Marina Silva se convierte en el más serio desafío para el PT de Dilma Rousseff
Por Decio Machado
Redacción (Quito/Ecuador)
diagonalperiodico.net
Las encuestas indican que Marina Silva, candidata por el Partido Socialista Brasileño (PSB), podría llegar a la segunda vuelta en las elecciones presidenciales del 5 de octubre.
Silva cumple diversas condiciones claves para conquistar el corazón del pueblo brasileño: es una mujer pragmática y ambiciosa, comparte religión -la evangélica- con más de 42 millones de brasileños y tiene una historia de vida que recuerda al ex-presidente Lula: origen humilde y un amplio pasado de privaciones y luchas sociales. A todo ello hay que sumar el fuerte impacto social generado por la trágica muerte del que fuer número uno del binomio presidencial del PSB, Eduardo Campos, quien ejerció -como la misma Silva- como ministra de Lula.
Desde lo más bajo
De origen muy humilde, Marina Silva aprendió a leer y escribir a los 16 años. Fue criada en una aldea de seringueiros -trabajadores que extraen el lechoso líquido del árbol del caucho-, participando desde niña en estas tareas. A pesar de ello, consiguió licenciarse en Historia por la Universidad Federal de Acre. Allí, abandonó su sueño de ser monja tras descubrir el marxismo y afiliarse al entonces clandestino Partido Revolucionario Comunista.
Por su relación con los movimientos de trabajadores del caucho, se vinculó a la Teología de la Liberación y con Chico Mendes, líder sindical y ambientalista asesinado en 1988. Por esos años, se convirtió en una de las fundadoras de la filial de la Central Única de Trabajadores (CUT) en Acre. Ya en las filas del Partido de los Trabajadores (PT), Marina Silva fue concejala de Rio Branco y diputada estatal. Entre 2003 y 2008, llego a ocupar el cargo de ministra de Medio Ambiente.
Ruptura con el PT
Según Márcio Grijó Vilarouca, de la Fundación Getulio Vargas, la gestión de Silva como titular de la cartera de Ambiente fue positiva "por cuestiones como la contención de los desmontes" en la región amazónica y por la creación de reservas legales de protección al medio ambiente. Sin embargo, Silva sufrió importantes derrotas políticas en el interior del PT frente al sector desarrollista, encabezado por Dilma Rousseff, que en esa época ejercía como ministra de Minas y Energía. Poco después, lo haría como jefa de gabinete de Lula. Entre estas derrotas destacan la liberalización de los transgénicos en 2005 y los diversos impactos ambientales y laborales generados por el Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) del Gobierno de Lula, pactado con la cúpula empresarial.
Estas posiciones irreconciliables llevaron a Silva a abandonar la formación petista e incorporarse al Partido Verde, donde sorprendió en las elecciones presidenciales de 2010, donde consiguió 20 millones de votos.
Silva abandonó al año siguiente el PT con la idea de construir su propio movimiento, la Red de Sostenibilidad, pero no logró las 500.000 firmas de respaldo necesario para su legalización. Esto la llevó a afiliar al PSB y a presentarse como vicepresidenta del binomio encabezado por el fallecido Eduardo Campos.
Giro político
Según Adalberto Cardoso, profesor de la Universidad Estadual de Río de Janeiro, la evolución de Marina Silva hace que su posición política sea confusa. "No tiene un proyecto político muy claro, es impredecible", declara el académico carioca, llegando a calificarla de "ecologista neoliberal".
Lo cierto es que la coordinadora de campaña de Silva es Neca Setubal, la heredera del Banco Itaú, brazo financiero del Itaú Holding, el mayor de América Latina tras su fusión en 2008 con Unibanco. Esto la vincula a los intereses del capital financiero, algo que se concreta en su propuesta -criticada desde los sectores progresistas- de independizar al Banco Central del Congreso y del Ejecutivo. Dicha
posición le ha generado fuertes críticas desde los sectores progresistas, aunque
cabe señalar al respecto que comparativamente los banca en Brasil ganó seis
veces más en los ocho años de gobierno de Lula que en los siete que duró el
mandato del neoliberal Fernando Henrique Cardoso.
