El sociólogo, periodista y analista político Decio Machado nos cuenta desde Quito el contexto político de la crisis desatada por el “paquetazo” económico de Lenín Moreno y el rechazo popular. El miércoles la marcha nacional llega a la capital.
Redacción Canal Abierto | En el marco del estado de sitio declarado por Lenín Moreno tras la reacción popular al “paquetazo” económico lanzado por el gobierno ecuatoriano en contraparte al crédito del FMI acordado en marzo, la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) y otras organizaciones sociales anunciaron este domingo la marcha hacia la capital. Quienes recuerden los últimos años del siglo pasado y el inicio de este, tendrán el reflejo de que estas marchas terminaron con varios gobiernos.
Para ponernos al día, dialogamos con Decio Machado, sociólogo y periodista español, consultor internacional que reside en el Ecuador hace trece años, y supo colaborar en el primer equipo de gestión de Rafael Correa.
“Las movilizaciones comienzan a raíz del `paquetazo´ económico. El gobierno nacional, en aras de lograr flujos de financiamiento e intentando abaratar el financiamiento que en el gobierno de Correa venía de China, sin planes de ajuste como contraparte pero que implicaban altas tasas de interés, firmó hace unos meses un acuerdo con el FMI. El crédito acordado es con un tipo de interés sustancialmente más bajo que los préstamos chinos, pero al mismo tiempo se colocaron sobre la mesa los consabidos planes de ajuste estructural. Se le exige al Gobierno que optimice su presupuesto en 1,5% del PBI nacional, esto significa unos 1500 millones de dólares que, según el FMI, debén provenir de reformas tributarias”, contextualiza Machado.
“Ante esto, el Gobierno se planteó una dicotomía: o incrementaba el IVA del 12% al 15% o aplicaba eliminación de subsidios. Éstos, históricamente, han sido muy mal aplicados, no están focalizados, benefician por igual a las grandes empresas que a un pequeño productor. Esa ineficiencia y falta de focalización de los subsidios inclinó al Gobierno a optar por este camino, para el cual era más sencillo construir un relato”.
¿Cuál fue la reacción popular?
-La reacción del pueblo ecuatoriano, de sus organizaciones sociales y movimientos populares ha sido muy fuerte. La expresión del tejido social más organizado está planteando un fuerte cuestionamiento al Gobierno por la eliminación del subsidio al combustible y porque esto conllevará aumentos de precios generalizados, en todo tipo de productos. En base a esto, se han articulado una serie de movilizaciones que están sorprendiendo por su nivel de masividad y desarrollo a lo ancho de todo el país. Se han producido unos 300 cortes de carreteras en todo el país en la semana pasada, y en este momento bajó un poco la intensidad, se mantienen unos 50 cortes, que para un país pequeño y con una geografía muy accidentada, son una barbaridad.
Hubo fuertes movilizaciones y disturbios en las principales ciudades del país como Quito, Guayaquil y Cuenca, pero también en ciudades menores, cabeceras de departamento.
Quienes se han puesto al frente de las protestas fueron el sindicalismo –en Ecuador básicamente de trabajadores del Estado–, los estudiantes universitarios fundamentalmente a través de la FEUE (Federación de Estudiantes del Ecuador) y el gran movimiento, que ha venido desde el ámbito rural, ha sido el movimiento indígena encabezado por la CONAIE, pero también otras organizaciones como la Coordinadora Nacional Campesina Eloy Alfaro (CNC), la FENOCIN y demás, pero evidentemente la que encabeza esto, por su estructura histórica, su capacidad de incidencia y su fuerza es la CONAIE.
¿El movimiento indígena recupera su lugar histórico en Ecuador?
–Después de la década correísta las organizaciones sociales quedaron fuertemente golpeadas, Correa las reprimió y el conflicto con la CONAIE fue muy fuerte en la gestión anterior. Con esto quiero señalar que para la CONAIE esto no es nuevo. Supo enfrentar a un gobierno que tuvo claros y oscuros, es decir que tuvo medidas populares pero menospreció, con su visión centralista del Estado, a los movimientos sociales. En agosto de 2015, hubo una fuerte represión contra la CONAIE y otras organizaciones populares cuando convocaron a un paro y movilización nacional cuando comenzaba a golpear fuertemente la caída de los precios de los commodities en la economía ecuatoriana y se deterioró la coyuntura económica y social del correísmo durante su última etapa.
Este fuerte nivel de represión que se está dando ya lo afrontaron el movimiento indígena y las organizaciones populares.
¿Se ha roto la relación entre el ejército y el movimiento indígena que en Ecuador es bastante particular?
