Por Decio Machado / Quito
(Ecuador)
Revista La Brecha / Uruguay
La apuesta correísta por desplazar al mandatario Lenín Moreno de la presidencia del partido Alianza PAIS fracasó, pero dentro del partido gobernante se sigue librando una guerra de posiciones entre los seguidores del ex presidente Rafael Correa y su sucesor. Mientras tanto, en Ecuador se habla más de intrigas partidistas y menos de política.
La
guerra de posiciones, también conocida como guerra de trincheras, si bien fue
utilizada como táctica militar en la guerra de Secesión de los Estados Unidos
(1861-1865) y en la guerra ruso-japonesa (1904-1905), adquirió su protagonismo
mundial a partir del fracaso de la ofensiva relámpago iniciada en Europa por
los alemanes en 1914. Dicha estrategia militar dio paso a un modelo de guerra
de frentes estables que inmovilizó a los ejércitos en líneas de trincheras que
se extendieron a lo largo de cientos de kilómetros, desde el Mar del Norte
hasta Suiza durante la Primera Guerra Mundial.
Este
nuevo escenario bélico propició una guerra de desgaste que produjo un elevadísimo número
de bajas y arruinó la moral de los soldados. Las tropas en liza se vieron
obligadas a luchar durante meses en trincheras, en penosas condiciones, bajo la
constante acción de la artillería, rodeados de alambradas, enfangados en
terrenos infectados de roedores y enfermedades, así como sometidos al
permanente accionar de las armas automáticas y los nuevos ingenios bélicos de
la época tales como lanzallamas y gases venenosos –mostaza y fosgeno entre
otros-.
En
los párrafos más legendarios de sus Quaderni
del carcere, Antonio Gramsci reflexionaría sobre estas estrategias de
guerra aplicadas en la Primera Guerra Mundial, posición y maniobra –definiendo a
esta última como el asalto-, entendiendo al Estado como apenas una trinchera
avanzada más del conjunto de fortificaciones de los sectores populares en su
lucha por la hegemonía.
Gramsci
tuvo que releer a Maquiavelo, el padre de la política como ciencia del poder,
para entender que la hegemonía es la capacidad orgánica de los sectores
dominantes para convencer a las mayorías sociales de los relatos que justifican
y explican el orden político. A partir de ahí, ganar en la política hegemónica es
básicamente convencer al resto del relato propio.
La
guerra de posiciones, la disputa por la hegemonía y parte del pensamiento estratégico
de Gramsci respecto al funcionamiento del poder y el Estado moderno ha
vuelto a tomar actualidad en la disputa política existente en Ecuador.
Con
base en lo anterior, a finales del pasado mes de octubre la facción hard correista de Alianza PAIS –que
controla una parte importante de la Directiva Nacional de dicho partido-
determinó unilateralmente y de forma no reglamentaria retirar a Lenín Moreno de
la presidencia de su agrupación política y posicionar en su lugar a Ricardo
Patiño –quien ejerce como segundo vicepresidente del partido y dado que el
primer vicepresidente está preso investigado por corrupción-. El objetivo era
hacerse fuertes en las trincheras del aparato del partido gobernante con el fin
de obstaculizar las políticas de reformas emprendidas por el actual mandatario
y su equipo ministerial.
Sin
embargo, apenas unas horas después, varios miembros del Gabinete Presidencial y
del Buró político de Alianza PAIS rechazarían públicamente dicha decisión,
definiendo dicha resolución como arbitraria y antidemocrática. Ante la confusión
generalizada entre la militancia, simpatizantes y redes clientelares del
partido político hegemónico en Ecuador, el Tribunal de Garantías Penales
dejaría –de forma inmediata- sin efecto la decisión adoptada por la Directiva
Nacional, prohibiendo al Consejo Nacional Electoral inscribir al ex ministro
correista Ricardo Patiño como nuevo presidente de Alianza PAIS.
El porqué del intento de golpe de Estado en
Alianza PAIS
El
enfrentamiento entre correistas y morenistas en el partido gobernante tiene su
origen prácticamente desde el mismo día de la toma de posesión del presidente
Lenín Moreno.
Pese
a que Lenín Moreno fue parte el binomio presidencial de Rafael Correa en las
elecciones del 2006 y del 2009, ejerciendo durante ambas legislaturas como
vicepresidente de la República, en la actualidad el ex mandatario ecuatoriano
es el principal opositor de su gobierno. En la guerra de trincheras tranzadas
al interior de Alianza PAIS y en los distintos frentes institucionales,
mientras los partidarios de Moreno han trazado una política de reformas que
conlleva una narrativa autocrítica respecto a determinadas políticas públicas
ejercidas durante la anterior legislatura y la apertura de procesos de
investigación sobre distintos casos de corrupción institucional, los correistas
intentan tácticamente derrumbar la figura de Lenín Moreno posicionándole como
un traidor que se ha aliado con la derecha.
