domingo, 19 de junio de 2022

Ecuador: «el presidente Lasso está radicalizando la movilización popular»

 



El analista político Decio Machado aborda la situación actual en Ecuador en medio del Paro Nacional indefinido. Sostiene que las demandas de la movilización son lógicas debido a la severa crisis económica del país, y caracteriza las medidas represivas como un intento del gobierno de Guillermo Lasso de recuperar el capital político que perdió por su mala gestión. Felipe Gutiérrez Ríos*, para ANRed.

La segunda jornada de movilización nacional indefinida estuvo marcada por la detención – luego revocada – de Leonidas Iza, el máximo dirigente indígena del país. El arresto arbitrario del presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) es parte de una estrategia criminalizadora del gobierno de Guillermo Lasso, que en mayo detuvo a ocho militantes del Movimiento Guevarista, y que durante las jornadas de paro ha utilizado la represión y las detenciones como una forma de quitar legitimidad al movimiento popular. 

Para hacer una panorámica sobre la situación actual en Ecuador, entrevistamos a Decio Machado, sociólogo y consultor político, autor de (entre otros) el libro “Cambiar el mundo desde arriba: los límites del progresismo”, junto con el uruguayo Raúl Zibechi. Machado caracteriza la situación política actual en Ecuador, marcada por un fuerte retroceso de la popularidad del gobierno, que ha caído de manera incluso más abrupta que Lenin Moreno, el anterior mandatario. Señala que: “esto se explica porque el presidente Lasso solo pudo cumplir una de sus promesas electorales, que fue la vacunación masiva. A partir de ahí, ha sido un gobierno sin hoja de ruta, sin agenda política, sin tener una generación de política pública concreta, más allá de su perspectiva neoliberal. Entonces la gente se ha ido desilusionando muy rápidamente. En esta situación, la CONAIE, los pueblos y nacionalidades indígenas, han llamado a una movilización de carácter permanente, que no era un paro, y que planteaba una tabla de diez reivindicaciones, donde algunas de ellas caían por su propio peso”. 

¿Por qué caían por su propio peso?

Porque son de sentido común. Para hablar claro, los servicios públicos están cada vez más deteriorados, los hospitales carecen de medicinas, la atención está siendo muy precaria, están despidiendo médicos. Los colegios están en una situación dramática de infraestructura. Las carreteras están destrozadas, esas de las que se vanaglorió en algún momento el Ecuador durante la época correista, hoy son un mar de agujeros. Y fundamentalmente la situación económica es crítica. En materia de empleo, solo 3 de cada 10 ecuatorianos recibe un empleo que llaman digno, esto significa que alcanza a cobrar por lo menos el salario mínimo interprofesional. Después de la pandemia mucha gente quedó en situación de subsistencia, la pobreza multidimensional está casi en el 40%, y hay mucha gente que no alcanza la canasta básica familiar. Los indicadores sociales han empeorado notablemente, el 32% de los ecuatorianos vive con menos de 2.8 dólares al día, lo que significa una situación de pobreza tenaz. El país ha retrocedido enormemente desde la gestión de Lenin Moreno, la pandemia golpeó aún más, y el gobierno de Lasso durante este año de gestión, no se puede apuntar un triste punto de mejoras en esta materia. Todo esto desembocó en la movilización que llevamos viviendo desde el lunes. 

¿De qué manera actuó la oposición política en todo este período?

Desde la traición de Lenin Moreno, la agenda de oposición es la agenda del correismo. Desde entonces, han llevado adelante una lógica de conflicto permanente con los gobiernos de turno, pero que se enmarca en una cuestión meramente institucional. Es decir, las calles, las movilizaciones, el tejido social organizado, son luchas que no las encabezan ellos, sino los movimientos sociales. El correismo lo que ha hecho en la última época es apoyar esas luchas, poniendo algo de movilización, pero tampoco tanto, pues no tiene un gran músculo movilizador. Pero sí cuenta con un aparato político importante, distribuido en el país. Es una posición estratégica: hoy apoyan la liberación de Iza, pero cuando eran gobierno llevaron adelante siete procesos judiciales contra él, por movilizarse contra el extractivismo minero. Eso lo hizo el gobierno de Rafael Correa. En ese sentido, el correismo tiene la memoria de un pez, y por eso los movimientos sociales han marcado diferencias importantes con ellos. 

Al mismo tiempo, dentro del movimiento indígena existen dos sectores muy marcados. Uno que hoy está en las calles movilizándose junto a Leonidas Iza, y otro al interior del Movimiento Pachakutik, que ha cogobernado con Lasso

Eso es una realidad. Tenemos el gobierno de Guillermo Lasso a consecuencia de algunas acciones de dudosa reputación por parte de sectores de la izquierda ecuatoriana. Y en esto tuvo que ver no tanto la CONAIE, sino Pachakutik, principalmente todo un sector de la intelectualidad de izquierda crítica con el correismo, que prefirió – y esto hay que decirlo claramente – apoyar a Lasso aunque fuese por debajo de la mesa. No lo cuestionaron en la segunda vuelta, para castigar al correismo a través del voto. Consecuencia de aquellos polvos, estamos en estos lodos. Existe una complicidad en estos sectores de la izquierda con las realidades que hoy ocurren en el país. 

