Entrevista a Decio Machado
Por Eirný Traustason / Tímarit Nemenda Háskólinn í Reykjavík
Decio Machado es uno de los analistas políticos referenciales para entender lo que hoy sucede en América Latina. A su vez, la Fundación Nómada -institución no gubernamental que dirige- está enfocada en el análisis geopolítico bajo una mirada desde el Sur. Su visita a Europa y relación con nosotros está enmarcada en el estudio sobre transiciones energéticas que dicha organización realiza en la actualidad en diferentes países latinoamericanos, siendo a su vez un hub de confluencia de pensamientos diversos donde se desarrollan múltiples investigaciones con un claro compromiso por la promoción del conocimiento abierto y el libre acceso a la información.
Empecemos por Ecuador, tu lugar de residencia y sede oficial de la Fundación Nómada. A punto de cumplirse los primeros seis meses de gobierno del presidente Guillermo Lasso, ¿cuál es la coyuntura política que vive el país?
El presidente Lasso llegó al palacio presidencial con unos compromisos de gobierno muy concretos y que podríamos resumir en dinamizar la economía del país y generar dos millones de puestos de empleo incrementando la inversión extranjera, expandiendo el sector agrícola mediante préstamos a bajo interés, aumentando la producción petrolera y ampliando la frontera extractivista en general. Esas fueron sus promesas electorales y más allá de lo anterior, debe cumplir también con una agenda foránea fondomonetarista heredada de la anterior gestión del ex presidente Lenín Moreno y cuyo eje central es la eliminación de un déficit fiscal existente de forma permanente desde el año 2009.
En este contexto y hasta el momento, la administración Lasso ha cumplido con éxito la masificación del proceso de vacunación en el país y poco más. Hablan de la creación de 275.000 nuevos empleos pero eso ni se ve ni se siente en las economías familiares, los servicios sociales siguen deteriorándose cada vez más, la economía nacional continua semiestancada desde el año 2015, el número de pobres asciende ya a 6 millones de ecuatorianos en una población de apenas 17.6 millones de personas, la gente siente que la inseguridad ciudadana crece día a día y el Estado está perdiendo la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado como habrás podido apreciar en las recientes noticias que han recorrido el mundo relacionadas con la violencia en las cárceles del Ecuador. En paralelo, las políticas de rigidez fiscal basadas en la austeridad y recorte del gasto público le actúan en contra de la ansiada recuperación económica y la generación de puestos de trabajo, y como ya sabemos es difícil encontrar casos exitosos de aplicación de programas del FMI. Ustedes mismos saldaron de forma anticipada, en 2015, el programa de rescate que les brindó el FMI tras la crisis de 2008 con el fin de poder implementar políticas económicas soberanas sin estar condicionados por dicha institución multilateral financiera.
Guillermo Lasso es un presidente de perfil conservador rodeado de asesores neoliberales y el neoliberalismo es una ideología contraria al equilibrio social. Su concepción monetaria privilegia variables monetarias sobre las que se vinculan con la economía real. Personalmente creo que Lasso es un presidente que, a diferencia del anterior, de verdad pretende gobernar pero aún no sabe como hacerlo y tampoco le ayuda mucho el equipo que tiene a su alrededor. Veremos si con el tiempo es capaz de tomar las riendas del país o si se constata de forma definitiva las incapacidades hasta ahora demostradas.
¿Cuál es la situación en este momento del presidente Lasso respecto a la investigación de los Pandora Papers?
El Legislativo ecuatoriano, en el ejercicio de su competencia en materia de fiscalización, emprendió desde una de las comisiones legislativas una investigación que hace pocos días derivó en un informe en el cual se considera que el presidente Lasso incumplió con la ley vigente que prohíbe a candidatos y funcionarios públicos tener inversiones en paraísos fiscales.
