Por Decio Machado
Cabría comenzar por señalar lo evidente:
tan solo un año después de que las últimas elecciones presidenciales y
legislativas (17 de febrero de 2013) arrojaran una votación del 57,17% para el
presidente Rafael Correa y del 52,30% para los asambleístas de Alianza
PAIS -lo que significa el control del 69,5% de
los curules en la Asamblea Nacional-, el mapa político ecuatoriano se ha
transformado.
Las elecciones seccionales del pasado 23 de febrero permitió que el oficialismo se posicionara en diez gobiernos provinciales (cuatro de ellos con
alianzas) de los veintitrés en disputa, mientras
el Pachakutik obtiene cuatro (tres amazónicas y Cotopaxi), SUMA otros dos (Bolívar y
Pastaza), quedando los demás repartidos entre CREO, MPD, Avanza, Partido Sociedad
Patriótica y los movimientos locales Integración Democrática en el Carchi y
Participa en Azuay –ambos derivados de la ya inexistente Izquierda Democrática-.
Respecto a las capitales provinciales cabe
significar el importante sumatorio de derrotas electorales de Alianza PAIS en plazas que antes controlaba, como es el caso de Quito, Cuenca, Santo Domingo de los Tsáchilas, Portoviejo, Santa Elena o una
ciudad de envergadura estratégica como es el caso de Manta. Entre las 10 ciudades con mayor población del
país, Alianza PAIS solo gana en Durán (Guayas).
Mauricio Rodas |
Los grandes beneficiados de este proceso electoral
son SUMA y Avanza, quienes en alianza se hacen con Santo Domingo de los Tsáchilas,
mientras el primero además gana en Quito, Portoviejo, Guaranda y Puyo, quedando
en manos del segundo las alcaldías de Latacunga, Ibarra y Ambato. A parte de
esto, el crecimiento de ambas organizaciones políticas en el conjunto del país es relevante, dejándole a CREO con tan solo con las alcaldías de Babahoyos, Riobamba y Azogues, de las ciudades relevantes.
Sin duda los recientes resultados electorales
permiten lecturas diversas que pueden ser realizadas desde diversas vertientes. Destacaré las que considero más interesantes:
- Los
resultados electorales evidencian un cambio en la correlación de fuerzas en el área política de los conservadores.
Si hace apenas un año CREO se pretendía consolidada
como segunda fuerza electoral en el país tras obtener el 22,68% de los votos
presidenciales, resultados muy por encima del Partido Sociedad Patriótica
(6,73%) y SUMA (3,90%), en estos momentos pasa a ser SUMA la organización referencial
de la derecha.
El hecho de que SUMA, en tan corto plazo de tiempo,
se haya convertido en el único partido capaz de posicionar un presidenciable con aspiraciones serías en el
ámbito de una futura y más que posible plataforma política electoral que conlleve la unidad
de la derecha, viene a indicar que también el ámbito conservador las cosas se transforman. La derecha ecuatoriana está asumiendo versiones modernas, más tecnocráticas, más socialmente presentables y más
novedosas respecto a su vieja partidocracia y el posicionamiento del segundo banquero del país como líder de la oposición conservadora. Por otro lado, el desarrollo del último tramo de la
irrisoriamente denominada “Batalla de Quito” significó un empujón para otras
candidaturas de SUMA a nivel nacional, lo cual se dio a través de la triunfadora de Mauricio Rodas,
fenómeno político que hasta el momento tan solo era capaz de irradiar en el
país el presidente Correa.
CREO por su parte, pasa a ser el gran perdedor de estas elecciones, dada su incapacidad para posicionar a sus candidatos a las dignidades en los ciudades más importantes del país, quedando sus opciones en estos gobiernos provinciales muy lejos de significar alternativa alguna.
- Error estratégico de campaña y su lectura política.
La campaña electoral de Alianza PAIS se basó a nivel
nacional en la figura del presidente Correa. Desde Augusto Barrera en Quito
hasta el aspirante a vocal en la junta parroquial más pequeña del país, dispuso de una estrategia gráfica de campaña que se resumió en posicionarlo bajo el abrazo del Presidente de la República. Esto se plasmó bajo el discurso estratégico de todos “somos un equipo” en el cual como líder indiscutible ejerce el mandatario ecuatoriano.
