martes, 5 de diciembre de 2023

Ecuador repite la dinámica en la que la izquierda habla del pasado y la derecha apunta al futuro

Gabriel Brito / Correio da Cidadania / Brasil

Ecuador, un país que albergó uno de los procesos pretendidamente más innovadores de la primera década del 2000, se está hundiendo en la inestabilidad, incluido los altos niveles de una violencia sin precedentes en el país, tras la reanudación de gobiernos neoliberales. La quiebra del gobierno de Guillermo Lasso, que disolvió la Asamblea Nacional, obligó a estas últimas elecciones en las que el empresario Daniel Noboa derrotó a la abogada Luisa González en la disputa por un breve mandato de 18 meses. En tal caso, el país se adherió al guión cada vez más común en las democracias liberales, donde sectores reaccionarios y conservadores logran captar la insatisfacción social, incluso entre las clases subordinadas. En esta entrevista, el politólogo hispanobrasileño afincado en Ecuador Decio Machado ofrece su explicación sobre el contexto de este país.

En la entrevista, Decio describe las razones que llevaron al gobierno del banquero Guillermo Lasso al desastre, proceso que implicó también un importante desgaste del tejido social provocado por una reciente adhesión del país a la agenda norteamericana de guerra contra las drogas. Aun así, dada la mediocridad de los últimos presidentes, Noboa podría lograr fortalecerse durante este corto mandato de cara a las elecciones de 2025. «Los dos últimos gobiernos, encabezados por Lenín Moreno y Guillermo Lasso, fueron tan desastrosos que Daniel Noboa necesitaría reducir en algo los niveles de violencia e inseguridad interna, y lograr cierto dinamismo económico con algo inversión extranjera y cierta creación de empleos dignos para poder aspirar a la reelección en 2025», resumió.

En cuanto a la entrada del narcotráfico al país, con fuerte impacto en el último proceso electoral, se trata de una historia cuyo fracaso Brasil conoce bien. «La violencia comienza a aumentar cuando la administración de Moreno importa la guerra contra las drogas de Estados Unidos. Hasta entonces, la droga pasaba por el territorio ecuatoriano, dejando una pequeña porción para el microtráfico interno y saliendo por puertos y aeropuertos con destino a Estados Unidos y Europa, que son los mercados donde estas redes criminales generan sus grandes ganancias. Este error táctico, debido al supeditamiento de los gobiernos de Moreno y Lasso a la política antinarcóticos de la Casa Blanca, es el origen de la situación que hoy enfrenta el país, agravada a partir de que los cárteles mexicanos comenzasen a pagar con producto ilícito a sus partners locales, desatando una crisis interna, una guerra entre bandas por el control de las rutas de tránsito, puntos de venta y mercados», explicó.

En cuanto a la izquierda hegemónica del país, vale la pena entender por qué no pudo ganar las elecciones luego de liderar el llamado proceso de la llamada Revolución Ciudadana, mediante el cual se instituyó una nueva Constitución, con reconocimiento de la diversidad de los pueblos y respeto a los derechos de la naturaleza, además de generar ciertos avances socioeconómicos. Una vez más, movimientos sociales con fuerte subjetividad antisistémica no abrazaron a la candidata apoyada por el expresidente Rafael Correa durante el proceso electoral.

«Rafael Correa criticó a su candidato presidencial en las elecciones de 2021, Andrés Arauz, candidato vicepresidencial en esta última elección, cuando intentó acercarse al movimiento indígena. En este proceso electoral de 2023 fue el líder de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) quien propuso apoyar al correísmo, siempre y cuando se comprometiera a atender las demandas políticas del movimiento indígena, pero en la práctica todo quedó en nada».

Machado complementa esto con un análisis cada vez más frecuente en estos momentos en las luchas políticas e incluso de clase que marcan los procesos políticos que vivimos en la actualidad. Mientras la izquierda defiende un pasado que ya no puede regresar, la derecha se presenta como «disruptiva». A pesar de las ilusiones institucionales del correísmo, la falta de crítica al modelo capitalista y su lógica de reproducción deriva en algo fatal para sus aspiraciones electorales. «En definitiva, asistimos a un fenómeno de proletarización del voto a la derecha y la ultraderecha, relacionado con el hecho de que el progresismo ha renunciado a un axioma fundamental: los problemas que enfrentan nuestras sociedades derivan de la estructura del sistema político-económico al que pertenecen y están sometidos. Así, la izquierda queda restringida a la defensa desesperada de derechos cada vez más disminuidos con cada nuevo ciclo económico, acomodándose ideólógicamente a los términos políticos que el capital y el mercado van imponiendo paulatinamente».