Sin embargo, este apoyo del sector financiero es confuso, dada su relación de hermandad con el sector industrial, en la actualidad muy vinculado al PT. En todo caso, Marina Silva ha declarado en reiteradas ocasiones que su política económica "es una conjunción de las políticas económicas de Fernando Henrique (Cardoso) y de Lula. Silva también ha expresa su oposición al creciente poder de las compañías estatales chinas en Brasil.
Es por ello que José Correa Leite, miembro de la dirección del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), considera que Silva no cuestiona el neoliberalismo aunque representa una "tercera vía" dentro del sistema. "Ella prioriza cuestiones de sostenibilidad, pero lo hace con el respaldo de un sector del capital que busca modernizar el capitalismo brasileño", enfatiza Correa Leite.
El profesor Ricardo Ismael, de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro, considera que es un gran logro que esta candidatura tenga en la actualidad un 50% de posibilidades de triunfar, dado los grandes obstáculos que enfrenta, entre ellos disponer de "poco tiempo dentro del horario electoral gratuito en medios debido a la baja representación del PSB en el Congreso y la falta de una amplia estructura en todo el país".
Pero este logro tiene que ver también con el desgaste del PT en el poder. "Dilma Rousseff no puede prometer los grandes cambios que los votantes quieren para el país, pues eso implicaría admitir fallas en su gobierno", señala David Fleischer, politólogo de la Universidad de Brasilia.
Según diversos analistas, Silva ha capitalizado gran parte del descontento de los que salieron a las calles a protestar contra el Gobierno en el último año. Todo a pesar de que su conversión al evangelismo pentecostal le ha generado diversas polémicas con sectores vinculados a la lucha por el derecho al aborto.
El programa electoral de Silva también implica algunos cambios notables en el ámbito de la política internacional. Uno de ellos es su cuestionamiento a la cláusula que obliga a los miembros de Mercosur a negociar en grupo acuerdos comerciales con otros mercados, algo que allanaría el camino de tratados de libre comercio entre Brasil y la Ue o incluso con EEUU.
Aires de victoria
En caso de segunda vuelta se debe considerar que gran parte del electoral del conservador Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB) -tercera fuerza electoral- votaría por Silva para evitar la reelección de Dilma Rousseff.
Quizás por ello, Marina Silva -rodeada de notables como Fernando Meirelles, director de la película Ciudad de Dios, o de músicos como Caetano Velos y Arnaldo Antunes- se mostraba triunfal: "Me veo como la primera presidenta socioambientalista del mundo".
Marina Silva: cronología de vida
1958-1985
- 1958. Marina Silva nace en la ciudad de Rio Branco, capital del Estado Federal de Acre, fronteriza con Bolivia y Perú.
- 1974. Recibe sus primeras clases de alfabetización.
- 1985. Se afilia durante la dictadura militar al clandestino Partido Revolucionario Comunista y funda la filial de la CUt en Acre.
2003-2009
- 2003. Es nombrada ministra de Medio Ambiente por el presidente Lula da Silva.
- 2008. Dimite como ministra de Medio Ambiente.
- 2009. Después de que Lula elija a Dilma Rousseff como su sucesora, Marina Silva abandona el PT.
2010-2011
- 2010. Se presenta a su primera elección presidencial como candidata del Partido Verde y obtiene 20 millones de votos. Esta pequeña formación política se convierte en la tercera fuerza política del Brasil.
- 2011. Abandona el Partido Verde para conformar sin éxito su propia organización política, la Red de Sostenibilidad.
2013-2014
- 2013. El PSB anuncia la incorporación de Silva a sus filas.
- 2014. Es nombrada acompañante de Eduardo Campos en las elecciones presidenciales de Brasil. Pasa a ser candidata a la presidencia tras la muerte en accidente aéreo del número uno del PSB.
jueves, 25 de septiembre de 2014
miércoles, 10 de septiembre de 2014
La vocación hegemónica de Brasil
Pese a haber recortado recientemente sus estimaciones de crecimiento, Brasil se muestra como el único país con perfil hegemónico en la región.
