Decio Machado (Foto de Archivo) |
Entrevista telefónica con Decio Machado realizada desde
Bogotá por Ángela Pastor de la Revista Estudiantil Oveja Negra
Aunque ha transcurrido poco tiempo desde la
investidura del presidente Lenin Moreno en Ecuador, ¿podrías hacernos una
valoración respecto hacia donde apuntan las primeras medidas adoptadas por el
nuevo gobierno?
Decía
Jorge Luis Borges que el tiempo es la sustancia de la que hemos sido creados. En
este sentido el nuevo gobierno apenas está en fase de creación y no da aun para
hacer una valoración mínimamente seria al respecto. Estamos apenas en la fase
de las declaraciones simbólicas y la teatralización política, en todo caso sí
parece que a diferencia de su antecesor este gobierno busca enfocarse en los
problemas centrales que vive el país. Démosles al menos los cien primeros días
para valorar su políticas…
¿Te parece que eso de abordar los problemas
centrales del país por parte del Ejecutivo es un cambio respecto al correísmo?
El
correísmo construyó un relato que, inicialmente exitoso, se mantuvo estático durante
una década lo cual derivó en que este ya no se ajustara a la realidad actual que vive del país. Consecuencia de lo anterior el régimen perdió su capacidad de
convicción ante el grueso de la sociedad, lo que les llevó a reducir su
estrategia en torno al miedo. Fruto de este agotamiento político nace el
discurso poco funcional al que hemos asistido durante sus últimos años respecto
a la amenaza de una restauración conservadora o el riesgo de una vuelta al
pasado. La consecuencia de todo esto se evidenció en el reciente proceso
electoral, donde Alianza PAIS sumó menos del 30% de voto sobre el conjunto del
censo electoral en la primera vuelta.
Siguiendo a los medios de comunicación ecuatorianos
parece ser que el problema central en el país es la corrupción.
¿Institucionalizó el correísmo la corrupción?
El
sensacionalismo mediático nació a finales del siglo XIX consecuencia de una
disputa por cuotas de mercado entre dos magnates rivales, William Randolph
Hearst y Josep Pulitzer, dueños de las dos cadenas de periódicos mas poderosas
de los Estados Unidos. Si a eso le sumas la tendencia actual hacia la
coprofilia existente en muchos medios de comunicación convencionales pues ya
tienes un coctel de combinación perfecta.
Ecuador
esta en el mismo estándar alto de corrupción que la mayoría de los países
latinoamericanos, donde el cohecho, el soborno, la falta de transparencia en el
manejo de los recursos del Estado, los negocios entre empresas y funcionarios,
el enriquecimiento ilícito y los sobreprecios en la contratación pública son
lamentablemente una lógica cotidiana. La corrupción en Ecuador no nace con el
correísmo, en todo caso si escandaliza el cinismo de estos últimos diez años
durante el cual se nos vendió el discurso de la construcción de una supuesta
nueva sociedad y una ruptura civilizatoria hacia el Buen Vivir.
Ahora
bien dado que eres estudiante universitaria, si quieres con rigurosidad
intelectual hablar de verdad sobre los problemas centrales del Ecuador
deberíamos entonces hablar de los problemas que derivan de una sociedad que
tras diez años de discurso supuestamente revolucionario sigue estando
tremendamente desequilibrada a favor de sus sectores privilegiados.
¿Y el hecho de que el presidente Moreno
firmase recientemente un decreto para constituir un Frente de Transparencia y
Lucha contra la Corrupción no te parece un avance?
El
ex presidente Correa durante sus últimos años de gestión construyó un discurso
que pretendió naturalizar la corrupción. Se nos dijo en primer lugar que se
trataba de hechos aislados y en un segundo momento que este tipo de actos
ilícitos forman parte de la naturaleza humana. Fruto de la presión social el
presidente Moreno ha tenido que tomar cartas en el asunto poniendo en marcha
esta estrategia nacional por la transparencia y la lucha contra la corrupción, lo
que viene a significar una ruptura con el momento anterior, pues reconoce la
existencia de un problema de gran envergadura e implícitamente reconoce también
el fracaso de esto que el correísmo llamó revolución ética y que la sociedad
ecuatoriana nunca llegó a ver por ningún lado.
El
oficialismo enfrenta con esto un gran reto, pues para que un partido de
gobierno salpicado por la corrupción se convierta en adalid de la regeneración
política institucional hace falta una importante catarsis interna que nunca es
fácil de hacer.
¿Caerá el vicepresidente Jorge Glas?
Desde
mi punto de vista políticamente está acabado, fue una rémora durante la campaña
electoral y en estos mundos se prima la imagen… Es posible que se vea obligado
a renunciar, aunque creo que el gobierno intenta imponer sus tiempos y no
someterse a los de la oposición. En todo caso, el mantenimiento de su puesto
está sujeto a las diversas disputas actualmente existentes al interior del
oficialismo.
El frente político del gobierno está
llamando al diálogo a los sectores sociales con los que antes el presidente
Correa había tenido conflictos. ¿Qué valoración haces sobre esto?
