miércoles, 22 de mayo de 2019

Ajedrez vs Go en el tablero de la Geopolítica Mundial

Por Decio Machado

El ajedrez, tal y como lo conocemos, surgió en Europa durante el siglo XV, como evolución de un juego persa llamado shatranj traído por los árabes al viejo continente, el cual, a su vez, se deriva del juego indú chaturanga, cuya primera referencia literaria está en el texto épico-religioso del siglo III antes de la era cristiana conocido como el Majábharata (200.000 versos en idioma sánscrito que narra hechos posiblemente sucedidos en la India durante aquella época).

Resumir el ajedrez en pocas líneas implicar indicar que 16 piezas de distinto poder estratégico se enfrentan a otras 16 de igual orden -divididas por el color blanco y negro- en un tablero cuadriculado de 8x8 que constituye las 64 posibles posiciones que pueden ir siendo adquiridas por dichas piezas en el transcurso del juego. El objetivo es derrocar al rey del oponente, el equivalente a hacer caer el gobierno o régimen político del adversario, mediante una combinación de dominio del centro del tablero -que es donde en un primer momento se centra el combate-, protección del rey, la estructura de peones o el dominio de columnas y diagonales, intentado con todo ello debilitar el campo del contrario y proceder con posibles ataques por ambos flancos al rival. Como diría Jorge Luís Borges: “Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada reina, torre directa y peón ladino sobre lo negro y blanco del camino buscan y libran su batalla armada. No saben que la mano señalada del jugador gobierna su destino, no saben que un rigor diamantino sujeta su albedrío y su jornada…”

Sin embargo, los chinos juegan desde hace unos 2.500 años al juego del go, el cual ya aparecía en textos antiquísimos como el Lún Yǔ -conocido en Occidente como las Analectas- y que son la versión escrita de una serie de charlas que Confucio impartió a sus discípulos con sus correspondientes discusiones. Algunas leyendas sitúan el origen del go en el Emperador Yao (2337-2258 a.C.), quien solicitó a su consejero Shun que diseñase un juego que enseñara disciplina, concentración y equilibrio a su hijo Dazhu, que se supone era desjuiciado. Otras teorías sugieren que el juego fue inventado por generales y mandos del ejército chino, quienes usaban piedras para señalar posiciones de ataque en mapas rústicamente diseñados.

El objetivo del juego, cuya traducción aproximada es juego de rodear, consiste en controlar una cantidad de territorio mayor a la del oponente rodeándolo con piedras (fichas todas de igual valor en su peso estratégico). Divididas también entre colores blanco y negro para dos jugadores, donde los tableros llegan a ser de 19x19, situándose las piedras (181 negras y 180 blancas) en las intersecciones entre líneas del tablero de juego. La estrategia general del go es expandir el territorio controlado por cada jugador cada vez que sea posible, atacando así los puntos débiles del oponente y capturando sus piezas mediante el cerco o la emboscada. 

Entender las lógicas de conflicto entre Estados Unidos y China en la geopolítica actual implica entender las diferencias filosóficas de los dos juegos de estrategia afianzados culturalmente en el Occidente y Oriente del planeta.

Mientras que el ajedrez es fundamentalmente un juego de guerra, en el cual se comanda un ejército contra el del oponente, el go es un juego de control territorial. En el ajedrez es el jugador de piezas blancas quien mueve primero, considerándose esta posición como una ventaja pequeña pero significativa. En el go son las negras quien hace el primer movimiento, manifestándose de manera bastante elocuente dicha ventaja, pues al jugador blanco se le compensa con una cierta cantidad de puntos -habitualmente 6,5 puntos- por el hecho de ser el segundo en jugar. 