Argumentalmente los candidatos oficialistas incidían
una y otra vez en que eran la representación en la tierra del “compañero
presidente” y de la revolución ciudadana en sus respectivos territorios. El argumento político era precario y muy poco institucional: sería a través de los candidatos de Alianza PAIS por donde se canalice el desarrollo territorial y sin el
oficialismo en los diferentes estadios del poder local, no llegaría adecuadamente la inversión del gobierno central y por lo tanto no existiría una modernización acorde con la evolución a nivel
nacional.
A lo largo y ancho del país, la imagen del presidente
Correa se volvió a extender a través de propaganda gráfica por doquier. Las cadenas
radiotelevisivas gubernamentales y los medios de comunicación al
servicio del oficialismo también fueron herramientas eficaces para el
desarrollo de este culto a la personalidad presidencial. Es por ello que
sorprende la negación por parte de Alianza PAIS y del propio “compañero presidente”
de entender que al igual que se busca un resultado positivo a través de dicha estrategia, si el resultado es negativo también debe ser interpretado bajo esos
mismos parámetros.
El voto no oficialista en unos comicios
presidenciables pone en cuestión la continuidad del proyecto político y los
múltiples indicadores positivos que se han desarrollado a través del actual
gobierno, sin embargo dicho voto a nivel local manda un mensaje claro que va más allá
de lo que respecta al candidato votado y a la política local. El mensaje ciudadano expresado el 23 de febrero tiene mucho que ver con lecturas nacionales e
incluso internacionales, en el sentido de que
una gran parte de la población expresó su disconformidad con las políticas de
confrontación actualmente impuestas desde el Palacio de Carondelet.
Rueda de Prensa tras derrota oficialista en Quito |
El correísmo endosa la culpa de su pérdida más
grande, la ciudad de Quito, a la falta de estrategia política y de carisma de la candidatura
de Augusto Barrera. También responsabiliza acertadamente a una gestión municipal que, habiendo sido la que mayor inversión ha recibido desde el gobierno nacional, nunca fue capaz de rentabilizarla políticamente.
Sin embargo, es evidente que una parte del voto le
estaba diciendo al gobierno nacional que esta forma de gobernar con excesos y
demencia confrontativa no le gusta, y que no le gusta por lo tanto la
injerencia en la justicia desde el Ejecutivo, al igual que no le gusta el
estilo político reflejado en la resolución del tema del aborto por violación en
el Código Penal, así como no a su vez tampoco le gusta la descalificación permanente y el escarnio sabatino al que son sometidos los oponentes políticos al gobierno. Pero posiblemente lo que menos
le ha gustado a este importante sector de la ciudadanía es el ridículo internacional expresado en los medios de comunicación más importantes del planeta fruto de la
persecución política sobre un caricaturista ecuatoriano con gran sentido del humor y alta
calidad en sus trazos. Por último, otro factor a considerar
como de incidencia negativa fue la demagogia política expresada por boca del
presidente Correa cuando definió como traidores a la “revolución” y al proceso
político a cualquier disidencia interna, entendiendo que cualquier voto que no fuese dado a su candidato en Quito y por extensión al resto del país era un voto para los agentes del imperialismo
internacional. Este hecho que hizo que mucha gente reflexionase sobre las imágenes que de forma cotidiana se sucedían en sus pantallas de TV desde Venezuela, donde más
allá de las tramas internacionales existentes, hay un sector de la población que está expresando su descontento con escasa audiencia por parte del presidente Nicolás Maduro. En todo caso, el
comportamiento electoral referencia que la ciudadanía priorizó la capacidad de
liderazgo local independiente de la gestión del gobierno nacional y del carisma
algo tocado en esta ocasión del líder único de Alianza PAIS.
Por otro lado, el elector ecuatoriano tampoco ha
encontrado grandes diferencias entre la gestión municipal de Alianza PAIS y la
de sus opositores. El oficialismo ha sido incapaz de desarrollar un
modelo de gestión y de ciudad diferente a la pretendida ciudad planificada de la cual se visualizan escasos resultados en sus barrios más populares y periféricos. En Quito el municipio llegó incluso
a pensar que hacer parques en el Sur era mirar hacia el Sur y en Guayaquil la política del gobierno nacional a base de desplazamientos forzados y violentos contra la población marginal incluida la quema de sus viviendas pretendió contar con el apoyo de sus víctimas en aras
a un modelo planificado de “guetto” construido sobre miles de viviendas impopulares que no superan los 39
metros cuadrados. Los impuestos y
sanciones desproporcionadas fueron elementos estratégicos que sirvieron como
“arietes” para los partidos conservadores en las ciudades bajo gestión
oficialista.