Por Decio Machado (Quito, Ecuador)
Periódico Diagonal
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Hace apenas un año, en septiembre de 2013, el jefe de la secretaría general de la presidencia en Brasil, Gilberto Carvalho, lo reconocía públicamente: “Brasil reproduce en relación a sus vecinos el mismo comportamiento del gran imperialismo del primer mundo con respecto a nosotros”.
Este comentario autocrítico surgía después de que se hiciera público, tras un proceso de investigación abierto tras la nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia en 2006, que Petrobras había llegado a controlar el 45,9% de las reservas probadas y probables de gas, el 39,5% del petróleo y las dos refinerías existentes en el país. Todo ello a través de procedimientos más que cuestionables como, por ejemplo, la contratación por parte de Petrobras Bolivia, bajo sustanciales remuneraciones profesionales, de varios exgerentes provenientes de la empresa estatal boliviana YPFB.
En la actualidad, el capitalismo brasileño controla un porcentaje importante de las principales fuentes de divisas de los países de la región y mantiene grandes inversiones en la minería peruana, en los sectores ganaderos y frigoríficos de Uruguay, en la soja paraguaya y en el control de la energía derivada del proyecto binacional –entre Brasil y Paraguay–, de la represa de Itaipú.
Por todo ello, diversos analistas latinoamericanos rescatan el concepto de “subimperialismo”, formulado por el brasileño Ruy Mauro Marini en el marco de la teoría marxista de la dependencia de los años 60 y 70, cuando en la actualidad hablan del rol de Brasil en el subcontinente.
Proceso expansionista
Según Mathias Luce, profesor de Economía Política Internacional, son tres los mecanismos que hacen que el gigante suramericano esté expandiendo sus empresas e inversiones por todo el subcontinente. El primero tiene que ver con el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), el mayor banco de fomento latinoamericano. Para financiar los proyectos de infraestructura de los distintos países de la región, este banco exige la participación de las transnacionales brasileñas en la ejecución de esos megaproyectos. Otro factor es la protección que brinda el Estado a los capitales financieros, que buscan para sus inversiones altas tasas de beneficio, generando un importante flujo de inversión hacia las empresas que forman parte del eje más dinámico del nuevo patrón exportador suramericano. No menos importante es el papel que desempeña la diplomacia brasileña, cuya doctrina se basa en la defensa y el posicionamiento de los intereses de sus grandes transnacionales en el extranjero, considerando a estas empresas como parte de los intereses nacionales de Brasil.
El lugar de Brasil en el mundo
La diplomacia brasileña ha jugado un papel protagónico en diversos momentos políticos internacionales de primer orden, como su participación en el Grupo de los 69 en la Ronda de Tokio o la coordinación de la fuerza de la ONU en Haití. Sin embargo, su mayor despliegue en política exterior es la campaña para obtener un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Brasil legitima su discurso como postulante a este organismo formado por las principales potencias del planeta con el argumento de que representará los intereses de toda América Latina en materia de seguridad. Una afirmación que ha despertado distintas inquietudes en la región, ya que no se ha contado con los países del entorno para realizarla.
Según el politólogo paulista Armando de Moraes, el liderazgo brasileño en Unasur se ha visualizado en diversos momentos de máxima tensión regional, señalando como ejemplos significativos la mediación brasileña en la crisis entre Colombia, Venezuela y Ecuador a raíz de los bombardeos colombianos en Angostura, en 2008, o a raíz del acuerdo entre Colombia y EE UU para el libre acceso de tropas estadounidenses a bases militares en territorio colombiano, en 2009. La intervención del entonces presidente Lula da Silva propició la creación del Consejo de Seguridad Suramericano, algo que ha permitido desde entonces coordinar las políticas de seguridad entre los países de la región. Con esta propuesta, Brasil definió de forma clara su voluntad de establecer un régimen de seguridad regional, en perjuicio de la Organización de Estados Américanos –donde EE UU juega un papel fundamental– dejando fuera a Washington de los asuntos de seguridad y defensa regionales.