Lea la entrevista completa con Decio Machado:

¿Cómo viste la disputa en la segunda vuelta en las recientes elecciones presidenciales en Ecuador entre Daniel Noboa, representante conservador, y Luisa González, del movimiento Revolución Ciudadana, hasta hoy respaldada por Rafael Correa y los gobiernos que formaron parte del ciclo progresista en América Latina? ¿Que significa esta victoria de Daniel Noboa?

Estamos en la fase de conformación del nuevo gobierno, en cual entró en funciones a finales de este mes de noviembre, lo cual permite analizar el proceso electoral con cierta frialdad y visión restrospectiva.

Una vez analizados los informes de diferentes encuestadoras sobre la evolución de la intención de voto durante campaña electoral, todo apunta a que la disputa presidencial se resolvió en primera vuelta.

Pese a que la familia Noboa forma parte de las élites económicas más privilegiadas del país y de que su padre, Álvaro Noboa, haya sido cinco veces candidato presidencial con escaso éxito; al arranque de este proceso electoral Daniel Noboa era un personaje prácticamente desconocido para la sociedad ecuatoriana. De hecho, durante toda la primera vuelta su estrategia de campaña tuvo los rasgos clásicos de una campaña de posicionamiento de imagen con foco en las próximas elecciones del 2025.

Sin embargo, en un proceso electoral desestabilizado por el impacto de la violencia que derivó en los asesinatos de varias autoridades locales, candidatos al parlamento y uno de los candidatos presidenciales; Daniel Noboa lograría obtener 2,31 millones de votos (23,47% de los votos válidos emitidos) y entrar sorpresivamente a disputar la segunda vuelta frente otros rivales de la derecha que a priori parecían más opcionados.

En un Ecuador inmerso en una crisis de representación y ante el hastío generalizado que siente la sociedad ecuatoriana respecto a su establihsment político, Noboa consiguió representar lo nuevo frente a lo viejo con eslóganes como “Por un nuevo Ecuador” o “Somos una nueva generación”.

Así mientras, mientras el discurso de la candidata correísta Luisa González reivindicaba un “romantizado” pasado mejor, haciendo referencia a la década de gobierno de Rafael Correa, el discurso de un Daniel Noboa, de 35 años de edad, le hablaba a los jóvenes y se enfocaba en el futuro.

Llegada la segunda vuelta, bastó con el alineamiento del variado espectro político y social anticorreísta para que Daniel Noboa se impusiera a su oponente un por escaso margen de votos.

En resumen, frente al prematuro envejecimiento político del progresismo ecuatoriano, el triunfo de Daniel Noboa demuestra la capacidad de renovación política y de liderazgo en la conservadora derecha ecuatoriana.

¿Cómo evalúas el gobierno de Guillermo Lasso? ¿Qué factores le llevaron al expresidente Lasso a terminar anticipadamente su mandato e incluso clausurar el parlamento, provocando la convocatoria anticipada de estas últimas elecciones generales?

El gobierno de Guillermo Lasso es posiblemente el peor gobierno que ha tenido el Ecuador a lo largo de su historia republicana. Fue un gobierno compuesto tan solo por élites blancas, donde las mujeres ocupaban puestos ministeriales secundarios y en el cual todos sus miembros estaban vinculados al mundo corporativo. Nunca entendieron la política, nunca les importó el país y menospreciaron el rol del Estado, y en el cual los niveles de ineficiencia y corrupción fueron escandalosos.

Pero más grave que todo lo anterior es que el gobierno de Guillermo Lasso tiene serios indicios de vinculaciones con el narcotráfico, cosa que no es tan sorprendente teniendo en cuenta que el mandatario es el propietario del segundo banco más importante del país y es en las instituciones financieras donde lavan sus activos las redes delincuenciales a nivel global.

A partir de ahí se abrieron una serie de acciones investigativas en el Legislativo ecuatoriano que derivarían en un juicio político que debió terminar en la destitución del todavía actual presidente del Ecuador. Dos días antes de que se diera el resultado de dicho juicio político, Lasso disolvería la Cámara de Representantes y convocaría elecciones anticipadas.

Podríamos definir al gobierno de Guillermo Lasso como un gobierno fracasado y desconectado de la realidad del país, sin más propuesta económica que el beneficio de las élites empresariales más cercanas al gobierno y durante el cual el país se convirtió en uno de los principales hub de la droga en América Latina, elevando sus indicadores de violencia a cuotas nunca antes vistas en Ecuador.

Para el público brasileño, ¿qué significa exactamente la «muerte cruzada»? ¿Qué opinión te merece este dispositivo normativo?