Por último, otro elemento a valorar fue la absolutista desconsideración y falta de respeto al sentir de las bases militantes de Alianza PAIS, lo
que conllevo a la imposición de diversas candidaturas desde Quito hacia los territorios periféricos, situación que benefició a algunos familiares y amigos del poder pero profundizó el descontento y la decepción entre
las filas verde flex.
- Los resultados electorales en territorios afectados ponen en cuestión la política extractivista del gobierno nacional.
De la lectura respecto a los resultados
electorales en los gobiernos provinciales del Azuay, Morona Santiago y Zamora
Chinchipe, cabría deducir que en los territorios afectados por el “planificado”
desarrollo de la minería se estaría reflejando el rechazo local a las formas y
lógicas por las cuales pretenden ser implementadas las políticas nacionales de perfil extractivista.
El conflicto desde el gobierno nacional con Paul Carrasco, Marcelino Chumpi y Salvador
Quishpe, parte de la base de que estos consideran sus provincias desde el
ámbito de la diversificación de actividades productivas, donde la minería en
todo caso no sería más que una de ellas, sobre la que habría que negociar como
implementarla y no por ello ha de ser la más importante. Destaca por parte de
los prefectos reelegidos la defensa de la minería artesanal, donde se reconoce
la necesidad de políticas adecuadas para el sector pero no su ilegalización y criminalización,
así como una apuesta por la producción limpia, teniendo en cuenta las
particularidades hídricas y agropecuarias de sus respectivas provincias, así
como su potencial turístico.
Pero más allá de la posición de los líderes
anteriormente mencionados, se evidencia que sus respectivos movimientos
políticos, especialmente en la región amazónica, están construidos por sectores
sociales que se oponen claramente a los pretendidos megaproyectos mineros, lo
que avizora un horizonte conflictivo a corto y medio plazo. De igual manera,
quedó aplazado en el tiempo la obtención del “trofeo de caza” que para el
oficialismo suponían las “cabezas políticas” de Salvador Quishpe y de Paul
Carrasco en ese mismo orden.
La
estrategia de la derecha
Mauricio Rodas (SUMA) y Juan Carlos Solines (CREO) |
La condición de fuerza mostrada por Mauricio Rodas (SUMA)
en Quito frente a su rival en el
espacio político conservador, Juan Carlos Solines (CREO), momentos antes del comienzo de la campaña electoral era el síntoma de que SUMA había ganado la
posición entre los conservadores. No había mucho que discutir, Rodas era el
hombre a disputar el segundo cargo político más importante en el país, mientras a CREO se le dejaba únicamente la disputa por una más que perdida candidatura a la Prefectura de
Pichincha. El caso de CREO en Guayaquil es similar con respecto a Jaime Nebot y Madera de Guerrero.
Ante esta situación el discurso de CREO fue claro. Conscientes de sus escasas posibilidades electorales -Solines no vendía ni una cacerola en Quito y los resultados de César Monje en Guayas hablan por si solos- ponían por encima del coyuntural conflicto de
intereses la capacidad de entendimiento para las presidenciales y legislativas del 2017.
El discurso de Rodas durante el proceso electoral también evidencia su apertura al debate y acuerdos con otras fuerzas políticas, con lo cual ahora este joven neoliberal debe sortear el obstáculo de que significa el que su
gestión como burgomaestre pudiera ser entendida por los quiteños como un mero instrumento dirigido hacia un salto político más importante: el sillón presidencial de Carondelet.
Si Mauricio Rodas, a pesar de todos los problemas con
los que se enfrentará, es capaz de vender una gestión positiva en Quito durante
los próximos años, el bloque opositor al actual gobierno podría engrosar sus
filas incluso con partidos que hoy, confusamente, se consideran como aliados
del correísmo tal y como es el caso de Avanza. Esta organización política,
sorprendentemente construida al calor y color del Instituto Ecuatoriano de la Seguridad
Social (IESS), ha demostrado manejar un buen caudal de fondos así como tener la
sagacidad de reclutar sus candidatos locales entre distintos líderes
territoriales descolocados de la partidocracia y también del oficialismo.
