sábado, 16 de mayo de 2015

Nuevas alternativas políticas en Europa

Por Decio Machado

Consultor en Análisis Estratégico y Comunicación. Director de la Fundación ALDHEA, investigador de Sistemas Integrados de Análisis Socioeconómico, colaborador de la colombiana Editorial Desde Abajo, y los medios de investigación periodística crítica Revista El Hurón y periódico Diagonal.

Para revista Rupturas y revista Opción-S

Hacer un análisis político de la situación europea en este momento desde territorios latinoamericanos conlleva, en primer lugar, remarcar algunos conceptos básicos y diferenciadores entre estas dos realidades.

La primera de ellas es que aunque desde algunos movimientos sociales latinoamericanos se mire con interés y simpatía procesos de organización socio-políticos como el generado en su momento por los Indignados en el Estado español, con la posterior conformación de Podemos como construcción de una organización política capaz de recoger una parte importante del acumulado de las movilizaciones del 15-M o de Syriza (acrónimo de Synaspimós Rizospastikís Aristerás, traducidos al castellano, Coalición de la Izquierda Radical), aglutinando trece grupos políticos diferentes de tendencias afines al "socialismo democrático", todo ello hay que situarlo -citanto a Grosfoguel- en la "zona del ser"(1). En este sentido, no puede causar más que una ligera sonrisa el hecho de que alguna organización política ecuatoriana se haya rebautizado bajo las mismas siglas que la formación liderada por Pablo Iglesias, al calor de los buenos resultados electorales alcanzados por la formación política española en el proceso electoral europeo.

Citando a Zibechi, "no debemos imitar a Europa"(2), pues es un error sujetarse a categorías heredadas de la matriz europea para construir la acción política latinoamericana. Se necesita construir una teoría crítica propia latinoamericana, donde la organización y la militancia para cambiar el mundo venga desde la "zona del no-ser", lo contrario sería repetir el hecho colonial en nombre de la revolución.

En la "zona del ser" se presupone la existencia de una sociedad más o menos homogénea -el impacto migratorio es de los pocos elementos distorsionantes de esa realidad- en la que todos sus integrantes gozan de determinados derechos ciudadanos, estructurada industrialmente por clases -opone sociedad burguesa contra sociedad proletaria- y donde el analfabetismo y la violencia son factores atípicos.

En América Latina, "zona del no-ser" junto a otros espacios geográficos del sur global, la violencia no es el único recurso de la dominación sino la forma de vida cotidiana a la que se somete a los de abajo, negándoseles su dignidad y sus formas de organización autónoma. Fanon nos recuerda por ejemplo, como incluso en momentos de máxima violencia durante la Segunda Guerra Mundial, "bajo la ocupación alemana los franceses no dejaron de ser hombres"(3), mientras basta mirar como las rebeliones de Tupac Amaru o Tupac Katari fueron el símbolo de levantamientos de poblaciones que habían sido desposeídas de tierras y culturas, a la par que subyugadas bajo lógicas esclavistas.

Crisis de la Unión Europea

La Unión Europea (UE) atraviesa desde hace ya algunos años los momentos más bajos de su historia. Citando a Sanahuja, en realidad hablamos de una "crisis existencial"(4) como proyecto político, económico y social.

Esto implica que estén en cuestión tanto el fundamento político y social del proyecto, como su viabilidad económica. Para determinados sectores políticos y sociales de los países del norte de Europa, en estos momentos de crisis es mejor "ir solos" que tirando del "lastre" de los países más pobres del sur. De igual manera en el sur de Europa, ciertas fuerzas políticas con cada vez mayor calado social plantean como necesario zafarse de las exigencias de disciplina monetaria y fiscal que exige el euro, posicionando como una posibilidad el abandono de la moneda única para recuperar soberanía monetaria y poder estructurar estrategias de crisis a base de devaluaciones competitivas.

En este contexto, las reacciones nacionalista y populistas están al orden del día en el "viejo continente", ganando espacio el "euroescepticismo" frente al europeísmo hasta hace unos años hegemónico.