De igual manera, en el ajedrez los jugadores principiantes deben aplicarse en el estudio de la táctica, ya que un gran porcentaje de las partidas son decididas con base en errores de carácter táctico. En el go, pese a que los jugadores principiantes también deben estudiar problemas tácticos, el equilibrio está sesgado notablemente a favor de temas estratégicos. Es decir, los jugadores deben sopesar constantemente los asuntos tácticos de área contra los asuntos estratégicos más amplios que afectan la totalidad del tablero.

Pues bien, explicadas las diferencias entre un juego y otro, cabe indicar que las sanciones  aplicables al gigante tecnológico chino Huawei a partir del próximo mes de agosto, anunciadas por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, las cuales implicarían que Google restrinja el acceso de esta compañía a su software -Android- equivalen a un movimiento de torre en ajedrez que con ayuda de su rey busca dar jaque mate al rey enemigo en un tablero vacío. 

En el trasfondo de esa cuestión está el liderazgo de la tecnología 5G, quinta generación de tecnologías de telefonía móvil, que es la sucesora de la tecnología 4G que en la actualidad aun andamos todos utilizando. La velocidad a la que permite navegar el 5G en dispositivos móviles es de 400 megabytes por segundo, lo cual permitirá que en 2020 unos 20.000 millones de objetos/máquinas estén conectados entre sí. Viviendas 100% conectadas, un mayor uso de dispositivos como wearables y tabletas, así como autos conectados, son tan solo algunos objetos que podremos ver de forma cotidiana en muy breve espacio de tiempo. Lo anterior implicará un alto desarrollo de la tecnología del Internet de las Cosas, lo que beneficiará ampliamente al sector empresarial productivo a través del uso de aplicaciones desde donde se podrá automatizar, controlar y conectar máquinas, dispositivos e interruptores por medio de internet (sensores de movimiento, de PH, de temperatura, presión y humedad para la agroindustria; detectores de humo, GPS, conteo de personas y tráfico para el sector de infraestructura; telemedicina, monitoreo de la calidad de agua, aire, tráfico y edificios y ciudades inteligentes en el sector gubernamental). También el sector financiero se verá notablemente beneficiado mediante nuevas técnicas para el monitoreo y control de cajeros automáticos, detáfonos, sistemas de alarma y apertura automática de puertas y bóvedas. De igual manera, en el sector marítimo mediante el Internet Satelital se avanzará en tecnología de rastreo, estado de carga y de productos de alto valor. 

Alegóricamente, este movimiento de torre más rey de la Administración Trump contra Huawei y posiblemente en breve también contra la compañía china Hikvision, mayor proveedor mundial de soluciones de seguridad y productos de videovigilancia -cuya capitalización bursátil ronda los 35.000 millones de dólares ahora con caídas en Bolsa- supondrá un impacto táctico sobre el objetivo de Beijing de lograr en 2025 los avances claves que le permitan en 2030 dominar el mercado tecnológico mundial, pero difícilmente operaciones proteccionistas de estas características le permitirá a Estados Unidos ganar su guerra por mantener la hegemonía global.

La mayoría de las grandes compañías tecnológicas estadounidenses hoy tienen ya en frente a su correspondiente rival chino. En e-comerce Amazon tiene su réplica en Alibaba; en smartphone Apple se las ve con Huawei; en motores de búsqueda por Internet Google tiene su espejo en Baidu, y así podríamos seguir… Las sanciones que puedan derivar de la táctica estadounidense para golpear a las nuevas tecnológicas orientales no va a hacer retroceder a Beijing de su programa “Made in China 2025”, planificado plan maestro chino con altos montos de inversión que tiene como objetivo que el gigante asiático sea el líder mundial de las nuevas tecnologías en la próxima década. Si nos remontamos al reciente origen de todo esto habría que retrotraerse al año 2005, cuando Lenovo adquirió los computadores IBM posicionándose como el referente oriental en el campo del hardware y dejando atrás a HP, Dell e incluso Apple. Sin duda, y a diferencia de lo que sucede en Estados Unidos, la fusión de planificados intereses entre Estado y empresas de perfil global en China hace que la potencia emergente disfrute de ventajas estratégicas frente a los movimientos tácticos estadounidenses. Todo parecería indicar que más allá de la independencia tecnológica china, estas empresa terminarán vendiendo masivamente su tecnología al resto del mundo en detrimento de quienes todavía hoy lideran este mercado.

