lunes, 14 de octubre de 2019

Decio Machado: "Lo más interesante en el reciente proceso de luchas populares en Ecuador son sus nuevos liderazgos"

Decio Machado es un experto en comunicación y analista político de nacionalidad española afincado desde hace más de una década en Ecuador. Vinculado a los movimientos sociales, Machado nos hace una análisis en esta entrevista de las luchas reivindicativas protagonizadas por la sociedad ecuatoriana en estos últimos días.

Entrevista de Gabriel Brito /  Correio da Cidadania / Brasil

En primer lugar, ¿cómo el paquete económico de Lenín Moreno?

El gobierno de Lenín Moreno lleva casi dos años y medio de gestión. Durante el primer año, período en el que paulatinamente se fue distanciado ideológicamente del correísmo, no tuvo claro cual era su hoja de ruta económica. Sin embargo, durante esta segunda mitad de su mandato todas las medidas económicas han tenido una clara tendencia hacia la liberalización de los mercados, políticas de austeridad económica, achicamiento de un Estado mediante el despido de 23 mil funcionarios públicos y políticas de flexibilización en el mercado laboral.


En el anuncio de estas últimas medidas económicas que terminaron incendiando al país se anunciaron cuestiones tales como la eliminación el subsidio al combustible, la reducción del 20% de la masa salarial de todos los contratos ocasionales en la función pública que vayan a ser renovados, la reducción del período anual de vacaciones de los empleados públicos de 30 a 15 días, así como obligación por parte de los trabajadores de las empresas públicas de aportar obligatoriamente un día de salario mensual al Estado. En paralelo, se decretaban una serie de medidas laborales que implican la flexibilización del mercado de trabajo privado, justificándolo bajo el argumento de la necesidad de implementar un modelo acorde con los nuevos tiempos.

¿Porque Ecuador acudió al FMI para orientar su política económica?

Durante la década de gobierno de Rafael Correa a la sociedad ecuatoriana se le contó que éramos un modelo económico ejemplar para todo el planeta. El régimen llegó a definir la economía como el “jaguar latinoamericano” buscando compararse con los “tigres asiáticos”. Sin embargo, la realidad era otra muy distinta. Entre 2010 y 2019 la deuda por cada ecuatoriano creció 7 veces, pasando de 538,81 dólares a 3.582 dólares; el pago de intereses por ecuatoriano creció 11 veces, de 38,31 dólares a 435,29 dólares; y el gasto en deuda creció 12 veces, evolucionando de 613 millones de dólares a 7.400 millones de dólares. En términos comparativos, el gasto de deuda actual (intereses y amortizaciones por 7.400 millones de dólares) supera casi dos veces el presupuesto de educación (4.970,9 millones de dólares) y el casi tres veces del presupuesto en salud (2.882,9 millones de dólares).

Con un Estado cada vez más endeudado, el gasto de consumo fue decayendo tanto en términos públicos como privados, sintiéndose claramente como los servicios públicos se van deteriorando. Terminada la gran fiesta propiciada por los excedentes petroleros, nunca hubo una redistribución de la riqueza durante el período correista sino la transferencia de los excedentes del Estado para sostener políticas de subsidios e inversión pública en infraestructura, se apagó el motor de la economía nacional. Fruto de todo esto el país lleva seis años estancado económicamente y los ecuatorianos pierden año tras año capacidad adquisitiva.

De esta manera, al aumento del déficit fiscal le siguió el incremento del endeudamiento, a lo que le siguió a su vez problemas de acceso al financiamiento, lo que hizo que comenzaran a bajar la reservas internacionales del país. 

Tras el fin del “boom de los commodities” la economía se estancó, en 2017 Rafael Correa entregó un país donde el gasto público era ampliamente superior a los ingresos permanentes necesarios para sostenerlo. Esto implicaba la necesidad de reformas de carácter estructural. Frente a otras posibles opciones, Moreno terminó optando por una visión neoliberal de como intentar reactivar la economía.


Durante la gestión de Rafael Correa el Estado ecuatoriano recurrió a créditos chinos para sostener sin soluciones a medio plazo esta situación. Desde la llegada de Lenín Moreno al poder, el país cambió su posición en el tablero geopolítico internacional. Con una política exterior entregada a los Estados Unidos, Ecuador pasó de los usureros créditos chinos con altas tasas de interés al financiamiento fondomonetarista y sus planes de ajuste estructural.