En todo caso, más allá de valoraciones políticas coyunturales, es un hecho que la UE como proyecto económico enfocado a la estabilidad, crecimiento y competitividad, generando bienestar y empleo no funciona. También lo es el hecho de que el proyecto federalista europeo, como lógica de construcción "postnacional" de gobernanza multinivel y superador del Estado-nación hace aguas cuando los países más poderosos imponen las políticas a los países más débiles del sur y el este de Europa. Por otro lado, la crisis actual desnuda el hecho de que más allá del discurso, la llamada "Europa social" y el rol de la UE como mecanismo de solidaridad transnacional a través de políticas de cohesión económica, social y territorial en realidad nunca existió. Las rentas de los países del sur nunca convergieron con las del norte y sus indicadores sociales tampoco. Por último, y respecto al papel de la UE en el contexto internacional, cabe señalar que más que a Europa y a sus ciudadanos, los gobiernos europeos han apoyado y posicionado a sus empresas transnacionales y élites políticas, y en este sentido el papel del Estado español en América Latina es emblemático aunque no exclusivo.

Para la mayor parte de Estados miembros de la UE la situación económica no es halagüeña. aunque la crisis comenzó siendo financiera, con el paso del tiempo se ha ido cronificando, transformándose en una gran recesión, en especial en los países menos competitivos de la Eurozona. Los Estados miembros del norte europeo han rescatado a Grecia, Irlanda, Portugal y Chipre, así como a la banca española, lo que permitió a los gobierno "beneficiarios" financiar parte de los déficits públicos correspondientes a los restos del Estado del Bienestar que malamente subsisten en sus respectivos países. Tras caídas de la producción industrial y del empleo de hasta el 15% -se tocó fondo en 2013-, en 2014 se comenzaron a generar algunos signos económicos alentadores sustentados sobre las espaldas de las y los trabajadores, lógica que pretende mantenerse en el transcurso del presente año y que causa malestar social sobre los targets sociales más desprotegidos en Europa.

Con la crisis se ha sustituido el discurso de la convergencia entre países miembros, característica de los primeros 10 años del euro, por divergencias económicas, sociales y políticas entre los países del centro y del norte de Europa respecto a los países del sur y el este. Así, los problemas económicos en forma de desequilibrios estructurales -desempleo, déficit comercial y déficit público- se han significado de manera agudizada en la zona de la europeriferia. Evidentemente, es allí donde se han concentrado también los riesgos políticos para el proyecto europeo, con la conformación de algunas iniciativas políticas novedosas que plantean aire nuevo a una izquierda que con el paso del tiempo ha ido quedando caduca y con escasa capacidad de incidencia socio-política.

La crisis ha hecho que los dos históricos rivales respecto al liderazgo europeo -Alemania y Francia- se hayan visto obligados a consensuar medidas políticas y económicas en el contexto externo, mientras a nivel nacional han orientado reformas de carácter neoliberal que tienen como objetivo restablecer la estabilidad y proyecciones de crecimiento a futuro a costa de los trabajadores.

Los chantajes y amenazas tanto de la UE como de las instituciones de Bretton Woods sobre diversos países europeos durante el año 2014, consiguió esquivar –al menos transitoriamente- el riesgo independentista escocés y catalán, posponiendo los cambios de poder en Grecia hasta enero del 2015, momento en el cual ya no se pudo impedir el triunfo de Syriza en las últimas elecciones presidenciales helenas. Más allá de prolongar su agonía, en la UE sigue existiendo una mezcla explosiva para el sistema auspiciado por sus élites políticas, donde se combina el hartazgo de la gente ante la persistencia de la recesión económica y la deslegitimación de las formas políticas tradicionales auspiciadas por sus élites en varios países gravemente golpeados por la crisis.

En este contexto y a pesar de ello, hay que reconocerle a los países de la UE su capacidad de resiliencia ante las dificultades económicas, el descrédito de sus élites políticas y la inestabilidad social existente en algunos de estos Estados. La falta de alternativas políticas creíbles en muchos de los países afectados ha permitido a gobiernos altamente cuestionados mantenerse en el poder dentro de un sistema que se cae a pedazos. Sin embargo, algo comenzó a cambiar en los últimos tiempos en la parte de Europa bañada por el Mare Nostrum(5).

Grecia: por primera vez la izquierda en el gobierno

La Coalición de la Izquierda se funda en Grecia en 1989 fusionando varias organizaciones políticas de la izquierda helena. El mismo año de su nacimiento sufrió ya una crisis interna que llevó al Partido Comunista Griego (KKE), de perfil prosoviético -hoy una de las voces más críticas respecto a Syriza- a abandonar la Coalición.