-El movimiento indígena mantiene a militares retenidos en varios puntos del país. La CONAIE ha declarado también el estado de excepción en sus territorios y han retenido a varios militares. En Otavalo mantienen en un hotel a más de 40 efectivos que estaban recibiendo un curso y fueron rodeados por los indígenas. Hay casos en todo el territorio pero la movilización los ha ido liberando con el paso de las horas.
El ejército del Ecuador está compuesto por el pueblo y los militares han sido relativamente tranquilos, incluso en las décadas más terribles de los períodos dictatoriales.
¿Qué implica la declaración del estado de excepción por parte de Moreno?
-El estado de excepción implica que están limitados los derechos de ciudadanía de los ecuatorianos en este momento, es una locura. El ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín, es un general retirado que no ha dicho más que estupideces en los medios y ha amenazado al pueblo ecuatoriano y a los movilizados. En el centro de Quito se han detectado tanques y tanquetas y eso se ha viralizado en las redes.
La cuestión es que Lenín Moreno intenta demostrar una posición de fuerza, cuando su gobierno es tremendamente débil, no tiene base popular, tiene una credibilidad del 14%. Intenta demostrar solvencia y firmeza en la gestión de este conflicto a través de la declaración del estado de excepción, pero en realidad demuestra miedo y debilidad.
El mismo día que se declaraba el estado de excepción, al presidente se lo llevan del palacio presidencial de Carondelet en Quito a Guayaquil. La gente entendió que huía de Quito igual que de Gaulle huyó de París en 1968.
¿Qué salida política le ves al asunto?
-Mientras tanto, el movimiento indígena realizó este domingo un llamamiento a marchar sobre Quito, a la vez que mantienen el paro por tiempo indefinido. Según la información, diferente frentes indígenas se movilizan sobre la capital, cosa que ya ha sucedido en otras ocasiones y provocado la caída de presidentes como Abdalá Bucaram y Jamil Mahuad. Para el miércoles 9 de octubre se ha declarado una huelga general y es el día del arribo del grueso de la movilización a la capital.
El Gobierno tiene abiertos diferentes frentes de negociación, no oficiales, con el movimiento indígena. Hay que señalar que este gobierno, como el de Correa, se ha vanagloriado de decir sistemáticamente que no negociaba con sectores movilizados, y está negociando con todas las rutas cortadas.
La apuesta del Gobierno es combinar una estrategia de miedo social a través de la movilización de armamento pesado y tanquetas, junto con las graves declaraciones del ministro de Defensa, que esta mañana amenazó con usar armas letales, y al mismo tiempo, utilizar en la sombra el mecanismo de negociación dándole concesiones y prebendas al sector agrícola, ámbito en que la CONAIE tiene su gran estructura social: créditos de entrega fácil, con bajos tipos de interés para el desarrollo agrícola, es decir, una serie de demandas históricas del movimiento indígena que ni este gobierno ni el anterior han llegado a cumplir.
Estamos alertas de aquí al miércoles. En la capital ya hay síntomas menores de desabastecimiento pero, de prolongarse el paro, se verá afectado el suministro de alimentos. Por ahora, el Gobierno controla los precios y la especulación, hay que reconocerlo.
Ahora mismo, el movimiento indígena no parece que vaya a asustarse y la desactivación del conflicto deberá venir de las mesas de negociación ocultas, semiclandestinas que el Gobierno no niega pero nadie sabe que se está discutiendo. El otro escenario, es el de la caída del Gobierno, una lógica que el Ecuador vivió décadas atrás.
¿Es posible este escenario de caída del Gobierno?
-En mi opinión, el Gobierno debe acabar su gestión. No creo que sea bueno que caiga. No hay una alternativa electoral desde el campo progresista. Por otro lado, los movimientos sociales están muy desestructurados a pesar de esta enorme demostración de fuerza.
Los únicos que pueden ganar una contienda electoral serían las expresiones más conservadoras de derecha o el progresismo más conservador, es decir Rafael Correa, absolutamente enfrentado a los movimientos sociales. Correa intenta pescar a río revuelto pero las organizaciones salen a marcar el terreno con carteles que dicen ni Correa ni Moreno.
Por derecha, están Guillermo Lazo, que ha formalizado su candidatura -un Macri del sistema financiero ecuatoriano-, y Jaime Nebot, alcalde de Guayaquil por 18 años, expresión de un populismo conservador social cristiano.
En cualquier escenario, nadie va a ganar las elecciones en primera vuelta. La imagen del establishment político está totalmente deteriorada. Es el escenario ideal para que aparezca un outsider que no asoma en el horizonte.
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