En
esta guerra de posiciones que se viene dando durante los poco más de seis meses
de mandato de Lenín Moreno, el correísmo -al menos hasta ahora- se decanta como
claro perdedor. Mientras el actual mandatario ostenta índices de popularidad
elevados, la figura de Rafael Correa –quien dejó una economía nacional en
recesión a la par de que se destapan cada vez mayores casos de corrupción entre
sus colaboradores más cercanos- se ha visto seriamente deteriorada.
El
último movimiento táctico del presidente Moreno fue la convocatoria de una
consulta popular compuesta por siete preguntas, entre las cuales destacan la
anulación de la enmienda constitucional realizada en la última etapa correista
que permite la reelección indefinida, buscando imposibilitar que Rafael Correa
sea candidato presidencial en las próximas elecciones; así como la
reestructuración del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social
–organismo compuesto por personalidades afines al ex mandatario- abriendo la
posibilidad de evaluar el desempeño de las autoridades en organismos de control
del Estado y cesarlos.
De
ser aprobadas estas dos cuestiones, y todos los sondeos de opinión
desarrollados hasta el momento así lo indican, el correísmo sufría un vaciamiento
completo de poder a la par de que se anularía cualquier posibilidad de
rearticulación política de esta tendencia cara al futuro.
Juego de estrategias
El
movimiento desesperado de los sectores correistas al interior de su
organización política, buscando una ilegítima destitución y posterior expulsión
de Lenín Moreno del partido, es la consecuencia de lo anteriormente señalado.
En paralelo, esta fracción política está presionando a la Corte Constitucional
–cuya composición deviene del periodo anterior y tiene clara afinidad con
Correa- buscando que dichas preguntas no sean viabilizadas. De igual manera se
procede en bancada oficialista, mayoritaria en el Legislativo, buscando
bloquear las iniciativas políticas provenientes del Ejecutivo y el juicio
político contra el encarcelado vicepresidente Jorge Glas.
Sin
fuerza política y apoyado ya tan solo por un sector de voto duro identificado
con sus postulados, el cual se estima entre el 20 y 23% del electorado, el
correísmo es consciente de que el tiempo juega en su contra.
El
diseño estratégico del intento de destitución a Moreno se basó en intentar
generar una crisis política al interior de Alianza PAIS que desembocase en una
Convención Nacional extraordinaria, la cual con Rafael Correa a la cabeza les
permitieran recobrar las riendas de su partido y la hegemonía perdida en la
política nacional. Sin embargo este movimiento político, creado apenas seis
meses antes de su primera victoria electoral en 2006 y sin bases políticas en
aquel entonces, se construyó verticalmente a la sombra del poder, con cuadros y
caciques políticos de perfil arribista y fuertemente enraizado en la
tradicional política clientelar ecuatoriana, elementos estos que dejaron de ser
funcionales al correísmo una vez que el ex mandatario abandonó la poltrona
presidencial.
Los
resultados de este último pulso político han sido devastadores para Rafael
Correa: los morenistas anunciaron públicamente que 44 de los 75 asambleístas
que conforman la bancada oficialista en la Asamblea Nacional se alinearon con Lenín
Moreno, lo que vino a significar que Correa perdió del control del Legislativo,
mientras que la mayoría de las direcciones provinciales de dicha organización
política han manifestado su rechazo a la resolución de la Directiva Nacional y
su apoyo a Lenín Moreno.
Pese
a ello Ricardo Patiño, principal operador político de Correa en el país
mientras este sigue residiendo en Bruselas, anunció la próxima llegada del ex
mandatario a tierras ecuatorianas, previendo que los principales dirigentes correistas
que participaron en esta resolución podrían ser próximamente expulsados por la
Comisión de Ética y Disciplina de dicha formación política. Así las cosas, la
guerra de posiciones y el intento de asalto en Alianza PAIS planteadas desde el
correísmo ha tenido un resultado desastroso y sus respectiva trincheras en
diferentes instituciones y partido han quedado sumamente debilitadas.
Lo
anterior implica que si Rafael Correa vuelve en los próximos días al Ecuador
será posiblemente para liderar la conformación de una nueva organización
política, buscando confrontar políticamente con el actual gobierno oponiéndose
a la consulta popular, y no para restablecer su liderazgo sobre el partido que
fundó.