Respecto a los foros internacionales de comercio, las delegaciones brasileñas han desarrollado también un papel protagónico en varias de ellas, asumiendo unilateralmente el rol de vocero regional sin haber contado con el consenso del resto de los países vecinos. Para de Moraes, “Unasur le resulta útil a Brasil siempre y cuando este organismo esté acorde a sus objetivos, pero al mismo tiempo los diplomáticos de Itamaraty [la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil] se cuidan de negociar su política comercial con los restantes socios, lo que obstaculiza cualquier política como bloque regional”.
Integración
Según el consultor económico brasileño Alberto de Souza, el aumento de las relaciones comerciales entre países adherentes del Mercosur –creado en 1991– no ha sido uniforme. “Si bien es cierto que ha aumentado considerablemente el intercambio comercial en la región, las asimetrías de los países más pequeños respecto a los dos gigantes suramericanos, Brasil y Argentina, ha generado notables diferencias productivas y negociadoras en la región, lo que ha permitido que estos dos países acaparen en su conjunto más del 95% de las importaciones y exportaciones realizadas por el Mercosur desde su creación”. Fruto de dichas desigualdades, principalmente Brasil y, en segundo lugar Argentina, proveen a los restantes miembros de la unión aduanera los bienes con mayor grado de industrialización, obteniendo notables ventajas comparativas respecto a sus socios menores. Según De Souza, “todo ello sucede mientras continúa creciendo la importancia de las ventas brasileñas en las compras totales de sus socios, y la participación del resto de miembros en las importaciones realizadas por Brasil se va reduciendo considerablemente”. Argentina, que se disputaba hace unos años el liderazgo de Cono Sur con Brasil, ha visto cómo en los últimos tiempos importantes sectores de su economía han sido absorbidos por grandes empresas brasileñas.
Brasil ha mantenido desde la fundación del Mercosur una posición de liderazgo, incrementado los niveles de dependencia hacia su economía por parte de países como Argentina, Uruguay y Paraguay. Con respecto a Venezuela, último país en incorporarse al Mercosur, su balanza comercial respecto a Brasil continúa siendo claramente deficitaria.
El presidente uruguayo, Pepe Mujica, señaló en una entrevista en el diario brasileño Folha de Sao Paulo, el pasado mes de julio, que Brasil mantiene “una actitud imperialista”, haciendo énfasis en el hecho de que “ya no es tiempo de colonizar”.
El rastro lleva a las empresas brasileñas
La casi totalidad de las más de 500 obras –por un valor superior a 100.000 millones de dólares– aplicadas en materia de construcción de infraestructuras contempladas en el proyecto Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) están siendo construidas por multinacionales brasileñas. Unas obras que están siendo seriamente cuestionadas por organizaciones indígenas y ambientalistas en cada uno de sus respectivos países. Lo mismo sucede con las represas hidroeléctricas. El estatal BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social) es el principal financiador de estas obras, pero lo hace a condición de que el país que recibe el préstamo contrate empresas brasileñas.
La fuerza de las presiones diplomáticas
Las presiones de la diplomacia brasileña en favor de sus transnacionales se han visualizado claramente en diversas ocasiones. Durante la Asamblea Constituyente en Bolivia, cuando se debatía la reforma agraria en el país, Brasil advirtió que cortaría préstamos del BNDES para la adquisición de tractores si pasara algo con las propiedades de latifundistas brasileños en el departamento de Santa Cruz. Otro ejemplo: cuando el movimiento popular en Ecuador exigió la salida de Petrobras de un bloque petrolero concesionado irregularmente en el interior del Parque Yasuní, Brasil realizo presiones dejando claro que si no se mantenía la concesión se acababan los préstamos del BNDES.
