Entrevista versión completa a Decio Machado (Analista político y colaborador de diversos medios de comunicación en América Latina y Europa)
Por
Lena Selander y Andrea Lundgren
Arbetstagare
och Tänkande Kritiska
Frihetliga
Magazine
¿En que momento se encuentran los procesos revolucionarios
instaurados en América Latina?
En
la actualidad no existe ningún proceso revolucionario en América Latina. Lo que
yo visualizó, en el mejor de los casos, es un intento por parte de los
gobiernos a los que usted llama revolucionarios por restaurar algo que podría
asemejarse al viejo Estado de seguridad fordista, aquel que se caracterizaba
por su tendencia a la institucionalización de los conflictos de clases bajo el
control del Estado.
Lo
que se busca entonces es un modelo de Estado que asumiendo formas diferenciadas
en función de cada una de sus realidades nacionales, logre la utopía de convertir
en un modelo “amable” al sistema político-económico capitalista. Para ello, el
Estado ha recuperado su rol como gran centro burocrático que se pretende eje
regulador y organizador de la sociedad.
Al
final de todo este viaje no hay otra cosa que lo de siempre, la necesidad del
capitalismo de reinventarse como mecanismo de superación de sus propias crisis
cíclicas. Esto se hace sin modificar el modelo de acumulación e infringiendo
una dura derrota a las posiciones más antagónicas y antisistémicas en el seno
de cada una de estas realidades nacionales.
Así de radical Decio, ¿no hay avances?
No
he dicho eso. Es evidente que existe un progreso en los indicadores sociales, un
crecimiento económico y una mayor capacidad de consumo en la región. No
necesito posicionar los datos, ya se encargan de hacerlo de forma sistemática
los aparatos de propaganda de cada uno de los gobiernos en cuestión, al igual
que lo hacen la CEPAL, el Banco Mundial e incluso el FMI. En todo caso,
advertiría que hay que leer estos datos en clave de diferentes variables
entrecruzadas, entre las cuales destacan por su peso las necesidades coyunturales
del capitalismo global. Esta es la parte que menos se dice, pues además del boom de precios operado en el mercado
internacional de commodities como un
factor clave del crecimiento de ingresos por exportaciones en el subcontinente,
se suele ignorar que las burguesías nacionales y el capitalismo internacional, en
el marco de la deslocalización de empresas y la globalización, también tienen
la necesidad de democratizar el acceso al sistema educativo y obtener mano de
obra calificada en estos países.
En
estos procesos se intenta nuevamente combinar el crecimiento de beneficio del
capital con el bienestar social y la capacidad ciudadana de alto consumo
enfocada a dinamizar los mercados internos. El debate es viejo y no incorpora casi
nada nuevo para la emancipación social de la gente o para la construcción de modelos
alternativos de sociedad en un mundo hoy por hoy insostenible. Digamos que
estos procesos políticos se diferencian de la etapa anterior básicamente en el
debate sobre el excedente.
Una visión muy crítica, ¿no te parece?
Hacer
la comparación con el pasado, elemento sobre el que basan su propaganda cada
uno de estos gobiernos, es un argumento de marketing. Se asemeja a aquella propaganda
ochentera de un detergente que decía:
“busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo”. Funciona para las
ventas, de hecho algunos de estos gobiernos son especialistas en marketing
político y comunicación estratégica, pero no soporta el más mínimo análisis de
pensamiento crítico.
Desde
mi punto de vista, el apoyo y la ilusión que generaron estos líderes y sus
fuerzas políticas daba la chance, como pocas veces en la historia de América
Latina, para haber superado un modelo político, social y económico imposible de
sostenerse ya por mucho tiempo. En lugar de eso, nos quedamos, como indicaba
anteriormente, refundando un capitalismo de “rostro humano”, es decir, en una
especie de revival keynesiano. Es así como se entiende que Cristina Fernández Kirchner
defina su propuesta ideológica en base a la construcción de un “capitalismo
serio” o Rafael Correa articule la suya sobre la de un “capitalismo popular”.
Las
consecuencias de todo está a la vista. En la Venezuela chavista y
revolucionaria, el presidente Maduro aplacó, en el primer semestre de este año,
los levantamientos civiles en los barrios altos de la ciudad tras la
articulación de unas mesas de negociación donde los empresarios recibieron
importantes beneficios en precios para sus mercancías y dólares para sus
importaciones. En breve se anunciarán nuevas medidas en ese orden de cosas. En
el Ecuador referente de una economía innovadora de “tercera vía”, tras una
fuerte presión empresarial, el gobierno del presidente Correa se decidió por la
explotación del Yasuní y la firma de un Tratado de Libre Comercio con la Unión
Europea que hipoteca cualquier posibilidad de desarrollo endógeno del país
perdiendo así todas sus banderas de identidad ideológicas. Ahora se prepara un brutal
recorte en las utilidades de los trabajadores del sector de las
telecomunicaciones, mientras se deja sin tocar los sustanciosos beneficios
empresariales que obtienen dos poderosísimas transnacionales que controlan este
sector en el país. En la Bolivia de histórica raigambre sindical, a pesar del
discurso radical y nacionalista, no se han producido nacionalizaciones
importantes en el sector minero y mientras los beneficios empresariales gozan de
sustanciosos resultados, las estructuras sindicales carecen de empoderamiento
en sus empresas y mantienen los indicadores de conflictividad laboral bajo
mínimos históricos. En fin, así podríamos seguir el recorrido por cada uno de
los países más referenciales del supuesto cambio en Latinoamérica.