Avanza, una especie de centro político que se autodefine como “socialdemócrata”,
perfectamente podría reapuntar sus orientaciones estratégicas en función de
hacia donde “sople el viento”, tal y como lo ha demostrado en distintas
alianzas electorales locales en estos recientes comicios.
La referencia anterior tendría que ver con una nueva
coyuntura para el Ecuador en el plano económico. Al respecto, cabe señalar que
las divisas emergentes están en “caída libre”, y que la desaceleración de la
economía china, de sostenerse, podría golpear a las “economías abastecedoras”
–países suministradores a China de productos primarios-, lo cual sumado a la
burbuja crediticia de algunos países estratégicos –en Wall Street definen a
Brasil, India, Sudáfrica, Turquía e Indonesia como los “cinco frágiles”- podríamos
encontrarnos en el breve plazo en una renovada recesión global. En resumen, a
lo que asistimos, aunque no sea expresado de esta manera, es a un problema que
tiene que ver con la demanda global efectiva y la lógica del “crecimiento”
como orientación ideológica. Las crisis cíclicas del capitalismo no son más que el método normalmente utilizado para eliminar
periódicamente la disensión existente entre la ilimitada capacidad extensiva de
la producción y los límites intrínsecos de los que dispone el mercado,
convirtiéndose en los mecanismos a través del cual el capital reafirma su
autoridad como precondición para todo lo
demás.
Si como anuncian los analistas más agoreros y parece
ser verdad, se avecinan nuevas tormentas, el gobierno de llamada revolución ciudadana
afrontaría durante este período de gestión problemas que hasta ahora no ha tenido que confrontar en sus más de
siete años de gobierno.
Efecto de
los resultados electorales al interior de Alianza PAIS
El impacto de los resultados electorales,
principalmente en Quito, Cuenca, Santo Domingo de los Tsáchilas e Ibarra, así
como la pérdida del Gobierno Provincial de Imbabura, ha desatado cierto “revoltijo” al interior del oficialismo.
Cierre de campaña APAIS |
Dejando claro de antemano que la figura de Rafael
Correa no está ni mucho menos en cuestión, se están levantando voces que
inciden en la necesidad de limpiar Alianza PAIS de oportunistas políticos con
agendas propias, burócratas de despacho desconocedores de la realidad en las
calles, y de allegados a la cúpula de poder –ministros, asesores, colaboradores
y altos funcionarios de diversa índole- más comprometidos con sus intereses personales que con el proyecto "revolucionario”.
Ante esto en el sector oficialista se está desatando
un contra-discurso que hace referencia a una “supuesta” trama internacional que
entre otros objetivos, tiene la finalidad de debilitar al oficialismo a través
de luchas intestinas, y que en momentos como este la unidad y disciplina
orgánica es fundamental, intentándose limitar así el debate interno y la autocrítica democrática. A estas alturas del viaje en la historia universal de la lucha de
clases, resulta que las tramoyas del imperialismo y los intereses extranjeros son el elemento por los cuales se debe censurar la crítica y la autocrítica en los
movimientos que se llaman a si mismos emancipadores, algo patético que recuerda
a socialismos que no son precisamente del siglo XXI.
Parecería el momento adecuado para que al interior de
Alianza PAIS se desarrollara un debate orgánicamente estructurado en el cual se analice su modelo
organizativo, la necesidad del debate interno, así como la
expresión de tendencias que más allá de avalar las políticas gubernamentales en
materia de inversión social y obra pública, se centre en el ámbito del programa político, el proyecto, la fórmula de liderazgos y los modelos de toma de decisiones al interior del partido
oficialista.
Un punto de inflexión de estas características, lo
que significaría una verdadera catarsis interna para el partido de gobierno, aparece como un horizonte más
que lejano ante las realidades actualmente existentes, aunque no por ello debería
ser dejado de lado por los sectores que todavía consideran a Alianza PAIS como una
herramienta de transformación social. En todo caso, nos hace arrugar el ceño que el propio presidente Correa, lejos de arrogarse autocrítica personal
alguna, posicione este fracaso electoral en la falta de una política de
alianzas adecuada y en el supuesto sectarismo existente al interior en su frente
político. Ambas condiciones, sumadas a puntuales errores estratégicos y falta de reacción rápida
en la campaña, son suficientes para el mandatario como explicación de los resultados electorales del pasado 23 de febrero.