Multinacionales, nunca mejor que con el PT
En los últimos cinco años los desembolsos del BNDES en proyectos en obra en la región se duplicaron: de 726 millones de dólares pasaron a 1.400 millones. Entre 2009 y 2013, el principal destino de estos recursos fue Argentina, con 2.128 millones, seguido de Venezuela, Cuba, República Dominicana y Perú. Aunque las multinacionales brasileñas Odebrecht, Camargo Correa, OAS y Queiroz Galvao operan activamente en la región hace más de 30 años, ha sido a partir de la llegada del PT al Gobierno cuando consiguieron sus mayores beneficios. En el caso de Odebrecht, la constructora tiene una carpeta de proyectos estimada en más de 8.100 millones de dólares en sectores que abarcan desde la industria petroquímica, la agricultura y la energía hasta la infraestructura.
El caso de Odebrecht en Ecuador
La empresa constructora brasileña Odebrecht, líder de las transnacionales brasileñas en materia de megaproyectos e infraestructura en Suramérica, fue expulsada de Ecuador en 2007 por actuaciones ilícitas en la contratación de la represa de San Francisco y por una ejecución deficiente. Brasil llamó a consultas a su embajador en Quito y bloqueó la cooperación internacional con Ecuador. El presidente Correa llegó a decir públicamente que a Odebrecht "se le acabó la fiesta" en Ecuador. Tras las presiones pertinentes de la diplomacia brasileña, en la actualidad la transnacional brasileña goza de cuatro contratos en el país, multiplicando notablemente sus beneficios. Y sin haber rendido cuentas ante la justicia.
miércoles, 3 de septiembre de 2014
“Hubo chance de superar un modelo económico insostenible, pero nos quedamos refundando el capitalismo con rostro humano”
Entrevista versión completa a Decio Machado (Analista político y colaborador de diversos medios de comunicación en América Latina y Europa)
Por
Lena Selander y Andrea Lundgren
Arbetstagare
och Tänkande Kritiska
Frihetliga
Magazine
¿En que momento se encuentran los procesos revolucionarios
instaurados en América Latina?
En
la actualidad no existe ningún proceso revolucionario en América Latina. Lo que
yo visualizó, en el mejor de los casos, es un intento por parte de los
gobiernos a los que usted llama revolucionarios por restaurar algo que podría
asemejarse al viejo Estado de seguridad fordista, aquel que se caracterizaba
por su tendencia a la institucionalización de los conflictos de clases bajo el
control del Estado.
Lo
que se busca entonces es un modelo de Estado que asumiendo formas diferenciadas
en función de cada una de sus realidades nacionales, logre la utopía de convertir
en un modelo “amable” al sistema político-económico capitalista. Para ello, el
Estado ha recuperado su rol como gran centro burocrático que se pretende eje
regulador y organizador de la sociedad.
Al
final de todo este viaje no hay otra cosa que lo de siempre, la necesidad del
capitalismo de reinventarse como mecanismo de superación de sus propias crisis
cíclicas. Esto se hace sin modificar el modelo de acumulación e infringiendo
una dura derrota a las posiciones más antagónicas y antisistémicas en el seno
de cada una de estas realidades nacionales.
Así de radical Decio, ¿no hay avances?
No
he dicho eso. Es evidente que existe un progreso en los indicadores sociales, un
crecimiento económico y una mayor capacidad de consumo en la región. No
necesito posicionar los datos, ya se encargan de hacerlo de forma sistemática
los aparatos de propaganda de cada uno de los gobiernos en cuestión, al igual
que lo hacen la CEPAL, el Banco Mundial e incluso el FMI. En todo caso,
advertiría que hay que leer estos datos en clave de diferentes variables
entrecruzadas, entre las cuales destacan por su peso las necesidades coyunturales
del capitalismo global. Esta es la parte que menos se dice, pues además del boom de precios operado en el mercado
internacional de commodities como un
factor clave del crecimiento de ingresos por exportaciones en el subcontinente,
se suele ignorar que las burguesías nacionales y el capitalismo internacional, en
el marco de la deslocalización de empresas y la globalización, también tienen
la necesidad de democratizar el acceso al sistema educativo y obtener mano de
obra calificada en estos países.