La “muerte cruzada” es como se conoce al mecanismo de destitución al presidente del Ecuador y la disolución de la Asamblea Nacional (parlamento ecuatoriano) previsto en los artículos 130 y 148 de la Constitución vigente.

Bajo causales, formas y plazos establecidos, el artículo 130 permite al Legislativo destituir al presidente de la República con una mayoría calificada de dos tercios de los parlamentarios, mientras que el artículo 148 faculta al primer mandatario ha disolver al poder legislativo, esto es lo que pasó en mayo de este año en Ecuador, permitiéndole gobernar por decreto durante seis meses hasta el establecimiento de un nuevo gobierno salido de las urnas.

Desde mi punto de vista, es un grave error de los constituyentes ecuatorianos permitir que el presidente de la República pueda disolver la poder legislativo. La solución a una crisis democrática pasa por más democracia y no por menos, permitirle a un gobierno en crisis regir por decreto a un país que lo cuestiona durante sus últimos seis meses responde a lógicas autoritarias y no a procesos constituyentes posneoliberales como era el pretendido caso de la Constitución del 2008 en Ecuador.

¿Qué perspectivas se abren ante este corto mandato de Noboa? ¿Ves posibilidades de estabilización política en el país?

El gobierno entrante gobernará el país apenas 18 meses, es un gobierno transitorio hasta un nuevo proceso electoral que tendrá lugar en el primer trimestre de 2025 con una nueva investidura será a finales de mayo de ese año.

El presidente Noboa tomará las riendas de un país sumido en una grave crisis multifacética: una crisis de seguridad, en la actualidad Ecuador registra una tasa de más de 40 homicidios por cada 100.000 habitantes; junto a una crisis de representación política, donde la legitimidad de la clase política y las instituciones públicas cada vez es menor entre una sociedad que ya no cree en nada ni en nadie; además de una crisis económica que deviene desde el semiestancamiento del 2015 tras el fin del “boom de los commodities”. Ecuador es el único país de la región que aun no ha recuperado los indicadores macroeconómicos previos a la pandemia de 2020, aquí no ha habido recuperación económica tal y como indicaba la falacia discursiva gubernamental, lo que ha vivido el país es apenas un “efecto rebote” tras la parálisis económica del coronavirus.

Los dos últimos gobiernos, administraciones de Lenín Moreno y Guillermo Lasso, han sido tan nefastos que a Daniel Noboa le bastaría con rebajar los indicadores de violencia e inseguridad interna y lograr cierto dinamismo económico con algo de inversión extranjera y generación de empleo digno para poder aspirar a reelegirse en 2025.

Aunque Moreno y Lasso han dejado el listón muy bajo, Noboa no lo tendrá fácil. Sólo tiene 14 escaños en un parlamento de 137 legisladores, donde la bancada correísta es la principal oposición. Pese a una voluntad por acuerdos entre las distintas facciones representadas en la Asamblea Nacional (Parlamento) hecho de que el país vuelva a verse inmerso en un proceso preelectoral dentro de unos meses no ayudará a generar consensos. 

¿Cómo ve la entrada del narcotráfico en escena en un país considerado internacionalmente como màs propenso a esta influencia? ¿Está el Estado nacional lo suficientemente preparado para enfrentar a este poderoso actor transnacional?

Ecuador históricamente ha estado bajo presión del narcotráfico desde los años 90. Su posición geográfica, ubicado entre Colombia y Perú, lo ha convertido en un país de tránsito. Posteriormente, tras el proceso de dolarización de enero de 2000, se convirtió también en un mercado de lavado de dinero. Sin embargo, en los años siguientes, esto no se tradujo en un aumento significativo de la delincuencia dentro de sus fronteras.

 La violencia comienza a aumentar cuando la administración de Lenín Moreno importa la guerra contra las drogas de Estados Unidos. Hasta entonces, la droga pasaba por territorio ecuatoriano, dejando una pequeña porción para el microtráfico interno y saliendo por puertos y aeropuertos con destino a Estados Unidos y Europa, que son los mercados donde estas redes criminales generan grandes ganancias.

 Este error táctico, debido a la supeditación de los gobiernos de Moreno y Lasso a la política antidrogas de la Casa Blanca, es el origen de la situación que hoy enfrenta el país, agravada cuando los cárteles mexicanos comienzan a pagar con productos en lugar de dólares o criptomonedas a sus socios locales, desatando una crisis interna generadora de guerra entre pandillas por la disputa de rutas, mercados internos y puntos de venta.