Pese a que la calidad del informe elaborado deja mucho que desear si parece que hay documentos que comprometerían al mandatario ecuatoriano, aunque la cosa no irá a mayores por no existir los votos suficientes en el pleno de dicha institución para destituir al presidente de la república. Para entender el porqué de lo anterior hay que considerar tres asuntos: en primer lugar, la impaciencia de determinados dirigentes del movimiento indígena (movimiento social más importante del país) les hizo convocar prematuramente una movilización contra las políticas económicas del gobierno que no cumplió con las expectativas generadas, lo que desincentivó el voto destituyente de algunos legisladores que siempre buscan acomodarse a como sople el viento; en segundo lugar, pese a que el Pachakutik (organización política del movimiento indígena) presida la Asamblea Nacional en coalición con una organización política de corte social liberal llamada Izquierda Democrática, ambas fuerzas se muestran incapaces de posicionar y conducir la agenda legislativa, condición por la cual es la tendencia correísta la que capitalizó el protagonismo en la elaboración del informe affaireLasso-Pandora Papers, condición que no ayuda dado el nivel de resistencia que para muchos genera esta sensibilidad política; por último, cabe señalar que los sectores de oposición que le apostaron estratégicamente a este informe se equivocaron, pues la inmensa mayoría de la población ecuatoriana tiene sus preocupaciones cotidianas centradas en poder cubrir sus necesidades familiares, en cuestiones de supervivencia, lo que hace que poco les importe en este momento el supuesto «testaferrismo» familiar de presidente Lasso en Panamá.
En resumen, el desgaste político que en este corto tiempo ya acumula el presidente Guillermo Lasso poco tiene que ver con los Pandora Papers, sino que está vinculado a su incapacidad de presentar una adecuada hoja de ruta para sacar al país de la crisis multifacética en la que se encuentra. Salvará políticamente este round, pero es un gobierno que comete errores de forma permanente, que hasta ahora demuestra escasas capacidades de gestión y que está muy mal asesorado, motivo por lo cual asistiremos a nuevas crisis en los próximos meses y esta de ver su desenlace final.
Dices que el correísmo genera muchas resistencias pero tiene el bloque de legisladores numéricamente más importante del Legislativo. ¿Cómo es esto?
En efecto, el correísmo es la tendencia política con mayor apoyo social entre las existentes en el país, siendo también la más cohesionada internamente y posiblemente la que dispone de los mejores cuadros políticos nacionales. Entre estos destacan varias figuras jóvenes, mujeres y hombres que por su edad tuvieron un nivel de protagonismo secundario durante la década de gobierno del ex presidente Rafael Correa (2007-2017), pero a los que en la actualidad se les imposibilita desarrollar la transición hacia un nuevo estadio que esta corriente política necesita.
Mientras el progresismo ecuatoriano no sea capaz de superar su pasado inmediato, darle las gracias a su líder histórico pero seguir avanzando con nuevos liderazgos, dejar de hablar del pasado y a sí mismos para mirar al futuro y conectar con el conjunto de los sectores populares, democratizarse internamente, romper con sectarismos y hacer autocrítica en los capítulos necesarios respecto a sus políticas y relación con otras organizaciones políticas y sociales de la izquierda durante su período de gestión del poder, difícilmente se podrán salir de la política de bloqueo a la que han sido sometidos en los últimos años en el país. Su drama está en que siendo la principal fuerza política del Ecuador necesitan de alianzas con otros sectores para poder volver a ganar una elecciones presidenciales. Solos no llegan.
El presidente Lasso habla de conspiraciones políticas cuya finalidad sería la desestabilización del sistema democrático nacional y su destitución como presidente de la república. ¿Es eso cierto?
La política es una disputa por el sentido que la ciudadanía le da a la realidad en la que vive en cada momento. En dicha contienda se enfrentan relatos y discursos compitiendo por ser hegemónicos. En la lucha discursiva conceptos como que es cierto o incierto no nos ayudan a entender la coyuntura. En política un relato es cierto si produce efectos tales como si lo fuera, siendo cierto o no. Lo que se busca es consenso entorno a un identificación, ese es juego de la política institucional. Lo juega el presidente Lasso y también lo juega la oposición.
Avanzando hacia una visión más regional, América Latina es el territorio más golpeado por la pandemia. La región venía con un débil desempeño, bajo crecimiento económico promedio y un desarrollo muy limitado de los indicadores sociales desde antes del impacto del Covid, situación que evidentemente empeoró con la parálisis económica derivada de la pandemia. Para alcanzar el ritmo de crecimiento necesario para hacer avanzar a la región se debe llevar a cabo reformas urgentes en el ámbito de la infraestructura, la educación, la salud, la política energética y la innovación, además de encarar los nuevos desafíos planteados por el cambio climático. ¿Ves condiciones para ello?