En
estos procesos se intenta nuevamente combinar el crecimiento de beneficio del
capital con el bienestar social y la capacidad ciudadana de alto consumo
enfocada a dinamizar los mercados internos. El debate es viejo y no incorpora casi
nada nuevo para la emancipación social de la gente o para la construcción de modelos
alternativos de sociedad en un mundo hoy por hoy insostenible. Digamos que
estos procesos políticos se diferencian de la etapa anterior básicamente en el
debate sobre el excedente.
Una visión muy crítica, ¿no te parece?
Hacer
la comparación con el pasado, elemento sobre el que basan su propaganda cada
uno de estos gobiernos, es un argumento de marketing. Se asemeja a aquella propaganda
ochentera de un detergente que decía:
“busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo”. Funciona para las
ventas, de hecho algunos de estos gobiernos son especialistas en marketing
político y comunicación estratégica, pero no soporta el más mínimo análisis de
pensamiento crítico.
Desde
mi punto de vista, el apoyo y la ilusión que generaron estos líderes y sus
fuerzas políticas daba la chance, como pocas veces en la historia de América
Latina, para haber superado un modelo político, social y económico imposible de
sostenerse ya por mucho tiempo. En lugar de eso, nos quedamos, como indicaba
anteriormente, refundando un capitalismo de “rostro humano”, es decir, en una
especie de revival keynesiano. Es así como se entiende que Cristina Fernández Kirchner
defina su propuesta ideológica en base a la construcción de un “capitalismo
serio” o Rafael Correa articule la suya sobre la de un “capitalismo popular”.
Las
consecuencias de todo está a la vista. En la Venezuela chavista y
revolucionaria, el presidente Maduro aplacó, en el primer semestre de este año,
los levantamientos civiles en los barrios altos de la ciudad tras la
articulación de unas mesas de negociación donde los empresarios recibieron
importantes beneficios en precios para sus mercancías y dólares para sus
importaciones. En breve se anunciarán nuevas medidas en ese orden de cosas. En
el Ecuador referente de una economía innovadora de “tercera vía”, tras una
fuerte presión empresarial, el gobierno del presidente Correa se decidió por la
explotación del Yasuní y la firma de un Tratado de Libre Comercio con la Unión
Europea que hipoteca cualquier posibilidad de desarrollo endógeno del país
perdiendo así todas sus banderas de identidad ideológicas. Ahora se prepara un brutal
recorte en las utilidades de los trabajadores del sector de las
telecomunicaciones, mientras se deja sin tocar los sustanciosos beneficios
empresariales que obtienen dos poderosísimas transnacionales que controlan este
sector en el país. En la Bolivia de histórica raigambre sindical, a pesar del
discurso radical y nacionalista, no se han producido nacionalizaciones
importantes en el sector minero y mientras los beneficios empresariales gozan de
sustanciosos resultados, las estructuras sindicales carecen de empoderamiento
en sus empresas y mantienen los indicadores de conflictividad laboral bajo
mínimos históricos. En fin, así podríamos seguir el recorrido por cada uno de
los países más referenciales del supuesto cambio en Latinoamérica.
Según tu teoría, ¿hablamos de gobiernos
funcionales para el capitalismo global?
Eso del
“capitalismo para todos” es una gran falacia demostrada históricamente desde el
fin del Antiguo Régimen. El capitalismo no es más que un sistema social
derivado de un modo de producción que se basa sobre una ley no escrita donde unos
ganan porque otros pierden. Lograr ciertos avances en materia de disminución de
la pobreza o incluso en educación y salud es, como decía con anterioridad,
hasta operativo desde la lógica del capital. Hablando en términos economicistas,
la exclusión total de un amplio sector de la población a la que nos llevó el
neoliberalismo en la región, viene a significar un desperdicio de recursos
humanos para el sistema de producción capitalista, es muy poco eficiente para
el adecuado funcionamiento de ese mecanismo global, pues no introduce en la cadena
de producción y servicios al conjunto de quienes pueden producir riqueza, ni en
la cadena de consumo instaurada por los mercados a todos los que los pueden
consumir. Esta visión tiene mucho más sentido en el actual posfordismo que
antaño, dado que en la actualidad en funcionamiento capitalista se pretende mucho
más eficaz que antes, a través de su producción flexible, sus economías de
alcance y la producción Just-in-time,
mediante la especialización de productos y puestos de trabajo, con la
introducción de nuevas tecnologías, en el énfasis en los diferentes tipos de
consumidores hasta llegar a la versión 3.0 actual, en el concepto de
empresa-red, en el auge de los servicios, en la fragmentación de la negociación
laboral y a través de la feminización de la fuerza de trabajo.