Entre lo poco que queda al interior de Alianza PAIS
de sectores a los que podríamos definir como “progresistas”, el sector “barrerista” es posiblemente el
baluarte más importante. Estos resultados negativos presuponen la caída de los
responsables del frente político, lo que señala a la actual titular de la
Secretaría Nacional de Gestión de la Política, Betty Tola, y con ella, un
amplio espectro de burócratas que se referencian como sector ideologizado al
interior del mundo verde. De igual manera, el bloque “barrerista” que se había consolidado
en el municipio quiteño pagará sus errores al interior del organigrama de pesos políticos de Alianza PAIS, como lo ha de pagar también con su debilitamiento los
entornos de Virgilio Hernández en la Asamblea Nacional. Por regla de tres inversa, se hace más que evidente que los beneficiarios de un proceso de estas características es el
sector más conservador al interior del Ejecutivo y del partido oficialista.
Otro de los sectores debilitados en esta contienda es
el grupo que pretende autodefinirse como “intelectual”, los llamados “príncipes" del pensamiento correísta. Situados estratégicamente en sectores que tienen
que ver con el desarrollo del conocimiento, la investigación y la ciencia, este
grupo y su entorno se manifestaron prolíferos en la redacción de
cartas y posicionamientos públicos que más respondían a sus egos personales y
pedanteria que a cualquier estrategia electoral efectiva para frenar el avance de la derecha. Sin duda pocos de ellos, por no decir ninguno, ha
militado en las barricadas políticas que históricamente han protagonizado los
movimientos sociales en el Ecuador, lo que les lleva a entender la política
desde la lectura de concienzudos análisis sociológicos y nobles metodologías
académicas, que se expresan en exuberantes documentos escritos publicados por
sus correspondientes ministerios y el IAEN, pero que se mostraron como poco útiles a
la hora de comprender las estrategias conservadoras y organizar a los sectores
de resistencia anti-neoliberal, precisamente esos a los que los susodichos ahora definen en un alegado a la "modé" progresista como de pos-resistencia.
En estas condiciones y teniendo en cuenta que ante
las presidenciales del 2017 estaría abierto –salvo que el presidente Correa revisase su decisión de no reelegirse- la pelea por el “delfinazgo”, todo apunta a que el candidato mejor posicionado es el actual Vicepresidente
de la República, Jorge Glas, quien ya cuenta con una importante partida
presupuestaria en posicionamiento público a través de sus propias cadenas
gubernamentales y el apoyo del ala más conservador del Ejecutivo.
Presidente Rafael Correa |
La lectura del presidente Correa sobre la carencia de
una política de alianzas adecuada, conlleva un mensaje soterrado pero claro:
entenderse con Avanza antes de lo que haga la derecha, así como con algunas
fuerzas políticas locales que poco tienen que ver con lógicas políticas que
apuestan por la transformación social en el país. Quedaría entonces como
escenario inmediato, la conformación de un amplio bloque político que incorpore
aun más y diversas sensibilidades del espectro centro y de la centro-derecha.
Dicha situación cerraría la brecha para un debate político interno
posicionado desde las visiones de los sectores más progresistas del oficialismo y su orla social, lo que constatará en la práctica que el partido de gobierno
se mantenga lejos de buscar opciones económicas alternativas al capitalismo,
manteniéndose como objetivo la simple reforma de dicho orden: aminoración
de los excesos del capitalismo y una búsqueda por insertar al Ecuador entre los
países “privilegiados” de la periferia más cercana al centro del sistema mundo.
En todo caso, queda para el debate esta peculiar estrategia de emanciparse del
mercado internacional de commodities
a través de profundizar el extractivismo o educarse para el Sumak Kawsay a través
de académicos extranjeros que poco o nada han oído hablar sobre tal concepto andino. Más allá de lo anterior,
parece poco discutible que esta posición sustenta las relaciones de dominio
capitalista, bajo el criterio de estas podrán ser transformadas por medio de
reformas legales al interior del sistema –nuevo revival de la tan inmortal como absurda idea de la revolución por
fases-, olvidando que dichas relaciones no son la consecuencia de leyes
burguesas, sino del fruto del propio desenvolvimiento económico.