Desde un análisis histórico los indicadores de crecimiento económico en América Latina se han caracterizado por su alta volatilidad y sus ciclos de aceleración/desaceleración están vinculados al precio de los commodities en los mercados globales. Esto hace que la inversión extranjera esté asociada a la especulación y proyectos de bajo riesgo con escasa rentabilidad social.
En un momento como este la región necesita con urgencia medidas que permitan sostener y ampliar sus mecanismos de protección social e impulsar programas de ingreso básico universal, desarrollar políticas públicas que sean generadoras de empleo, apoyar el emprendimiento y en especial aquellos con enfoque en la transformación de la matriz productiva, dotar a las pequeñas y medianas empresas de un amplio abanico de créditos a bajo tipo de interés regulando las tasas del sector financiero privado y reprogramando pagos de impuestos, dotar de formación calificada a los trabajadores por sectores concretos de la economía, reformar políticas fiscales equilibrándolas con justicia social, quien más gana más debe pagar y quien más ganó anteriormente debe en este momento arrimar el hombro mediante el pago de impuestos especiales, incentivar la productividad de los trabajadores, blindar a las economías nacionales de los impactos externos, fomentar el desarrollo de determinadas infraestructuras y trabajar en el marco de la industrialización y la innovación tecnológica bajo criterios ambientales y de género.
Sin embargo y más allá del deber ser, a lo que asistimos es a una tormenta perfecta que combina crisis en la cadena de suministros, aumento del precio de las materiales primas -alimentos y energía de manera singular-, depreciación de las monedas latinoamericanas a la par de cierta recuperación pospandémica del consumo. América Latina será la región con la tasa de inflación más alta del planeta al cierre del 2021 pero con bajo crecimiento, lo que define un horizonte inmediato lleno de nubarrones y fuertes tensiones sociales.
Para realizar todo lo anteriormente descrito necesitas incrementar el gasto público, sin embargo en la región se imponen políticas de austeridad y recortes del gasto, condición que actúa de forma nefasta provocando que el total de ingresos descienda. Lamentablemente la década 2014-2024 será una nueva década perdida y posiblemente con consecuencias aun peores que la crisis de la década de 1980 debido a costes antes no existentes como el que ocasiona el cambio climático.
Hablemos del cambio climático entonces. Nos consta que la fundación que diriges ha estado muy cercana al desarrollo de la COP26 y tu has calificado públicamente su resultado como decepcionante. ¿Cómo atisbas el futuro inmediato en este sentido?
Primero aclarar que nosotros no estuvimos en Glasgow, sino que profesionalmente trabajamos en el ámbito de apoyar la conformación de agendas sensatas por parte de algunos países del Sur global en momentos previos a la COP26.
En segundo lugar, no se puede analizar el encuentro de Glasgow sin antes hacer una reflexión respecto al fracaso que han significado este tipo de convenciones desde la Cumbre de la Tierra celebrada en Rio de Janeiro en 1992 hasta nuestros días, pasando por el Protocolo de Kioto en 1997 o el Acuerdo de París en 2015. Recordemos entonces como en 1995 se acordó el Mandato de Berlín que exige a sus miembros reducir emisiones, como en Kioto se estableció reducir en un 5% global las emisiones de seis gases de efecto invernadero y se planteó por primera vez una arquitectura del mercado de carbono, agenda por cierto que sería sustituida diez años después en Bali dado su fracaso en materia de cumplimientos, adoptándose posteriormente en Copenhague acuerdos para mantener por debajo de los 2 ºC el aumento de la temperatura global, la creación de un Fondo Verde para el Clima en Cancún que solo sirvió para el business, la extensión del Protocolo de Kioto hasta 2020 en Doha dada su anterior inoperancia, la limitación del aumento de temperatura a 1,5 ºC en París porque la cosa seguía yendo de mal en peor, la construcción fallida de los mercados de carbono de Madrid y ahora esta tomadura de pelo en Glasgow respecto a la eliminación del carbón y los combustibles fósiles.