En 2004, ante un proceso electoral legislativo, se funda Syriza -Coalición de la Izquierda Radical-, con base en la vieja Coalición de la Izquierda pero incorporando a nuevos sectores políticos alternativos. En 2007, con la obtención del 5,04% de los votos y 14 curules en el parlamento griego, esta formación pasa a ser un actor a tener en cuenta en el tablero político griego. En 2010 sufrirían un desgarro por la conformación del partido Dimokratikí Aristerá (Izquierda Democrática), más conocido como Dimar, el cual nace a partir del ala moderada de Syriza, llevándose a cuatro de sus parlamentarios. En las elecciones generales de 2012 Syriza alcanzaría ya el 16,8% de los votos y 52 asientos en el legislativo, superando a la socialdemocracia y referenciándose como la segunda fuerza más votada tras los conservadores de Nuevo Democracia -quienes obtuvieron tan solo el 2% más-. Ante la imposibilidad de conformar gobierno por parte de la derecha, las elecciones tuvieron que repetirse en junio de 2012, volviendo a quedar Syriza como segunda fuerza electoral con 26,7% a tan solo 2,8% de los conservadores, quienes consiguieron entonces conformar coalición de gobierno con los socialdemócratas del Pasok y Dimar.


En mayo de 2014, a pesar de la campaña del miedo orquestada por la Comisión Europea y el FMI -que conllevó el crecimiento constante de la prima de riesgo y amenazas veladas sobre el futuro aislamiento del país, Syriza se convertiría en la primera fuerza política tras las elecciones al Parlamento europeo, condición que se ratificó en las presidenciales de enero del presente año. El 26 de enero de 2015, Alexis Tsipras -líder de Synaspimós, grupo político escindido del KKE y evolucionado hacia la alterglobalización y principal fuerza al interior de Syriza- fue nombrado Primer Ministro griego.

El éxito de Syriza se basa en su capacidad de aglutinar votantes muy variopintos como sectores juveniles de perfil libertario y antisistémico, clases medias afectadas por los recortes salariales y el aumento de impuestos, sindicalistas, migrantes y pequeños empresarios radicalizados por las dramáticas medidas fiscales impuestas por el neoliberalismo europeo.

La coyuntura económica que atraviesa el país, la valentía de esta formación política y su evolución hacia posiciones en línea con los movimientos sociales alternativos europeos, la radicalidad de su discurso y lo anteriormente mencionado respecto a su capacidad para aglutinar diferentes targets de votantes, ha llevado a la izquierda al gobierno de gobierno de Grecia en el presente año.

A pesar del paralelismo que desde la distancia se hace respecto a las dos principales agrupaciones políticas referenciales de la izquierda sur europea, Syriza tiene muy poco que ver con Podemos -se parecen tan solo en determinados elementos discursivos-, aunque sus relaciones en el Parlamento Europea sean de máxima fraternalidad.

El éxito de Syriza se enmarca en haber rodo con el viejo comunismo retrógrado en el que se quedó anquilosado el KKE. Desde ahí, Synaspismos y Syriza en su conjunto supieron en la crisis griega de 2008, cuando la policía mató a un estudiante de 15 años, mantenerse como referente para la mayoría de jóvenes griegos amotinados durante dos semanas en Atenas. Se conformó una organización de izquierda radical internamente diversa y democrática, que tuvo la capacidad de recuperar el valor del marxismo en un país donde la resistencia antifascista fue referencial durante la Segunda Guerra Mundial y en el período posterior de guerra civil entre 1946 y 1950. Syriza se convirtió también en el partido de referencia para los inmigrantes, pues fue el único que defendió sus derechos de ciudadanía frente a la ofensiva neofascista que se articuló en torno a Amanecer Dorado -un partido fundado en 1980 por un grupo de jóvenes nacionalsocialistas griegos, miembros militares y simpatizantes de la entonces recién derrocada Dictadura de los Coroneles-.

Otro de los elementos que definieron a Syriza como alternativa, fue su posición enfrentada a los programas de austeridad impuestos por la UE que la socialdemocracia del Pasok aplicó en el país con la cabeza gacha. Tanto KKE como Syriza se opusieron a estos, pero a diferencia del viejo recio estilo comunista prosoviético que no ofrecía alternativas novedosas, la agrupación de Tsipras lo hizo con un discurso y puesta en escena antiglobalizador y políticamente alternativo. Por otro lado, a pesar de las invitaciones de la socialdemocracia a formar parte de los gobiernos de George Papandreu, Syriza no se dejó seducir por el poder demostrando que no había "cartas bajo la mesa" ni intereses coyunturales, lo que dignificó su posición en medio de una descomposición generalizada de la institucionalidad griega y su partidocracia.