¿Porque Lenín Moreno cambió tan radicalmente la política económica correista? ¿Cuáles son los fundamentos de tamaño giro?

El sector empresarial ecuatoriano tiene una tasa de inversión en la economía nacional sustancialmente inferior al promedio latinoamericano, el cual no ya de por sí es muy bajo. En paralelo, la economía ecuatoriana está muy concentrada, la mayoría de sus sectores económicos son oligopólicos y por lo tanto muy poco democráticos. El país goza de un empresariado al que podríamos definir como escasamente patriótico. Fue así durante la década correista y sigue siendo así durante la gestión de Moreno.

Nada ha cambiado durante los últimos 40 años, incluso en la gestión de Correa el país nunca transformó la matriz de acumulación capitalista heredada del período neoliberal anterior. Pese a sus críticas al FMI y a los tratados de libre comercio, durante el último período de gestión de Correa el país ya comenzó a ser supervisado por la tecnoburocracia fondomonetarista a cambio de futuros préstamo y se firmó un tratado de libre comercio con la Unión Europea. 


En resumen, la liberalización económica y pérdida de derechos de los trabajadores en el Ecuador comenzó a partir de que terminara la gran fiesta de los altos precios del crudo. Dos años y medio antes de que Rafael Correa abandonara la poltrona presidencial.

¿Cómo se entiende la dependencia de la población en relación al subsidio del combustible y cuales eran las consecuencias de este pretendido aumento de precios?


La necesidad de optimización en el gasto público ecuatoriano no está en discusión, la discusión está en sobre quien recae el peso de la políticas que tienen como objetivo volver a equilibrar la economía nacional. El Decreto 883 de liberalización de precios del combustible implicaba un notable incremento de precios de la gasolina “extra” —la más usada en el país— pasando el galón de 1,45 a 2,41 dólares. De igual manera la gasolina Eco País (extra con etanol) de 1,45 a 2.53 dólares y la Súper de 2,3 a 3,07 dólares. Pero más allá de esto, por experiencia histórica el pueblo ecuatoriano sabe que el incremento de precios del combustible afecta al sector alimenticio, a los productos de primera necesidad y a las tasas de inflación.


Esto sumado al descontento generalizado con la gestión de Lenín Moreno, la frase socialmente más aplaudida en la mesa de negociación entre movimientos sociales y gobierno para solventar la crisis fue cuando un líder indígena le habló al Presidente de la República de sus "ministros vagos", hizo que estallara la revuelta nacional encabezada por el sector indígena pero secundada por amplios sectores de la población más humilde.

¿Cómo describes las reacciones populares registradas hasta hoy? ¿Tiene un carácter insurreccional anticapitalista?

El movimiento indígena, como anteriormente dije, principal protagonista de la protesta y el paro nacional si tiene un perfil estructural anticapitalista. En paralelo los sindicatos ecuatorianos, una estructura organizativa con escasa capacidad de adecuarse a los tiempos de precarización actuales y que mantiene una narrativa discursiva de los años ochenta, movilizó lo poco que tiene durante estas jornadas de lucha.

Sin embargo, la sorpresa provino de sectores sociales urbano marginales, muchos de ellos muy jóvenes, que se sumaron de forma decidida a la lucha.  De igual manera, los estudiantes universitarios y un movimiento feminista cada vez más potente que se construye en base a nuevos liderazgos jóvenes.

Mientras influencers de redes sociales, generadores de opinión en medios de comunicación convencionales y periodistas tradicionales desprestigiaban de forma cotidiana las movilizaciones, amplios sectores de la sociedad quiteña y de otras localidades del país expresaban diariamente su solidaridad con los movilizados entregándoles medicamentos para los enfermos y heridos, mantas, alimentos, zapatos, agua y comida. 


Fue de esta manera como fracasó una intencionada estrategia diseñada desde los sectores más conservadores del país que pretendía enfrentar a blancos cultos y acomodados urbanitas contra indígenas pobres provenientes de sectores rurales.

