir para trazar la línea demarcatoria entre los aspectos comerciales (en especial desgravación arancelaria y acceso a mercados) y los servicios (inversión en sectores estratégicos). Así como para incorporar con entereza los temas migratorios y definir en forma clara la posición en aspectos sensibles (tratamiento de la  propiedad intelectual, soberanía alimentaria y compras públicas).

De lo que se ha podido estudiar, para Ecuador los resultados del Multipartes serían pobres, como lo han advertido los investigadores de Flacso Hugo Jácome y Martín Cicowiez, al evaluar, bajo supuestos realistas, sus impactos macroeconómicos: en el período 2011-2015, 0,32% de incremento en la tasa de crecimiento del PIB y tasas de crecimiento de las importaciones (1,1% del PIB) mayores a las de las exportaciones (0,8% del PIB). Esto debilitaría la balanza comercial (ya deficitaria) del país, y pondría en riesgo la dolarización.

D.M.: Usted formó parte de los autores de un libro que hizo historia en el Ecuador, “El rostro oculto del TLC”. ¿Cuál es su opinión del rostro oculto de los TLC en América Latina?

F.F.: El enfrentamiento a la agresión que constituyen los TLC es una tarea constante de la práctica política. Los grupos articulados al gran capital son los mismos que intentaron imponernos en Ecuador, sin beneficio de inventario, un TLC con los Estados Unidos. Esa negociación se inició en el gobierno de Lucio Gutiérrez (2003-2005). Este proceso careció de legitimidad. Estuvo conducido, en forma vertical, por un puñado de sectores empresariales que saldrían favorecidos, como alertamos en El rostro oculto del TLC.

Esto se aplica para América Latina. Los TLC son mucho más que tratados de comercio: implican sumisiones geopolíticas y disciplinas sociales que sólo competen a cada país de manera soberana, no a una potencia extranjera y menos a un orden internacional, organizado en torno a la omnipotencia del mercado, que pregonó el fin de la historia.