Al igual que las empresas tecnológicas de Estados Unidos han creado puertas traseras en sus smartphone para el espionaje de cualquier tipo, la extensión de la venta de celulares -Huawei o Xiomi entre otros- le permitirán a Beijing hacer a la larga lo mismo.

Ahora bien, más allá de la competencia estrictamente en el ámbito del liderazgo tecnológico en la cual Beijing le lleva dos años de adelanto -lo cual no es poco- a Washington respecto a la tecnología 5G, la República Popular China es ya un fuerte comprador de activos en territorios -mediante sus enormes reservas fruto de su excedente económico- que para Estados Unidos son fundamentales por ser fuentes de recursos estratégicos.

En este sentido, cabe reseñar que China no tiene la capacidad de convertirse en una potencia  energética dado que no cubre sus necesidades de demanda interna, mientras que mediante la producción de hidrocarburos no convencionales -fracturación hidráulica o fracking- Estados Unidos se ha convertido en un exportador tanto de petróleo como de gas natural. La falta de capacidad petrolera interna llevó a China a consumir cada vez más carbón de producción nacional e internacional, lo que ha implicado fuertes problemas ambientales al interior del país y pone en riesgo las metas fijadas en el Acuerdo de París dado que actualmente es el mayor emisor de gases de efecto invernadero a nivel planetario (entre 1990 y 2015, China pasó de 1,05 billones de toneladas de consuno anual de carbono a 3,97 billones y sus empresas están implicas en la construcción, financiamiento o son propietarias de aproximadamente el 16% de todas las plantas de carbón del planeta destinadas a generar energía). Conscientes, más por motivos económicos que por sensibilidad ambiental, de que están obligados a evolucionar hacia las energías renovables, los asiáticos se han convertido en un referente mundial del desarrollo de la industria de vehículos eléctricos. Se estima que este año China tendrá una cuota de entre el 4% y el 5% de parking automovilístico en formato eléctrico, lo que sin duda afectará al mercado global.

De igual manera, desde el nacimiento del patrón dólar -el cual se inicia con los acuerdos de Bretton Woods a partir de 1944- Estados Unidos goza de una ventaja exclusiva sobre el resto de las economías del mundo que le hace ser el proveedor mundial de liquidez a base de la demanda de su divisa. Esto ha permitido que los déficits por cuenta corriente no le hayan supuesto ningún problema a Washington para su estabilidad económica y que sus emisiones de deuda sean comparativamente a un menor interés, es decir, tiene acceso a una financiación más barata en referencia a aquello que el entonces ministro de finanzas francés, Valéry Giscard D´Estaing, definiera como “privilegio exorbitante”. Para que nos entendamos, en la práctica Estados Unidos hoy puede emitir billetes dólar para adquirir bienes valorados por cualquier determinado importe a otro país -87% de todas las transacciones de divisas se hacen en esa moneda-, mientras el resto del mundo tiene que producir bienes por ese mismo valor.

Esto facilita la capacidad del Departamento del Tesoro estadounidense para refinanciar los vencimientos de deuda sin mayor problema, ya que los inversores acuden sistemáticamente a este activo seguro. Es así que Washington puede refinanciar su deuda de manera sistemática sin riesgo alguno y adquirir deuda perpetua -dilema de Triffin- y con títulos que gozan de una amplia liquidez. Sin ir más lejos, según el FMI la composición monetaria de las reservas internacionales está dominada en un 62,70% del total por dicha moneda. Esto le ha permitido a los estadounidenses tener un nivel de vida estimativamente 20% superior a lo que tendrían de no darse estas condiciones. Sin embargo, actualmente Alemania, Francia, China y Rusia promueven activamente la sustitución del dólar por una canasta de monedas del FMI -los llamados Derechos Especiales de Giro- como moneda de reserva mundial. De igual manera, algunos bancos centrales de América Latina y principalmente Asia han optado por diversificarse fuera del dólar y aumentar sus compras en otros activos como, por ejemplo, bonos del gobierno del Japón.

