Publicado en Ediciones Legales
Constituida
oficialmente en 2008, la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), es un bloque
regional de países que tiene como objetivo la integración regional en ámbitos
tan diversos como la energía, educación, salud, ambiente, infraestructura,
seguridad y defensa de la democracia.
Conformada
por Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guayana, Paraguay,
Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela; UNASUR dirige sus esfuerzos a la
construcción de una identidad regional, bajo los principios del
multilateralismo, la vigencia del derecho en las relaciones internacionales y
el respeto por los derechos humanos.
Al
igual que otros bloques político-económicos constituidos en diversas zonas del
planeta, la propuesta suramericana es una respuesta a la economía globalizada,
buscando a través del asociacionismo promover el desarrollo interno de los
países implicados e insertarse como bloque en el sistema mundo.
Los
objetivos de la integración regional se enmarcan básicamente en las siguientes
cuestiones: estrechar relaciones entre países vecinos, reducir riesgos de
conflictos armados, reducir las asimetrías entre grandes y pequeños, promover
una convergencia en el desarrollo hacia arriba, y promover la industrialización
y los servicios por medio de complementaciones económicas.
Cabe
señalar al respecto que nuestras poblaciones viven con ilusión el proceso de
integración regional en marcha, aunque existe un notable desconocimiento entre
la ciudadanía regional sobre cuál es su origen y objetivos, en los cuales se
habla de “patria grande” auspiciado por consignas bolivarianas de hace más de
doscientos años. La región en la actualidad aparece como un nuevo horizonte de
acción a tener en cuenta en cualquier ámbito a tratar dentro de las políticas
nacionales: salud, educación, tecnología, infraestructuras, comercio,
gobernabilidad, etc.
A
través del proceso de integración regional, los países implicados buscan su
estabilidad sistémica como resultante de la puesta en común de mercados y
recursos. Bajo el objeto de favorecer el desarrollo nacional, dicha integración
aparece como una de las fuerzas motrices que explican el interés de los países
suramericanas por participar en el proceso de integración regional más allá de
las sensibilidades ideológicas de cada uno de sus gobiernos. Un buen ejemplo de
esta visión, la posicionó el ex presidente brasileño Lula da Silva, cuando en
junio del año 2008 –fecha de su fundación- indicando: “Más de 300 millones de
hombres y mujeres se benefician hoy de una fase excepcional de crecimiento
económico y de exitosos programas de inclusión social. Ellos son la base de
producción enorme y gran mercado de bienes de consumo. No es coincidencia que
ahora somos uno de los principales puntos de atracción de inversiones en el
mundo”.
El
crecimiento de las economías de América del Sur se basa, en gran medida, en el
impulso del consumo privado, el cual obedece a una sustancial mejora de los
indicadores laborales y al aumento del crédito. Fruto de ello, se produce el
agotamiento de la capacidad productiva ociosa, provocado por un incremento
sostenido de la demanda interna. Esta situación se enmarca en la mayor
disponibilidad de crédito, lo que genera aumento de la inversión y el
consiguiente crecimiento económico.
Este
crecimiento sostenido está repercutiendo de manera positiva en la capacidad de
creación de empleo en las economías de la región, lo que permite avanzar en la
reducción de la tasa de desempleo. La continuidad del crecimiento y la mejora
de los indicadores laborales permite obtener un descenso escalonado de los
indicadores de pobreza. Sin embargo, el
cambio de ciclo económico con su correspondiente baja en los precios de commodities pone en cuestión el proceso
integracionista y de crecimiento económico regional, pudiéndose convertir
UNASUR en una estructura burocrática con escasos avances.
Del
buen saber hacer de cada uno de nuestros gobiernos depende el futuro
integracionista de nuestra región. Para ello el subcontinente tiene la
obligación de afrontar nuevos retos entre los que destaca la superación de su
rol dependiente como suministrador del mercado internacional de recursos
naturales y la capacidad de generar un sistema productivo con valor agregado.
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