Sin duda olvidan los “príncipes" del pensamiento
correísta que cuando el keynesianismo quebró en Europa, no fue porque los
Estados destruyeran las organizaciones obreras con las que se había concertado
el sistema durante más de cuatro décadas, sino porque el capital vio como
inviable mantener un modelo económico donde su tasa de ganancia había menguado ya
de forma ostensible.
La
situación de la izquierda social y política fuera de Alianza PAIS y su entorno.
La izquierda desde hace más de un siglo comete a
nivel planetario el error de pensar que el marxismo tiene el monopolio de la
emancipación, ignorando que dicho pensamiento no es más que un meeting point, y no un sistema acabado
ni un dogma de fe religioso a transmitir a cada vez menor número de feligreses.
En el marco ecuatoriano, la implementación en los
primeros peldaños de un pretendido “Estado de Bienestar” que es confundido
conceptualmente con el término ancestral kichwa Sumak Kawsay, ha
restado urgencia a las luchas anticapitalistas existentes antaño, generando una
crisis existencial en las organizaciones populares que en años anteriores destacaron
en sus resistencias contra las políticas de la tan manoseada “larga
noche neoliberal”. Esta situación deriva en la condición de que desde la
autodefinida “izquierda real”, se haya tenido muy poco que aportar en el debate sobre intervencionismo estatal en
la economía; el desarrollo de la sociedad de consumo; el cada vez mayor desarrollo tecnológico; la nueva organización del
trabajo; o la reactualización del colonialismo económico, cultural y académico, entre otras cuestiones. Es así,
sin querer queriendo, que en Ecuador, los movimientos populares y las organizaciones políticas a la izquierda del correísmo se han ido convirtiendo en
algo inútil para aportar políticamente hacia algo nuevo. Tanto es así, que el debate político se desplazó a la Academia, quedándose en el
marco de un frustrante juego semi-intelectual que en la mayoría de los casos
carece de realidad política.
El resumen de esta cuestión es que la mayoría de las organizaciones
populares hacen sus esfuerzos por encajar de forma adecuada con el nuevo
capitalismo posneoliberal reformado y puesto en marcha por la revolución
ciudadana, mientras dicho planteamiento es defendido discursivamente por los
cortesanos de la "intelectualidad oficialista" bajo el criterio gramsciano de bloque
popular-nacional en aras a un lógica de alianza interclasista que busca la
consolidación de una supuesta nueva forma de hegemonía. Por parte de la
izquierda a la izquierda del correísmo, la realidad no es mucho mejor: no se ha
sido capaz de generar contra-modelos, y los discursos en defensa de la
Constitución de Montecristi, los derechos de la naturaleza, el discurso
anti-extractivista o sobre la esencia misma del Buen Vivir,
quedan cortos e inadecuados para dar respuestas a una sociedad que demanda
cosas concretas en el día a día de la realidad política vigente y no atisba a
distinguir conceptos tal discutibles como: “revolucionarios buenos vs revolucionarios malos” o el
“proyecto traicionado” de la revolución ciudadana.
En lo concreto, esta cuestión significa seguir viendo
a los partidos de la vieja izquierda ecuatoriana luchando por su supervivencia
electoral con base en programas centristas eclécticos que no parecen inspirar
sentimientos muy fuertes entre la población. Sus consignas, compiten en el
discurso con el oficialismo neokeynesiano, planteando que los principios de la
“revolución ciudadana” han sido traicionados, pero carentes de alternativas
ideológicas y propuestas concretas ante el programa de “desarrollo nacional” impulsado desde el gobierno.
Movilización antiminera |
En paralelo, vemos un movimiento indígena que tras
casi diez años de constituida su crisis se muestra incapaz de superarla, haciendo hincapié en su imposibilidad para reconstituirse como
un actor político de cambio. El movimiento indígena combina en la actualidad su expresión de rechazo a la política gubernamental en algunos territorios, mientras en otros su dirección política es
empujada por gran parte de sus bases hacia un reconocimiento de las políticas
públicas neodesarrollistas impulsadas por el gobierno en el sector del agro.