Pero abarcando la lógica de conflicto entre estas dos grandes potencias desde otra perspectiva, cabe indicar que existen diversas formas metodológicas de medir el PIB de un país. Si utilizamos la metodología y los datos del FMI, veremos que Estados Unidos tiene 20 billones de dólares de PIB mientras China tiene 13 billones. Pese a que la diferencia entre ambos países aún es importante, Estados Unidos crece a tasas del 2% al 3% mientras que China crece a más del doble de este indicador. De seguir así, en la próxima década Estados Unidos perdería su hegemonía desde el punto de vista del PIB nominal. Pero si utilizamos la metodología del PIB (PPA) -valores de paridad de poder adquisitivo- China hoy ya es la primera potencia mundial con 25 billones de dólares sobre los 20,5 billones de los Estados Unidos.

El objetivo de la guerra comercial lanzada por Donald Trump contra China no es otro que intentar evitar que el país asiático siga avanzando al ritmo al que va en el marco de la hegemonía mundial frente un Estados Unidos en franco deterioro. Esta lógica se mueve bajo la siguiente estrategia: ralentizar la expansión comercial china esperando que su pirámide poblacional -los chinos envejecen más rápidamente de lo que se enriquecen- termine generando un enorme desequilibrio que explote en forma crisis económica y estabilidad social en territorio asiático. De hecho, la misma Academia de Ciencias Sociales de China alertó a principios de este año que si no se toman medidas urgentes en elevar la tasa media de fertilidad de 1,6 hijos por mujer, la disminución poblacional será imparable desde el 2027. El brusco descenso de la natalidad -la población china comenzó a reducirse en el 2015- lleva aparejado el rápido envejecimiento de la sociedad, lo que tendrá un fuerte impacto sobre un sistema de Seguridad Social que de momento amortigua la presión por la reducción de la población activa y el enorme gasto que esto supone para las arcas estatales en materia de salud y cuidados a largo plazo de los mayores.

Por último, el mega proyecto intercontinental denominado The Belt and Road Initiative (BRI) o Nueva Ruta de la Seda, un plan de transporte e infraestructura auxiliar titánico que pretende transformar la economía mundial tanto por tierra como por mar y que comunicará Asia con Europa, África y América Latina, involucrará a 65 países y el 70% de la población mundial. 

Desde el punto de vista económico, para China los beneficios son evidentes: ampliar vías hacia el oeste, desarrollar nuevos mercados para sus productos en áreas hoy empobrecidas, estimular sus sectores industriales en momentos en que su economía está en una etapa de ralentización y facilitar que otros países adopten sus estándares tecnológicos (entre ellos su tecnología 5G). 

¿Pero alguien piensa que esto es solo una iniciativa económica? Con esta dimensionalmente hablando brutal iniciativa, China termina de cerrar su estrategia de juego go mediante lo que técnicamente se denomina “carrera de captura” -semeai en japones-, mediante la cual terminará de convertir a Estados Unidos en “piedras muertas” -aquellas que quedan rodeadas por el adversario en el tablero go- desarrollando un cambio de visión respecto a China en todos los países en los que se hagan mega inversiones, dominando también así la nueva diplomacia internacional.

Resumidas así las cosas y aunque la partida aún esta en juego, todo parece indicar que la próxima década apunta a un claro ganador en la lucha por la dominación mundial. Uno por cierto, culturalmente muy lejano a las lógicas del sistema semi-democrático liberal hegemónico en Occidente y con poca sensibilidad hacia los derechos humanos y el medio ambiente.


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