¿Qué crees que lleva a Lasso a tomar la estrategia represiva, con medidas como la detención de Leonidas Iza, que es potencialmente destituyente?

Lasso está sintiendo que no tiene el apoyo internacional y tampoco tiene apoyo nacional consecuencia del deterioro de su imagen. Desde mi punto de vista, la movilización que convocó la CONAIE no contaba con la simpatía de al menos un 50% de la población. Entonces la represión a Iza es una operación estratégica de Lasso, de alto riesgo, en la cual detiene a su principal opositor en las calles, con la finalidad de capitalizar a toda la gente que no quería la movilización, aunque no por eso apoyaba al gobierno. Creo que Lasso hace esta operación tratando de sostener un capital político que ya no tiene, porque su deterioro de imagen es tremendamente fuerte. Es una operación desesperada e irresponsable, que le puede salir muy mal, porque puede poner encima de la mesa sangre de gente que hoy se está movilizando en las calles. El Presidente Lasso está radicalizando la movilización popular, que no tenía ese sentido en un primer momento, pero se está radicalizando a consecuencia de la detención. Es decir, las medidas represivas que ha tomado Lasso ponen en peligro la estabilidad del país, con el único objetivo de recuperar el capital político que perdió por su falta de capacidad en la gestión. Hoy no cuenta ni siquiera con el apoyo del gobierno de Estados Unidos.

¿Qué nivel de injerencia está teniendo hoy Estados Unidos en Ecuador?

La injerencia es enorme y atenta sobre cualquier parámetro de soberanía nacional. Eso pasa porque Estados Unidos está temiendo perder a Colombia, que fue el vértice estratégico que tuvo hasta ahora. Eso lo vamos a ver el próximo fin de semana: si es elegido Gustavo Petro, probablemente todo lo que significó Colombia en las últimas décadas para el imperialismo norteamericano en América Latina, intente ser trasladado al Ecuador. Al mismo tiempo, Ecuador está siendo muy afectado actualmente por las lógicas del narcotráfico. Los niveles de violencia son brutales, entonces gran parte de la injerencia norteamericana se disfraza bajo la lucha contra el narcotráfico, que ya sabemos que no es muy efectiva, pero que forma parte de las agendas políticas internacionales de los Estados Unidos. Esas dos coyunturas están haciendo que Estados Unidos tenga en Ecuador una presencia sobredimensionada para el tamaño del país.

En este caso en concreto creo que el gobierno de Lasso tuvo el apoyo de la embajada norteamericana, pero lo perdió en este año de gestión. ¿Esto significa que Washington quiere bajarse el gobierno de Lasso? No, significa que no le ve como un líder que pueda darle estabilidad al país y que no tiene continuidad política. En este sentido creo que los  Estados Unidos están buscando nuevas alternativas desde las lógicas conservadoras, porque no confían en él. 

¿Crees que estas movilizaciones puedan desembocar en un nuevo levantamiento como el de 2019?

El 2019 pasó. El país del 2019, era un Ecuador de antes de la pandemia. Estaba tremendamente afectado porque la economía ya venía paralizada desde el año 2015, que fue el momento en que impactó el fin del boom de los commodities, al final del gobierno de Correa. Desde entonces la cosa fue yendo a peor, hasta el punto de que se dio la movilización de octubre de 2019, que significaba el rechazo a meter al país en políticas neoliberales por sorpresa. Por sorpresa me refiero a que nadie votó a Lenin Moreno por políticas neoliberales, y sin embargo Moreno aplicó un programa político distinto al que presentó en la campaña electoral. Esa fue una realidad, la de octubre de 2019. 

Yo creo que hoy estamos en otra. La gente que votó consciente o inconscientemente a Guillermo Lasso, sí votó al programa que está aplicando y por lo tanto yo creo que no estamos viendo una reedición de octubre de 2019. Estamos viendo otro momento de rebeldía, de insurgencia, y de insatisfacción por parte de los sectores organizados ecuatorianos, pero me parece que tiene características y connotaciones diferentes. Es muy habitual que cuando se analiza Ecuador se tenga mitificado aquel octubre de 2019 porque fue el momento en el que empezó el temblor en toda América Latina, pero realmente hoy me parece que se vive una coyuntura diferente, no por eso menos problemática y conflictiva.


* Militante de Marabunta, investigador del Observatorio Petrolero Sur.

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