Date
cuenta que el sector privado en Bolivia generó al cierre del pasado año utilidades
por un monto superior a los 4.100 millones de dólares, superior en algo más del
10% al obtenido en el ejercicio 2012, el cual ya había sido considerado como un
año exitoso por la patronal boliviana. En Ecuador, durante los siete años y
medio de gestión de Rafael Correa, la inversión pública ha sido el principal
motor del desarrollo, generándose en diferentes escalas el crecimiento del
sector industrial, primario y de servicios, lo que también ha permitido
beneficios notables para el sector privado. En la actualidad, bajo la
estrategia del cambio de matriz productiva que se propone desde el gobierno
ecuatoriano, los privados siguen demostrando escasa capacidad de generar ahorro
y reinvertirlo en actividades productivas de nuevo orden. Todo ello a pesar de una
larga lista de estímulos fiscales propiciados desde el código de la producción
y otras normativas aprobadas en los últimos años. Hasta la revolucionaria
Venezuela está planteando en la actualidad un pacto con el mismo sector
empresarial que desestabiliza al país, con el fin de intentar superar, hasta
ahora con escaso éxito, el modelo rentista y especulativo heredado de la época
neoliberal y basado sobre actividades no productivas.
A ti se te considera parte de la tendencia
pachamamista en América Latina. ¿Tiene sentido realmente plantearse un crítica
existencial al desarrollo desde los países de la periferia?
No
me considero pachamamista aunque no eres la primera persona que me dice eso. Personalmente
estoy fuera del debate académico sobre el sumak
kawsay y los diferentes significados que adquiere en función de cada
académico que aborda este tema. Mi formación política es marxista, para mi la
ciencia y la tecnología son elementos que deben conllevar una carga
emancipadora para el ser humano, tanto en el ámbito de la des-alienación
subjetiva, es decir, el estado mental de las personas, como en el ámbito de la
des-alienación objetiva, en lo referente a la supeditación del ser humano al
mundo del trabajo. ¿Te imaginas que la robótica permitiera que nos liberáramos
en gran medida de las ocho horas trabajo establecidas por ley? ¿No ves al ciberespacio
como un espacio en disputa en el cual aparecen posibilidades para la
democratización de la política y una plataforma de nuevas voces emergentes
contra la dominación global del 1%? Pero para llegar a eso hay que disputarse
el sentido del empleo de la técnica, lo contrario sería caer en aquello que
Herbert Marcuse ya definió en su día cuando habló de la sociedad tecnológica
como un nuevo sistema de dominación.
Ahora
bien, si cuestiono las lógicas desarrollistas desde dos perspectivas básicas. Por
un lado, varias de nuestras constituciones contemplan la combinación de varias
formas de organización económica como son la pública, la privada, la mixta y la
popular. Sin embargo, en la práctica se demuestra que estos países no pueden
desarrollarse, tal y como enfocan su modelo de desarrollo, sin el rol dominante
en sus economías de las transnacionales y las grandes empresas, lo cual impide
el protagonismo económico de las mayorías empobrecidas. Por otro, el modelo
tradicional del desarrollo tal y como se ha concebido desde la visión más
clásica no termina de superarse a pesar del pretendido discurso alternativo que
se emite desde estos gobiernos y sus ideólogos. Mientras el presidente Correa
dice que sacará hasta la última gota de petróleo y minerales del subsuelo en
aras al desarrollo del país y el combate a la pobreza, Bolivia ya registra un
índice de agotamiento de recursos naturales del 12,3% del Ingreso Nacional
Bruto, el doble del promedio regional, con sus correspondientes indicadores de
destrucción medio ambiental.