Según tu teoría, ¿hablamos de gobiernos
funcionales para el capitalismo global?
Eso del
“capitalismo para todos” es una gran falacia demostrada históricamente desde el
fin del Antiguo Régimen. El capitalismo no es más que un sistema social
derivado de un modo de producción que se basa sobre una ley no escrita donde unos
ganan porque otros pierden. Lograr ciertos avances en materia de disminución de
la pobreza o incluso en educación y salud es, como decía con anterioridad,
hasta operativo desde la lógica del capital. Hablando en términos economicistas,
la exclusión total de un amplio sector de la población a la que nos llevó el
neoliberalismo en la región, viene a significar un desperdicio de recursos
humanos para el sistema de producción capitalista, es muy poco eficiente para
el adecuado funcionamiento de ese mecanismo global, pues no introduce en la cadena
de producción y servicios al conjunto de quienes pueden producir riqueza, ni en
la cadena de consumo instaurada por los mercados a todos los que los pueden
consumir. Esta visión tiene mucho más sentido en el actual posfordismo que
antaño, dado que en la actualidad en funcionamiento capitalista se pretende mucho
más eficaz que antes, a través de su producción flexible, sus economías de
alcance y la producción Just-in-time,
mediante la especialización de productos y puestos de trabajo, con la
introducción de nuevas tecnologías, en el énfasis en los diferentes tipos de
consumidores hasta llegar a la versión 3.0 actual, en el concepto de
empresa-red, en el auge de los servicios, en la fragmentación de la negociación
laboral y a través de la feminización de la fuerza de trabajo.
Date
cuenta que el sector privado en Bolivia generó al cierre del pasado año utilidades
por un monto superior a los 4.100 millones de dólares, superior en algo más del
10% al obtenido en el ejercicio 2012, el cual ya había sido considerado como un
año exitoso por la patronal boliviana. En Ecuador, durante los siete años y
medio de gestión de Rafael Correa, la inversión pública ha sido el principal
motor del desarrollo, generándose en diferentes escalas el crecimiento del
sector industrial, primario y de servicios, lo que también ha permitido
beneficios notables para el sector privado. En la actualidad, bajo la
estrategia del cambio de matriz productiva que se propone desde el gobierno
ecuatoriano, los privados siguen demostrando escasa capacidad de generar ahorro
y reinvertirlo en actividades productivas de nuevo orden. Todo ello a pesar de una
larga lista de estímulos fiscales propiciados desde el código de la producción
y otras normativas aprobadas en los últimos años. Hasta la revolucionaria
Venezuela está planteando en la actualidad un pacto con el mismo sector
empresarial que desestabiliza al país, con el fin de intentar superar, hasta
ahora con escaso éxito, el modelo rentista y especulativo heredado de la época
neoliberal y basado sobre actividades no productivas.
A ti se te considera parte de la tendencia
pachamamista en América Latina. ¿Tiene sentido realmente plantearse un crítica
existencial al desarrollo desde los países de la periferia?
No
me considero pachamamista aunque no eres la primera persona que me dice eso. Personalmente
estoy fuera del debate académico sobre el sumak
kawsay y los diferentes significados que adquiere en función de cada
académico que aborda este tema. Mi formación política es marxista, para mi la
ciencia y la tecnología son elementos que deben conllevar una carga
emancipadora para el ser humano, tanto en el ámbito de la des-alienación
subjetiva, es decir, el estado mental de las personas, como en el ámbito de la
des-alienación objetiva, en lo referente a la supeditación del ser humano al
mundo del trabajo. ¿Te imaginas que la robótica permitiera que nos liberáramos
en gran medida de las ocho horas trabajo establecidas por ley? ¿No ves al ciberespacio
como un espacio en disputa en el cual aparecen posibilidades para la
democratización de la política y una plataforma de nuevas voces emergentes
contra la dominación global del 1%? Pero para llegar a eso hay que disputarse
el sentido del empleo de la técnica, lo contrario sería caer en aquello que
Herbert Marcuse ya definió en su día cuando habló de la sociedad tecnológica
como un nuevo sistema de dominación.
