martes, 19 de agosto de 2014

Un sistema financiero con buena salud pero con nubarrones en el horizonte


Por Decio Machado. Consultor internacional en Análisis Estratégico y Comunicación.

Artículo para la Revista Tribuna Democrática

Se hace imposible diagnosticar el estado del sistema financiero ecuatoriano sin recordar que el pasado siglo cerró con la banca nacional en ruinas.

Decio Machado
Los administradores y autoridades bancarias de entonces así como los funcionarios responsables de su control, fueron cómplices de aquel grotesco episodio que significó un escandaloso robo al país, reeditando el drama de la emigración y significando a la postre la desaparición de la moneda nacional. Los responsables aún continúan sin la sanción penal correspondiente por su actuar doloso, siendo incluso el economista neoliberal Alberto Dahik, vicepresidente del gobierno que pusiera en marcha la Ley General de Instituciones del Sistema Financiero mediante la cual se normó que la Superintendencia de Bancos ejerciera escaso control sobre el sistema bancario privado, amnistiado de delito de peculado a petición del presidente Correa.

Sin embargo, han pasado ya quince años desde la crisis de 1999 y en este momento el sistema financiero en Ecuador tiene expectativas de crecimiento y se ha sabido adaptar a las exigencias regulatorias implementadas desde entonces.

Analizando los datos de la banca privada y pública, así como de las mutualistas y financieras al cierre del 2013, podemos apreciar que el sistema financiero nacional está en general libre de riesgos inmediatos y goza de buena salud. El ingreso del sistema bancario en estos últimos años se ha estructurado, de forma mayoritaria, en base a los intereses de los préstamos otorgados, los cuales han aumentado considerablemente fruto de la dinamización de la economía nacional, pasando del 55% en 2007 al 70% al cierre del 2013.

Es de suponer que los beneficios bancarios continuarán arrojando saldos sustanciosos, más allá de su tendencia a la moderación. Si bien los ritmos de crecimiento económico del país ya no volverán a ser los mismos que durante el boom de los precios de los commodities, los costos operativos de los servicios financieros ya no generan ingresos, y la participación del BIESS en el segmento de vivienda y los cambios en el esquema de garantías tanto para los préstamos hipotecarios como para vehículos han obligado a los bancos a redireccionar el destino de sus créditos, el amplio target de consumidores aún no bancarizados que a través del uso del dinero digital entrarán en el sistema financiero supondrá una importante ampliación del mercado para este tipo de entidades.

Según la literatura económica, la acumulación del capital físico y humano, junto con los adelantos tecnológicos, son los principales determinantes del crecimiento en las economías de mercado. Como es evidente, la disposición que tiene la sociedad para ahorrar e invertir depende del desarrollo y la solidez de su sistema financiero. El desarrollo de este implica contar con instituciones cuya oferta de servicios y productos incentive de forma real el ahorro familiar y promueva la inversión empresarial. Sin embargo, el indicador de profundización financiera de Ecuador, a pesar de haber crecido están aún notablemente por debajo de países como Brasil, Panamá, Chile o Colombia, lo que viene a significar que hay todavía mucho margen su crecimiento.

Queda en todo caso la duda sobre el nuevo Código Orgánico Monetario y Financiero, el cual pretendiendo buscar el direccionamiento del crédito hacia la inversión privada de largo plazo en un momento donde el Estado ya no puede sostener el crecimiento nacional tan solo con la inversión pública, pudiera desanimar a los accionistas de pequeños bancos para invertir más capital y alcanzar el nuevo mínimo estipulado o que los bancos más grandes prefieran no adquirir a estas entidades más pequeñas. Todo ello más allá de que el Gobierno haya creado a través de dicha ley la herramienta necesaria para en el futuro proceder con una posible desdolarización de nuestra economía. 

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