 Cuando Condolezza Rice, durante la administración Bush, redefinió el concepto de "Estado fallido" -término que surgió en los años 1990 después del colapso de la Unión Soviética- habló de un Estado donde las redes criminales habían penetrado su sistema político, su sistema judicial y sus sistemas de seguridad... Bueno, en Ecuador el narcotráfico financia campañas electorales y penetra el Estado en sus múltiples niveles, comprando y chantajeando a jueces, y evidentemente tiene influencia sobre ciertos comandantes y miembros de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas.

Algunos analistas dicen que el movimiento Revolución Ciudadana una vez más no obtuvo el apoyo necesario de los grupos indígenas organizados en el país, en un contexto donde un plebiscito votó a favor de prohibir la exploración petrolera en la zona amazónica, en el llamado Parque Yasuní. ¿Cómo observas estas diferencias entre un grupo político considerado progresista y movimientos que tienen una visión más radical de preservar la naturaleza y defender otra forma de vida?

Uno de los elementos característicos de la década de gestión de Rafael Correa en Ecuador de 2007 a 2017 fue su problemática relación con los movimientos sociales, no solo con el movimiento indígena, sino también con el movimiento de mujeres y el ambientalismo. La falta de reflexión crítica por parte del correísmo hace que estas heridas aún no hayan cicatrizado.

Rafael Correa criticó a su candidato presidencial en las elecciones de 2021, Andrés Arauz, cuando intentó acercarse al movimiento indígena. En este proceso electoral de 2023, fue el líder de la Confederación Nacional Indígena del Ecuador (CONAIE) quien propuso apoyar al correísmo, siempre y cuando se comprometiera a atender las demandas políticas de los indígenas, pero en la práctica todo quedó en nada.

Para los sectores sociales, apoyar a un partido político implica, además de un deseo, acuerdos concretos. Esto lo vimos en Colombia con Gustavo Petro y el Pacto Histórico. Sin acuerdos gubernamentales e incluso nombres en ciertas áreas de gestión, cualquier posición pública a favor de la Revolución Ciudadana por parte de los movimientos sociales sería mera sumisión.

Mientras Revolución Ciudadana y su líder histórico no entiendan esto, seguirán compitiendo en procesos electorales sin el apoyo de la red social organizada en Ecuador. Y los hechos lo confirman: no avanzan solos en su disputa por el poder.

¿Cómo observa la llamada ola progresista latinoamericana, que se inició en 1998 con la elección de Chávez en Venezuela y gobiernos de perfil izquierdista en prácticamente todos los países sudamericanos en la primera década de los 2000? ¿Cómo valora la etapa actual de los grupos políticos que lideraron esta ola, después de crisis estructurales en todos los países, el regreso de gobiernos de derecha, algunos de ellos incluso de perfil neofascista y, a pesar de todo, nuevas victorias electorales en ¿este campo?

En mi actividad como consultor político tuve la oportunidad de asesorar a varias organizaciones políticas y gobiernos asociados al progresismo en América Latina, lo que me permite distinguir dos momentos.

En el primer momento, ubicado en la primera década y media de este siglo, a pesar de las diferencias entre ellos, el progresismo compartía al menos cuatro características: el fortalecimiento/reposicionamiento de los Estados luego del período neoliberal; la implementación de políticas sociales compensatorias como eje de la nueva gobernanza; el modelo extractivo de producción y exportación de mercancías como base de la economía; y la realización de grandes obras de infraestructura.

Hoy, después del breve período de restauración política conservadora, la realidad de ese primer período es mucho más tenue. Estamos hablando de gobiernos mucho más conservadores, más domesticados y con menos intención de reformar el sistema que los del pasado. Por citar sólo algunos casos en la región, tenemos a Lula aliado con Alckmin en Brasil, a Lucho Arce enfrentado a Evo Morales en Bolivia, a la deriva argentina que hizo el candidato del peronismo progresista Sergio Massa. En definitiva, independientemente de las valoraciones, nos encontramos ante otra realidad cuya capacidad para encantar a los sectores cada vez más amplios descontentos con las relaciones es muy limitada.

Quienes hoy ocupan el espacio de la alternativa en la política son otros, son las tendencias filofascistas que crecen en todo el continente. En definitiva, asistimos a un fenómeno de proletarización del voto hacia la ultraderecha, relacionado con el hecho de que el progresismo ha renunciado a una perogrullada axiomática fundamental: los problemas que enfrentan nuestras sociedades derivan de la estructura del sistema político-económico al que pertenecen y están sometidos. Así, la izquierda queda restringida a la defensa desesperada de derechos cada vez más disminuidos con cada nuevo ciclo económico, acomodándose ideológicamente a los términos políticos que el capital y el mercado van imponiendo gradualmente.

Gabriel Brito es periodista, reportero del sitio Outra Saúde y editor del Correio da Cidadania. 

 



 

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