Por último, queda hacer referencia a un cada vez menos
amplio abanico de organizaciones populares en situación de estancamiento que
son herederos ideológicos diluidos del conato revolucionario de 1968: movimientos
ambientales, feministas, de las llamadas minorías oprimidas y comunitarios de
base. Estos movimientos antisistémicos, incluido el indígena, inspirados en la
superación del estricto conflicto capital vs trabajo, tuvieron bastante éxito en su día al cuestionar las premisas básicas de la vieja izquierda, pero desde entonces
fracasaron en consolidar una estrategia alternativa. En la actualidad, diversas
organizaciones sociales y ONGs pretenden ser representativas en este aspecto,
pero la mayorías de ellas demuestra sus debilidades asfixiadas por una cooperación internacional cada vez más menor que amenaza en transformar a
este tercer sector en una especie en extinción dentro de un país ya considerado como de rentas medias.
Lo anteriormente descrito condiciona a una izquierda
en general muy golpeada por las estrategias gubernamentales de desacreditación
a la oposición política y social, lo que se visualiza en la falta de capacidad
de articulación de fuerzas “antagónicas” en los escenarios políticos actualmente
existente.
Conclusiones
A pesar de que la factura política que hoy sufre el
oficialismo no sobrepase el severo “tirón de orejas” a las formas de hacer desarrolladas desde el gobierno nacional y un Legislativo enteramente
controlado por el partido de gobierno, Ecuador se enmarca en un modelo de
“autoritarismo benigno” sostenido por un sofisticado control
político sobre la libertad de expresión y la disidencia. El gobierno
de Alianza PAIS todavía no está en riesgo, teniendo aún bastante margen para
rectificar políticamente, más allá de que sea afectado por el impacto de
crisis económicas exógenas a una realidad nacional permeable por un mundo
globalizado.
Respecto al presidente Correa, la población ya ha demostrado
hace apenas un año aceptar de buena gana un contrato social que limita
ciertas libertades y derechos constitucionales a cambio de disfrutar en el país de una condición económica no
existente con anterioridad.
Con respecto a la izquierda social y política,
inmersos en la falta de propuestas y carencia de proyecto alternativo
de sociedad, sonroja ver como al menos a una parte de esta su anticorreísmo le ha llevado a aplaudir por debajo de la mesa el reciente triunfo de la derecha. Esta situación evidencia la condición febril de su
actual estado de salud política, dispuestos a quedarse tuertos con tal que el
oficialismo quede ciego en esta contienda.
No habrá condiciones para la construcción de un
proyecto alternativo mientras desde las izquierdas no se marquen las pautas para
la construcción de algo nuevo, lo que significa la superación de los espacios
construidos políticamente en la actualidad. Como llegar a eso pasa tanto por el
conflicto de ideas y la posibilidad de debate interno en Alianza PAIS -con la consiguiente construcción democrática de corrientes de pensamiento a su
interior- como por la necesidad de una redefinición en
propositivo de la izquierda a la izquierda del correísmo. De lo contrario, y teniendo en cuenta las coyunturas
políticas y económicas que se avecinan, existe amplio campo abonado para el
desarrollo de plataformas unificadoras desde los sectores más conservadores de
la sociedad, lo cual reforzado por los espacios de confluencia del capital ecuatoriano e incluso internacional, abrirían la puerta a un escenario nacional de
características similares a lo visto recientemente en Quito, y que podría tener graves
efectos colaterales para una sociedad como la ecuatoriana que estratégicamente
ha sido polarizada en aras a disputas de poder partidista ajenos a modelos de transformación radical del sistema político vigente.
3 comentarios:
Excelente análisis!
Muy buen análisis. Interesante. Sugiero lo dejes abierto ("en proceso") a fin de actualizar y completar los resultados electorales cuando el CNE tenga a bien terminar el conteo, y a fin de incluir los desarrollos más recientes, tales como las maniobras en ciernes por la reelección. Sería una pena que el texto (no necesariamente el análisis) pierda vigencia en unas cuantas semanas o meses, por falta de información actualizada.
Adscribo al análisis en todas sus partes. La conclusión podría haber tenido más elementos, pues es la misma que obviamente hemos obtenido a lo largo de más de treinta años de espera de una plataforma de lucha de la izquierda. De todos modos, excelente artículo. Gracias.
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