Riesgos de quiebre en la política nacional
El
presidente Moreno ha sabido rentabilizar políticamente su distanciamiento de
Rafael Correa, planteando la necesidad del diálogo y el consenso en una
sociedad que había quedado fuertemente polarizada y plantear como bandera la
lucha contra la corrupción. Sin embargo, existe un déficit respecto a la
capacidad de ejecución política del Ejecutivo y no se sabe aún cual es la hoja
de ruta en esta legislatura, lo cual comienza a generar ciertas desconfianzas
entre la sociedad respecto a un presidente cuya popularidad se basa únicamente
en el discurso.
Por
su parte, tanto Rafael Correa como sus operadores al interior del Gobierno y
Alianza PAIS buscan articular su estrategia en torno al miedo ciudadano de una
posible vuelta del Ecuador al pasado, algo ya utilizado campaña tras campaña
electoral durante la última década y que hoy es un argumento poco consistente
ante la sociedad ecuatoriana.
La
oposición política, más allá de la disputa interna al interior de Alianza PAIS,
en la actualidad no existe tras haber quedado sin espacio en el tablero de juego
nacional. De igual manera, los
movimientos sociales y el movimiento indígena en particular se han quedado sin
voz, inmersos en estos momentos en negociaciones con un Gobierno que se adviene
al menos a escucharlos tras diez años de persecuciones y criminalización de la
protesta social.
Así,
el panorama político a medio plazo en Ecuador apunta como desolador. Mientras
Alianza PAIS se autodestruye, ni la oposición conservadora ni la izquierda
tradicional son capaces de posicionar alternativas con cierta legitimidad
social. A su vez, el electorado es incapaz de distinguir entre las categorías
políticas tradicionales de izquierda y derecha, pues tras diez años de un
discurso institucional revolucionario adornado con viejas canciones reivindicativas
y permanentes loas a múltiples mitos revolucionarios, resultó que los grupos
económicamente más beneficiados del régimen fueron los de siempre y permaneció
una sociedad muy desequilibrada a favor de los históricamente privilegiados.
Esto devino en que cada vez más amplios sectores de la sociedad estén planteando
un hastío creciente a la política tradicional, lo que ya no se clasifica bajo
el eje izquierda-derecha.
Por
su parte, la incapacidad de renovación en los liderazgos históricos de los movimientos
sociales ecuatorianos siguen mermando la posibilidad de nuevas formas de
intervención, la articulación de un discurso diferenciado y el
reposicionamiento de lo no institucional en el ámbito de la política, quedando
la política limitada a las luchas de poder entre estructuras partidistas que se
disputan el control de unas instituciones que no están diseñadas para
transformar las cosas, sino más bien para resistir los cambios que en la
actualidad demanda la sociedad.
Lamentablemente
no circulan ideas novedosas en la política ecuatoriana y no se está alimentado
intelectualmente a una sociedad que busca, sin encontrar, estilos diferentes de
ejercer y actuar en política.
Con
tales condiciones es fácil prever que ante la ausencia de alternativas
creíbles, si el actual Gobierno no es capaz de concretar políticas exitosas que
dinamicen la economía nacional, generen empleo digno y revitalicen la capacidad
adquisitiva de las grandes mayorías, el Ecuador está abocado durante la actual
legislatura a una nueva crisis de representatividad.
1 comentario:
Coincido con algunos de los elementos que utiliza Decio Machado para analizar la cuyuntura política del Ecuador hoy: Hay en efecto una guerra de posiciones y desgaste entre el correismo duro y los adherentes a Lenín Moreno. Quizás le hace falta al documento ser más explícito en la dimensión de la corrupción, la ineficiencia y el autoritarismo como rasgos esenciales que explican la raíz del conflicto entre el "antecesor" y el "sucesor" presidencial, de la misma "revolución ciudadana", revolución pasiva o revolución sin revolución, como diría Gramsci.
La Comisión Anticorrupción, formada por algunas de las canas más respetables del País, considera que en la década correista, altos funcionarios del gobierno, entre los que se encuentran hasta hoy, el Vipresidente de la República,Jorge Glas, "favorito" de Correa, y el Contralor General de la Nación,Carlos Pólit, el ex Ministro de Petróleos, Carlos Pareja, entre otros, se robaron no menos de unos 7 millones de dólares diarios. Actos de corrupción que se consideran como los más graves de la historia de la República.
La acción de los organismos de justicia, que permanece en manos de elementos vinculados al coreismo, ha sido lenta y genera dudas sobre su grado de eficacia.
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