Tanto las organizaciones no gubernamentales globales de perfil ambientalista, como los gobiernos y las corporaciones transnacionales implicadas son conscientes de que los compromisos adquiridos en la COP26 no evitaran el desastre climatológico. Sin políticas agresivas es imposible que en 2030 las emisiones globales de gases de efecto invernadero se reduzcan en un 45% desde los niveles del 2010. Para ello habría que eliminar el uso del carbón y reducir de forma contundente las emisiones de metano, pero no hay voluntad para ello. La energía es geopolítica y además su demanda está directamente conectada al modelo de desarrollo global, si este no cambia nunca cambiarán las lógicas de macro consumo energético. De hecho, la demanda global de energía habrá aumentado entorno al 5% al finalizar el presente año, lo que implica que habremos recuperado la tendencia crecimiento anterior tan solo interrumpida durante el período de pandemia. Estamos ante un sinfín respecto al cual, más allá de estrategias onegeísticas de construcción de personajes con incidencia mediática -las Thunbergs, Gualingas o Nakates- o toma consciencia la ciudadanía mundial y se involucra exigiendo acciones inmediatas o los actores detentadores del poder global nos llevarán prematuramente al colapso.
Sin embargo, si algo nos enseñó la pandemia Covid-19 es que tanto el ser humano como la sociedad en su conjunto tienen capacidad de adaptarse a nuevas circunstancias, aquellas a las que nos condiciona la coyuntura y el entorno. ¿No crees que podamos reconducir el modelo de producción, desarrollo y consumo instalado hasta el momento?
Con todos mis respetos a algunas y algunos economistas de postín que nos diseñan guías de como reformar el capitalismo, debe decir que aun no hemos visto el coletazo final de la pandemia y no me refiero a temas relacionados con la salud, sino al ámbito económico. Desde nuestro punto de vista, los bancos centrales de las principales economías del planeta hicieron lo que podían y tenían que hacer a la hora de implementar medidas que evitaran la hecatombe del sistema económico global durante el período de pandemia. Dicho esto, digo también que resulta algo naif pensar que se pueden crear programas de estímulo fiscal de la envergadura de los puestos en marcha recientemente, financiados con dinero proveniente de la nada, sin que todo ello no produzca efectos posteriores. No busco con esto plantear un aburridísimo debate ideológico de esos a los que nos tienen acostumbrados los economistas de la escuela clásica frente a los neokeynesianos o viceversa, sino más bien un análisis sobre los límites del sistema económico capitalista global.
En la actualidad el aumento de la masa monetaria no tiene precedentes, el nivel de endeudamiento de las empresas y los Estados está en máximos históricos y, además, consecuencia de la disminución de la mano de obra y el abandono de las infraestructuras, asistimos a una crisis de los canales de distribución globales que tiene su correspondiente impacto en los precios de materias primas, commodities, componentes industriales, tarifas energéticas y demás que terminan generando inflación y repercutiendo en los bolsillos de la gente. Más allá de que la inflación sea el impuesto no estatal más injusto que existe, el incremento inflacionario del que en la actualidad nos hablan los medios de comunicación posiblemente no sea el real porque está sometido a la manipulación hedónica, buscándose ocultar su real envergadura.
Al cierre del año 2020 se hablaba de una deuda mundial de 255 billones de dólares, un 355% del PIB global y esta deuda, tanto pública como privada, ha seguido creciendo en el presente año. El sistema global se sostiene sobre la ficción/fricción de la deuda, la deuda global está hoy por encima de los existentes en 2007 y no sería de extrañar, dadas las condiciones generales, que en 2022 asistamos a una crisis de deuda soberana en los países emergentes. A lo anterior hay que sumar que el mercado bursátil global está muy inflado fruto de un crecimiento acelerado que ni es sostenible ni es real. Todo esto es fruto de la especulación pero evidentemente está lógica tiene límites.
Limitándonos al análisis de los Estados Unidos, donde en el mercado inmobiliario se ha alcanzado una relación precio de la vivienda versus ingreso promedio familiar muy similar al existente momentos antes de la crisis subprime, basta hacer el ejercicio de sumar la capitalización bursátil de todas las acciones estadounidenses combinadas que cotizan en bolsa y dividirlo por la última cifra trimestral de su PIB para ver la distancia existente entre la valorización de su mercado de capitales y el tamaño real de la economía estadounidense. Nuestro análisis es que estamos en la fase avanzada de una nueva burbuja financiera, a las puertas de una próxima crisis de los mercados financieros, la cual será profundamente dolorosa y conllevará correcciones que podrían alcanzar hasta el 40%.
Frente a todo lo anterior, los países del Sur necesitan dotarse de políticas económicas contracíclicas, proteger con cobertura social a sus poblaciones y levantar defensas frente a los impactos en sus economías derivadas de procesos externos.
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