Toda
definición de identidad parte de la diferencia y eso es el principio
estratégico básico sobre el que se articuló la narrativa neopopulista durante
el llamado ciclo progresista. En Ecuador esta circunstancia asumió elevados
grados de irracionalidad y desgaste político, pues terminaron abriéndose
frentes paralelos de conflictos con la prensa, los sectores productivos, los
sindicatos, el movimiento indígena e incluso con sectores políticos que en
algún momento fueron sus aliados. Entiendo que el presidente Lenín Moreno busca
recuperar la iniciativa política y el sentido común perdido por el correísmo en
su última fase, superando así el estadio anterior mediante la generación de
diálogos que permitan cicatrizar heridas que en muchos casos fueron innecesarias.
Decio Machado (Foto de Archivo) |
¿Y puede un gobierno llegar a consensos con
todos los actores sociales que articulan la complejidad de una sociedad
moderna?
Evidentemente
no, la estrategia del actual gobierno tiene un sostén meramente transitorio y
más temprano que tarde serán visibles sus contradicciones. Voy a significar de
forma breve y con tan solo dos ejemplos lo que intento decir.
Los
últimos años de la era Correa han dejado al país en una condición económica
realmente difícil, siendo una parte de esa responsabilidad culpa de la gestión
gubernamental y otra derivada de factores exógenos. Escasos de liquidez e
inmersos en una política de endeudamiento, en la actualidad el Estado está
imposibilitado de ejercer su rol anterior como dinamizador de la economía
nacional. Esto conllevó a que el nuevo gabinete de ministros tenga un sesgo
marcadamente pro-empresarial, lo cual en diálogo con una patronal que demanda
abaratamiento de costos en la producción a través de la congelación salarial y
la flexibilización laboral conllevará conflictos con lo que queda de tejido
sindical.
De
igual manera, la CONAIE hoy mantiene una campaña sostenida por la amnistía de
las y los líderes sociales que han sido criminalizados por sus resistencias a
las políticas extractivas. Sin embargo el nuevo gobierno mantiene una apuesta
por la continuidad de dichas políticas, nombrando como ministro de
Hidrocarburos a un profesional vinculado a una corporación estadounidense que
es el segundo proveedor más grande de servicios petroleros a nivel mundial y
que se convirtió en la mayor operadora del fracking
del planeta.
Indudablemente
gobernar es complejo y gestionar estas contradicciones requiere de mucha
inteligencia política, lo normal es que a la larga estallen conflictos derivados
de intereses antagónicos.
¿Qué valoración haces de la estrategia
opositora frente al nuevo gobierno?
Mi
lectura personal es que la victoria electoral de Lenín Moreno fue más que el
fruto de una disputa con base en la correlación de fuerzas, el fruto de una
disputa con base en una correlación de debilidades. El nuevo gobierno es
consciente que tras su ajustadísimo triunfo lo que ha conseguido es ganar
tiempo y es ahora cuando le toca readecuarse al cambio de ciclo. No tiene otra
opción, pues mantenerse políticamente en los ámbitos de las fuerzas residuales
de Alianza PAIS le llevaría tan solo a gestionar la curva descendente de una
hegemonía en declive.
En
ese marco de debilidades, las diferentes realidades opositoras existentes le
ayudan mucho pues carecen de estrategias políticas sólidas. En estos momentos
los alaridos opositores, tanto del ala de la derecha como los que se autodefinen
“izquierda”, apenas son capaces de hilar algunas consignas enmarcadas en la
corrupción o su desconfianza respecto al dinero electrónico. En realidad muy
poca cosa a la hora de proponer políticas públicas alternativas.
Evidentemente
es una cuestión de tiempo que las estrategias conservadoras se rearmen en base
a los errores que pueda ir cometiendo en nuevo gobierno.
¿Y la izquierda?
Mira para ser sincero, considero que hay una
banalización del debate político en la izquierda ecuatoriana. Consecuencia de
ello y hablando en términos electorales, las coaliciones de partidos y
organizaciones progresistas tanto en el año 2013 como en el 2017 fueron
incapaces de proponer un modelo de sociedad o país mínimamente convincente al
conjunto de la ciudadanía. Sus discursos han estado más basados en cuestiones
hepáticas respecto al correísmo que en la conformación de propuestas, ideas y
modelos organizativos capaces de incorporar a sectores sociales no
necesariamente conformados en las lógicas cultural-militantes de donde
provenimos. Esta irracionalidad les llevó apoyar a Guillermo Lasso en la
segunda vuelta de las elecciones presidenciales, reactualizando así el
pensamiento de Goethe cuando indicaba que contra la estupidez hasta los dioses
luchan en vano.
Para terminar, ¿crees que esta actitud de
la izquierda cambie ya sin Correa en el Palacio de Carondelet?
No
comparto la tesis de que el estado actual de la izquierda sea la consecuencia
de que Correa les quitó las banderas o que reprimió a dirigentes y
organizaciones. Siendo lo anterior verdad, ese discurso me suena al que hacen
los malos estudiantes cuando te dicen que repitieron nivel porque el examen
había sido muy difícil.
La
izquierda ecuatoriana actual carece de ideas frescas, de capacidad discursiva,
de estrategias para afrontar nuevas formas de intervención política, de un
modelo de organización política alternativa y de regeneración en sus
liderazgos. Esos son los nuevos retos políticos que deben ser afrontados en
este período. Todo ello en una coyuntura como la actual donde tras diez años de
correísmo ir por la vida con la etiqueta izquierda en el pecho quedó vacío de contenido.
El oficialismo es el único que ha entendido esto, motivo por lo cual cuando le
preguntan al presidente Lenín Moreno por su ideología este se limita a
responder que su ideología es el Ecuador.