El resultado final de todo esto ha sido que el carisma de Alexis Tsipras, sumando al temor por el crecimiento del neofascismo en Grecia, la profundidad de la crisis económica y la incapacidad de las otras fuerzas políticas de asumir posiciones valientes y soberanas frente a las imposiciones de la Comisión Europea y del FMI, así como la ruptura con la ideología rígida y formas de intervención política que responden a otra época, ha llevado a una nueva izquierda por primera vez a un gobierno en Europa.

Ahora queda por ver cuales son los límites políticos de Syriza. ¿Tendrán la capacidad de romper con esa lógica reproducida históricamente de que fuerzas revolucionarias una vez tomado el Estado reproducen la dominación?, ¿Tendrán la capacidad de generar un modelo relacional con la sociedad en general y con los sectores populares en particular alternativa respecto a las dinámicas clásicas implementadas desde el poder? Estas respuestas están aún en el aire, aunque a pesar del poco tiempo de gestión transcurrido de Syriza en el poder, no parecen encontrarse motivos para un especial entusiasmo en ese sentido.

Podemos: la alternativa española

Meses antes del estallido social que se ha venido en llamar fenómeno del 15-M, ya habían aparecido movimientos como Juventud sin Futuro o No les Votes, y con algo más de antigüedad existían la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y Anonymus en el Estado español. Todos estos grupos y otros tantos más fueron parte de las 200 asociaciones de todo tipo que participaron en la manifestación del 15 de mayo del 2011.

En un país quebrado por al corrupción de sus políticos, dicha corrupción salpicaba a unos y a otros sin discriminar filiación política en medio de una crisis agobiante, las demandas sociales principales giraban en torno a la exigencia de un cambio radical en la política española -los manifestantes no se consideraban representados ni por el Partido Popular (PP) ni por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE)- y en reclamo de medidas coherentes contra el desempleo, la corrupción y en rechazo de los recortes sociales. En definitiva se reclamaba contra un sistema injusto que considera a las personas mercancías.

Esta movilización realizada en 15 de mayo de 2011 en Madrid y otras 50 ciudades más del país, todas bajo el lema "Democracia Real Ya! No somos mercancía en manos de políticos y banqueros", es el punto de arranque de lo que se ha llamado Movimiento 15M o Indignados. Terminada la movilización en Madrid, un grupo de personas decidió individualmente acampar en la Puerta del Sol -principal plaza urbana de la capital-. Aunque fueron desalojados por la Policía Nacional durante la noche, aquello encendió la llama de la indignación popular y en pocos días las acampadas se extendieron por decenas de ciudades de toda la geografía española.

Las movilizaciones de los Indignados tuvieron su momento de máxima expresión durante los siguientes meses, pero con el paso del tiempo su intensidad fue poco a poco declinando.

Sería entonces cuando nace Podemos, una organización política fundada en enero del 2014, quien a través de su puesta en escena electoral apenas cuatro meses después durante las elecciones al parlamento europeo del 25 de mayo, alcanzaría contra pronóstico cinco escaños (7,98% de los votos).

Este resultado europeo se da en medio de una pérdida acelerada de credibilidad de las élites políticas y principales instituciones públicas del país. La corrupción existente y el impacto de la crisis se mantendrían como factores determinantes que incidieron en el resultado electoral de Podemos, que capitalizaría así el descontento social hasta entonces no capitalizado partidariamente por nadie. Hasta entonces el electorado español carecía de opciones políticas por donde canalizar sus demandas, Podemos se convertiría así en una herramienta útil para la transformación social en el país. A su vez, las elecciones europeas de mayo significaron el descalabro -en número de votantes- de los dos partidos políticos que tras las transición "democrática" se habían alterado en el Palacio presidencial de La Moncloa: el Partido Popular y el PSOE.

Desde entonces, Podemos se articula como una propuesta de unidad ciudadana que encuentra su razón de ser en el descontento social generalizado en la sociedad española respecto a sus políticos, a los que se les ha venido a definir como "casta" oligárquica.

La virtud política de Podemos ha sido combinar bajo la lectura del teórico de referencia de sus líderes, Ernesto Laclau, tres aspectos fundamentales: el primero, basado en una lectura particular del 15M superadora del conflicto izquierda vs derecha, por la cual se definió una ampliación de la frontera política hacia un pueblo que no se siente representado por sus élites; la segunda, el desarrollo de una estrategia técnico-comunicativa que posicionó desde antes del nacimiento de Podemos a su líder en un marco de elevada visibilidad mediática, desarrollándose en paralelo todo un ejercicio enfocado al análisis y traducción de discursos complejos en narrativas y marcos discursivos directos y sencillos que impactasen en los oyentes de los programas de televisión a donde Pablo Iglesias asistía de manera frecuente; el tercero, el desarrollo de un estudio prolongado y un aprendizaje sobre el terreno de los procesos latinoamericanos recientes, que conformaron nuevas mayorías políticas y el acceso de gobiernos neopopulistas al poder con sus correspondientes guerras e posiciones al interior de sus respectivos Estados.