¿Que matices y tonalidades tiene el movimiento popular en este momento, considerando que parte de este apoya a Correa y otra parte rompió hace tiempo con el gobierno anterior de Alianza PAIS?

Los déficits en la gestión del gobierno de Moreno han permitido a Rafael Correa mantener un apoyo popular estimado de entre el 22 y 24% de la sociedad. Lejos de aquel más del 50% que le apoyó durante gran parte de su mandato, aun sigue siendo un porcentaje importante de seguidores para un Ecuador donde se prevé un enorme fraccionamiento del voto en las próximas elecciones presidenciales.


En todo caso, en un país donde el establishment político está altamente desprestigiado, lo más interesante en este momento es la conformación de nuevos liderazgos jóvenes en los movimientos sociales. Esto se pudo ver durante las movilizaciones de estos últimos 12 días de sublevación popular, donde el movimiento de estudiantes, de mujeres y especialmente de los indígenas estuvo dirigido por una nueva generación de militantes sociales que nada tienen que ver con el correísmo e incluso lo repudian. 

¿Qué piensas de las reacciones del Gobierno, tanto en términos del uso de los aparatos represivos como del traslado de la sede administrativa de Quito a Guayaquil? ¿El Gobierno corre el riesgo de caer?

El actual gobierno del Ecuador carece de inteligencia política, construcción prospectiva de escenarios y capacidad estratégica. El frente político del gobierno de Lenín Moreno está en manos de una generación de jóvenes políticos que pretendían ser la renovación de la derecha ecuatoriana.

La respuesta represiva por parte del Estado a las reivindicaciones populares dejó 8 personas fallecidas, 1.192 detenidos y 1.340 personas heridas para terminar cediendo ante el movimiento indígena en una histórica negociación televisada en directo fruto de la exigencia de los sectores movilizados. 

Tras esta crisis el gobierno nacional ha quedado aun más debilitado de como estaba antes de que comenzará el conflicto. Teniendo en cuenta que el año 2020 será un período preelectoral en Ecuador y considerando que incluso la derecha ahora expresa fuertes críticas al gobierno por ceder en sus posiciones y retirar el Decreto 883 ante las demandas populares, es de suponer que será muy compleja de gestión del presidente Moreno en lo que le queda de mandato. De ahí a caer todavía hay una distancia respetable.

¿Qué piensas de la formulación: "del fracaso del neoliberalismo al populismo; del fracaso del populismo de vuelta al neoliberalismo"? ¿Qué revela esto de nuestras construcciones política e ideológicas hasta ahora logradas, tanto en Ecuador como en el resto de Suramérica?

El neoliberalismo de los años ochenta y noventa en América Latina se mostró como un modelo fallido para el subcontinente. De ese fracaso devino el llamado ciclo progresista. Teniendo en cuenta de que América Latina es el territorio con mayor desigualdad del planeta, la carencia de transformaciones económicas estructurales durante ese período volvió a dejar a la sociedad latinoamericana huérfana de ilusión política. Los líderes progresistas son hijos del “boom de los commodities”, terminado este ciclo económico que permitió grandes excedentes para los Estados de la región el modelo de políticas de subsidios sin redistribución de la riqueza se volvió inviable.

El sistema de representación política esta en crisis, la casta política latinoamericana y nuestras instituciones públicas carecen de legitimidad social, los gobiernos tienen cada vez menor credibilidad ante la ciudadanía. Esta realidad supera la geografía de nuestro continente, es una tendencia mundial.

Todo esto implica la necesidad de nuevas formas de organización política, de nuevos mecanismos en la forma en que se toman decisiones desde las diferentes estructuras de los Estados, la implementación de mecanismos de democracia directa y consensos ciudadanos. En fin, hay que reinventar la  política, importante reto en un momento donde el modelo productivo y consumista implementado por el capitalismo muestra impactos ya irreversibles para la sostenibilidad a medio y largo plazo del planeta. 

En América Latina y en otras partes del sistema mundo se asiste hoy a experiencias inéditas de como determinados grupos comunitarios desarrollan mecanismos de apoyo mutuo y generación de sociedades paralelas que ya no disputan el poder en términos de Estado, estas resistencias en forma de procesos autónomos antisistémicos podrían ejercer un papel importante ante el colapso que está por venir.





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