El
ejemplo más evidente de esta especie de “realidad virtual” son los
referenciales discursos ecuatorianos enarbolados o bien por el presidente
Correa o sus delegaciones en foros internacionales, donde a través del ilusionismo
político se dibuja un país modélico que respecta los derechos de la naturaleza.
Sin embargo, la realidad es otra. En el Parque Nacional Yasuní, referente del
discurso correísta en los primeros seis años de gobierno y más allá de las
obras que actualmente se están realizando para la extracción de crudo del ITT,
hay más de 30 pozos productivos. La actividad petrolera y el avance de la
frontera agrícola, hacen del Ecuador uno de los país con mayores porcentajes de
deforestación de Suramérica con una pérdida anual de 1,8% de bosque primario
según indicadores de la FAO.
Entiendo
que por cuestionar todo esto, tener criterio ambiental y advertir sobre
los irreversibles impactos derivados del cambio climático en la región, recomendando
cambios inmediatos en las lógicas reprimarizadoras que se dan en el
subcontinente, algún avezado académico legitimador de las políticas de estos
gobiernos me habrá definido como pachamamista.
Una última pregunta respecto a esto. ¿No te
parece que Ecuador es un ejemplo a seguir por sus políticas dirigidas al cambio
de matriz productiva?
Más
allá de la matriz extractivista heredada desde los tiempos de la colonia, la
economía ecuatoriana está hiperconcentrada y poco o nada se ha hecho al
respecto hasta este momento.
A
través del cambio de matriz productiva el gobierno del Ecuador busca transformar
el modelo productivo existente en el país, agregándole mayor valor a sus
productos y generando un esquema basado en la sustitución de importaciones y el
encadenamiento productivo, el cual debe permitir la dinamización de los
sectores y productos económicos considerados estratégicamente por la Secretaría
de Planificación y Desarrollo.
Como
verás, el discurso es bonito y la necesidad se cae por su propio peso. Sin
embargo, sorprende que este tipo de planificación se haya realizado sin contar
con una matriz insumo-producto, herramienta que permite caracterizar la demanda
y la oferta que cada sector productivo hace a los demás, lo que a su vez
permite planificar los sistemas de encadenamiento productivo, conociendo que actividades
son expansivas en mano de obra y cuales lo son en capital. De igual manera, se
hace la planificación para el sector agropecuario con los datos de un censo
elaborado en 1999 y carente de actualización, todo ello en un país con un
exagerado coeficiente de desigualdad en el acceso a la tierra. Existen a su vez
inconsecuencias tales como el hecho de que mientras se habla de revolución
agraria, la realidad es que el país carece de un mapa de uso de tierras y del
impacto que sobre estas está generando el cambio climático. También se carece
de información sobre la dinámica interrelacional de los territorios, lo que no le
permite a la burocracia planificadora saber cual es el impacto en el territorio
de al lado de donde realiza una inversión.
En
fin, si bien toda esta dinámica viene heredada por la falta de un sistema de información adecuado por parte del Estado para poder planificar dado que en el modelo neoliberal el Estado había quedado reducido a su mínima expresión, como verás, tras casi ocho años de gobierno autodenominado socialista, siguen faltando un sinfín de herramientas para afrontar de forma adecuada los retos que el propio Estado se plantea para el futuro inmediato. Si Ecuador es un ejemplo de cambio de matriz productiva para América Latina, eso debe ser más por su voluntad de transformación que por una adecuada preparación para afrontarlo.
En todo caso queda sobre la mesa ese debate propio de las películas de los hermanos Marx de como es eso de superar el modelo extractivista camino a una sociedad post-extractivista profundizando cada día más el extractivismo como modelo de acumulación por parte del Estado...
En todo caso queda sobre la mesa ese debate propio de las películas de los hermanos Marx de como es eso de superar el modelo extractivista camino a una sociedad post-extractivista profundizando cada día más el extractivismo como modelo de acumulación por parte del Estado...