En resumen, se conectó a una parte amplia del descontento popular con una articulación discursiva exitosa, desafiando dos importantes criterios clásicos de la izquierda: Podemos capitaliza el 15M pero reduce el espacio de conflicto al ámbito del asalto a las instituciones públicas, dejando de lado cualquier esfuerzo por re-impulsar las movilizaciones de masas en el país; y, Podemos desarrolla su iniciativa política desde la élite académica, es decir, desde arriba sin contar con los de abajo, rompiendo con el criterio clásico de que "no hay atajos" -mediatizado por el trabajo de base- para la conformación de opciones políticas de cambio.

Cabe señalar al respecto que la ruptura del discurso conflicto izquierda-derecha permitió a Podemos proponer dicotomías alternativas ante la sociedad española como "democracia/oligarquía", "ciudadanía/casta" o "nuevo/viejo". Esta nueva dialéctica política, cargada con las mismas trampas que el discurso anterior, ha propiciado una nueva frontera que aspira a aislar a las élites y a generar una nueva identificación de Podemos y la parte de la sociedad que les avala frente a ellas.

La propuesta de Podemos es no ubicarse en el margen izquierdo del tablero de ajedrez sino reordenarlo, tal y como indica el propio Errejón, replanteándose desde una lógica en donde las rupturas acostumbran a hacerse desde "una producción distinta de sentido, siempre herética y a contrapelo de los manuales y las certezas"(6).

Siendo indiscutible que Podemos se erigió como un referente de estrategia política innovadora y diferenciada en el Estado español, también es cierto que el abandono de coherencias ideológicas desde la izquierda y su apuesta enfocada exclusivamente al asalto al poder, ha hecho que esta organización política haya moderado su discurso de una forma sorprendentemente rápida. Todo ello bajo una lectura por la cual se interpreta que la radicalidad en posicionamientos políticos no viene acompañada por el voto masivo de la ciudadanía. La estrategia por encima de la coherencia y la ética política.

Esta realidad ha desembocado en que en estos momentos, al interior de la organización, se viva una tensión entre dos polos enfrentados que alguno de sus dirigentes ha venido sesgadamente a definir como la existencia de "un Podemos para ganar y el Podemos para protestar". La primera de ellas es la versión soft de Podemos -la europeísta, la que no pide cambiar la Constitución sino que ésta se cumpla, y que invita a los empresarios al voto-, encabezada por miembros emblemáticos de la dirección de Podemos -Pablo Iglesias, Iñigo Errejón y Carolina Bescansa-; la otra, la de los perdedores históricos según entienden los anteriores, engloba a los sectores populares organizados, a los agrupamientos de militantes de izquierda revolucionaria y a los cuadros de los movimientos sociales que han apostado por esta opción política.

Así las cosas, Podemos se enfrenta a las inmediatas elecciones municipales y autonómicas del próximo 24 de mayo, pero con los ojos puestos en las presidenciales del 20 de diciembre del presente año, donde pretende romper con la lógica política bipartidista existente en el país desde primeros de los años ochenta.



[1] Grosfoguel, Ramón (2012). El concepto de “racismo” en Michel Foulcault y Frantz Fanon: ¿Teorizar desde la zona del ser o desde la zona del no-ser?. Tabula Rasa – Revista de Humanidades. Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca. Bogotá.
[2] Zibechi, Raúl (2015). Descolonizar el pensamiento crítico y las prácticas emancipatorias. Ediciones Desde Abajo. Bogotá.
[3] Fanon, Frantz (1999). Los condenados de la tierra. Editorial Txalaparta. Tafalla.
[4] Sanahuja, José Antonio (2013). Las cuatro crisis de la Unión Europea. En: Cambio de ciclo: crisis, resistencias y respuestas globales. Anuario 2012-2013. CEIPAZ. Madrid.
[5] Término utilizado en la época romana para definir el Mar Mediterráneo.
[6] Errejón, Iñigo (2014). ¿Qué es Podemos?. En Le Monde Diplomatique Número 225.


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