Ahora
bien, si cuestiono las lógicas desarrollistas desde dos perspectivas básicas. Por
un lado, varias de nuestras constituciones contemplan la combinación de varias
formas de organización económica como son la pública, la privada, la mixta y la
popular. Sin embargo, en la práctica se demuestra que estos países no pueden
desarrollarse, tal y como enfocan su modelo de desarrollo, sin el rol dominante
en sus economías de las transnacionales y las grandes empresas, lo cual impide
el protagonismo económico de las mayorías empobrecidas. Por otro, el modelo
tradicional del desarrollo tal y como se ha concebido desde la visión más
clásica no termina de superarse a pesar del pretendido discurso alternativo que
se emite desde estos gobiernos y sus ideólogos. Mientras el presidente Correa
dice que sacará hasta la última gota de petróleo y minerales del subsuelo en
aras al desarrollo del país y el combate a la pobreza, Bolivia ya registra un
índice de agotamiento de recursos naturales del 12,3% del Ingreso Nacional
Bruto, el doble del promedio regional, con sus correspondientes indicadores de
destrucción medio ambiental.
El
ejemplo más evidente de esta especie de “realidad virtual” son los
referenciales discursos ecuatorianos enarbolados o bien por el presidente
Correa o sus delegaciones en foros internacionales, donde a través del ilusionismo
político se dibuja un país modélico que respecta los derechos de la naturaleza.
Sin embargo, la realidad es otra. En el Parque Nacional Yasuní, referente del
discurso correísta en los primeros seis años de gobierno y más allá de las
obras que actualmente se están realizando para la extracción de crudo del ITT,
hay más de 30 pozos productivos. La actividad petrolera y el avance de la
frontera agrícola, hacen del Ecuador uno de los país con mayores porcentajes de
deforestación de Suramérica con una pérdida anual de 1,8% de bosque primario
según indicadores de la FAO.
Entiendo
que por cuestionar todo esto, tener criterio ambiental y advertir sobre
los irreversibles impactos derivados del cambio climático en la región, recomendando
cambios inmediatos en las lógicas reprimarizadoras que se dan en el
subcontinente, algún avezado académico legitimador de las políticas de estos
gobiernos me habrá definido como pachamamista.
Una última pregunta respecto a esto. ¿No te
parece que Ecuador es un ejemplo a seguir por sus políticas dirigidas al cambio
de matriz productiva?
Más
allá de la matriz extractivista heredada desde los tiempos de la colonia, la
economía ecuatoriana está hiperconcentrada y poco o nada se ha hecho al
respecto hasta este momento.
A
través del cambio de matriz productiva el gobierno del Ecuador busca transformar
el modelo productivo existente en el país, agregándole mayor valor a sus
productos y generando un esquema basado en la sustitución de importaciones y el
encadenamiento productivo, el cual debe permitir la dinamización de los
sectores y productos económicos considerados estratégicamente por la Secretaría
de Planificación y Desarrollo.
Como
verás, el discurso es bonito y la necesidad se cae por su propio peso. Sin
embargo, sorprende que este tipo de planificación se haya realizado sin contar
con una matriz insumo-producto, herramienta que permite caracterizar la demanda
y la oferta que cada sector productivo hace a los demás, lo que a su vez
permite planificar los sistemas de encadenamiento productivo, conociendo que actividades
son expansivas en mano de obra y cuales lo son en capital. De igual manera, se
hace la planificación para el sector agropecuario con los datos de un censo
elaborado en 1999 y carente de actualización, todo ello en un país con un
exagerado coeficiente de desigualdad en el acceso a la tierra. Existen a su vez
inconsecuencias tales como el hecho de que mientras se habla de revolución
agraria, la realidad es que el país carece de un mapa de uso de tierras y del
impacto que sobre estas está generando el cambio climático. También se carece
de información sobre la dinámica interrelacional de los territorios, lo que no le
permite a la burocracia planificadora saber cual es el impacto en el territorio
de al lado de donde realiza una inversión.
En
fin, si bien toda esta dinámica viene heredada por la falta de un sistema de información adecuado por parte del Estado para poder planificar dado que en el modelo neoliberal el Estado había quedado reducido a su mínima expresión, como verás, tras casi ocho años de gobierno autodenominado socialista, siguen faltando un sinfín de herramientas para afrontar de forma adecuada los retos que el propio Estado se plantea para el futuro inmediato. Si Ecuador es un ejemplo de cambio de matriz productiva para América Latina, eso debe ser más por su voluntad de transformación que por una adecuada preparación para afrontarlo.
En todo caso queda sobre la mesa ese debate propio de las películas de los hermanos Marx de como es eso de superar el modelo extractivista camino a una sociedad post-extractivista profundizando cada día más el extractivismo como modelo de acumulación por parte del Estado...
En todo caso queda sobre la mesa ese debate propio de las películas de los hermanos Marx de como es eso de superar el modelo extractivista camino a una sociedad post-extractivista profundizando cada día más el extractivismo como modelo de acumulación por parte del Estado...
Pachamamísta, es lo mismo que ecologista infantil o majadero amigo, buena crítica.
ResponderEliminarSaludos.