Decio Machado: Los Estados Unidos tienen firmados TLC con todos los países de la costa del Pacifico latinoamericana con excepción del Ecuador. ¿Es posible el Ecuador sostener esta situación durante mucho tiempo?
Fander Falconí: Es factible. Los TLC son mucho más que tratados de comercio: implican sumisiones geopolíticas y disciplinas sociales que sólo competen a cada país de manera soberana, no a una potencia extranjera y menos a un orden internacional, organizado en torno a la omnipotencia del mercado, que pregonó el fin de la historia. Ecuador debe ser consistente con su propuesta de desarrollo endógeno y el buen vivir vigente en la Constitución aprobada en forma mayoritaria por el pueblo ecuatoriano en 2008.
D.M.: ¿Qué impacto tendrá para la economía ecuatoriana la firma del TLC con Colombia?
F.F.: Ecuador no debe asumir como referentes los avances de la negociación logrados por colombianos, pues su política comercial es francamente librecambista y, por lo tanto, diferente a la que requiere una opción comercial de desarrollo endógeno o el énfasis en la producción interna. En consecuencia, Ecuador debe atender sus propios tiempos, sin condicionarse por la dinámica que haya adoptado Colombia.
D.M.: Ecuador está negociando un Acuerdo de Asociación con la Union Europa. Para muchos sectores de la izquierda social y política ecuatoriana el AdA de la UE no es más que un TLC encubierto. ¿Qué opinión le merece esto?
F.F.: Este es el peor momento para una negociación comercial con Europa. La geopolítica global atraviesa un acelerado proceso de cambio, en el que se esbozan como factores clave la ralentización del liderazgo estadounidense en lo político, económico y cultural; la crisis económica de la Unión Europea en especial a partir de la crisis de las hipotecas subprime, que tiene a varios países como Grecia, al borde de la quiebra y a otros bajo el rígido monitoreo (ajustes estructurales neoliberales, reducción del gasto y consumo público) del FMI: Portugal, Irlanda, España, Italia.
De otro lado, el encargado de negocios del bloque europeo en el Ecuador, Peter Schwaiger, anunció que la reanudación de las negociaciones comerciales con la Unión Europea (UE) -el acuerdo “multipartes”- se postergaría para el año 2012.
Visto en forma constructiva, la dilación planteada por la UE es conveniente para consolidar una posición ecuatoriana articulada a la noción de desarrollo endógeno; para evaluar las costuras de lo aprobado en el “multipartes” por Colombia y Perú; para analizar más en profundidad la crisis del banano (hay que considerar que Ecuador tuvo ingresos de US$ 2.032 millones por las exportaciones de banana y plátano en 2010) ; para realizar estudios de impacto; en fin, para consensuar con los actores sociales una auténtica posición nacional.
El aplazamiento debería servir para trazar la línea demarcatoria entre los aspectos comerciales (en especial desgravación arancelaria y acceso a mercados) y los servicios (inversión en sectores estratégicos). Así como para incorporar con entereza los temas migratorios y definir en forma clara la posición en aspectos sensibles (tratamiento de la propiedad intelectual, soberanía alimentaria y compras públicas).
De lo que se ha podido estudiar, para Ecuador los resultados del Multipartes serían pobres, como lo han advertido los investigadores de Flacso Hugo Jácome y Martín Cicowiez, al evaluar, bajo supuestos realistas, sus impactos macroeconómicos: en el período 2011-2015, 0,32% de incremento en la tasa de crecimiento del PIB y tasas de crecimiento de las importaciones (1,1% del PIB) mayores a las de las exportaciones (0,8% del PIB). Esto debilitaría la balanza comercial (ya deficitaria) del país, y pondría en riesgo la dolarización.
D.M.: Usted formó parte de los autores de un libro que hizo historia en el Ecuador, “El rostro oculto del TLC”. ¿Cuál es su opinión del rostro oculto de los TLC en América Latina?
F.F.: El enfrentamiento a la agresión que constituyen los TLC es una tarea constante de la práctica política. Los grupos articulados al gran capital son los mismos que intentaron imponernos en Ecuador, sin beneficio de inventario, un TLC con los Estados Unidos. Esa negociación se inició en el gobierno de Lucio Gutiérrez (2003-2005). Este proceso careció de legitimidad. Estuvo conducido, en forma vertical, por un puñado de sectores empresariales que saldrían favorecidos, como alertamos en El rostro oculto del TLC.
Esto se aplica para América Latina. Los TLC son mucho más que tratados de comercio: implican sumisiones geopolíticas y disciplinas sociales que sólo competen a cada país de manera soberana, no a una potencia extranjera y menos a un orden internacional, organizado en torno a la omnipotencia del mercado, que pregonó el fin de la historia.
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