viernes, 15 de septiembre de 2017

Raúl Zibechi: “La izquierda reacciona de forma ideológica sin aportar nada relevante”

Entrevista realizada por Decio Machado a Raúl Zibechi / Revista Grietas

A un año de las próximas elecciones presidenciales en Brasil, con el actual presidente Michel Temer en la cuerda floja y el establishment político muy deslegitimado socialmente, ¿cuál es el escenario electoral brasileño tras la condena de Lula da Silva?

Me parece un escenario totalmente imprevisible. No sólo Lula está acusado y puede ser sacado de la contienda electoral sino también Aecio Neves, uno de los más importantes dirigentes del PSDB, el partido que siempre se presenta como alternativa al PT.

Lo que sucede en Brasil es que estamos ante el fin de un ciclo mucho más extenso que el ciclo progresista, y que afecta a la democracia pos dictadura y a la Constitución de 1988, o sea todo el entramado legal creado para la nueva democracia. El gran problema es que se sabe que el sistema no funciona pero no hay la menor claridad de qué debe sustituir a lo actual.

En este escenario las elecciones de 2018 son un tema menor. Si no compite Lula, puede ganar cualquiera. Pero si compite, también puede suceder lo mismo porque Lula tiene mucho apoyo pero también mucho rechazo. En mi opinión, no habría que despreciar la candidatura de Marina Silva ni la de Ciro Gomes, ya que ambos pueden beneficiarse de la ausencia de Lula. La primera porque viene del PT aunque este partido la haya atacado muy duramente en el pasado reciente. Gomes puede ser indicado por Lula como su candidato preferido pro cercanía política.

En la sentencia del juez Sergio Moro se indica que Lula participó conscientemente del esquema criminal e inclusive tenía consciencia de que los directores de Petrobras utilizaban sus cargos para recibir ventajas indebidas en favor de agentes políticos y partidos políticos. ¿Cuál es tu opinión sobre estas complicidades entre la función pública, la política institucional y las empresas públicas y privadas en Brasil bajo un gobierno referencial del llamado ciclo progresista?

Hay una evidente relación entre empresas privadas y política ya que financian las campañas de todos los partidos. El problema es que consideran ese apoyo como una inversión que les retorna luego mediante la concesión de obra pública, por eso las constructoras son las más beneficiadas.

Se calcula que por cada real que invierten en campañas electorales les retornan siete, o sea es una “inversión” muy lucrativa, propia de un período de acumulación por despojo. En realidad, la relación empresas-Estado forma parte de esa lógica de acumular robando, despojando a la población.

Lula no tuvo la menor intención de reformar este sistema corrupto, sino que se montó encima y lo cabalgó hasta que la justicia empezó a actuar. Muchos analistas brasileños creen que la operación Lava Jato es necesaria, más allá de cómo está siendo conducida, porque debe limpiarse todo ese mundillo de corrupción. En algunos países, como Uruguay, el Estado financia las campañas aportando dinero según los votos recibidos, lo que no impide que haya aportes privados pero deben ser muy transparentes y no superar ciertos límites.

Durante este proceso judicial el juez Sergio Moro llegó a decirle a Lula "no importa cuan alto esté usted, la Ley siempre estará por encima de usted". Sin embargo sobre Moro recae la sospecha de que sus sentencias suelen tener fuertes connotaciones políticas, lo que motiva que aproximadamente la mitad de estas posteriormente no sean ratificadas por las instancias judiciales superiores. ¿Crees que este proceso contra Lula se enmarca en la independencia del Poder Judicial respecto al Ejecutivo o existen intereses políticos a nivel nacional y global que han condicionado dicha sentencia?

Es posible que algunos jueces como Moro estén utilizando la corrupción contra Lula. No lo tengo claro y carezco de las informaciones imprescindibles para hacer una valoración seria. Pero acuerdo con Guiseppe Cocco en el sentido de que la izquierda reacciona de forma ideológica sin aportar nada relevante, diciendo que todo lo que la perjudica es una maniobra de la derecha o del imperialismo, lo que coloca el debate en un nivel demasiado bajo.

Aún sin descartar que algunos jueces utilicen la operación Lava Jato contra Lula, me llama mucho la atención de que no se alzan las voces cuando se procesa a Marcelo Odebrecht, a políticos bien importantes en Brasil o a dirigentes del PT, y el gran lío se arma cuando le caen a Lula. Es como si hubiera una línea roja que no se puede pasar, lo que es poco consistente. No alzaron la voz cuando el condenado fue nada menos que José Dirceu. No reconocen la corrupción cuando hay más de 140 condenados. Y resulta evidente que para Brasil el ataque  Odebrecht es mucho más demoledor que el ataque a Lula, porque es la empresa que controla los proyectos militares decisivos para la independencia nacional, como el submarino nuclear.

Si esta sentencia es ratificada en segunda instancia y por lo tanto Lula inhabilitado para presentarse como candidato del PT en los comicios presidenciales de octubre del 2018, ¿consideras que puede haber un efecto dominó en Argentina y Ecuador donde sus ex mandatarios progresistas también están éticamente cuestionados?

No creo. En Argentina se juegan otras cosas y en Ecuador la cuestión central es la alianza con China. En el caso de Brasil, la cuestión de PT ni siquiera me parece relevante desde el punto de vista de la región y de los intereses de Estados Unidos. Lo central es el proyecto de crear un complejo industrial-militar autónomo, con acuerdos tecnológicos con países europeos como Francia y Suecia, y abierto a la cooperación con Rusia. Ese sí es un problema mayor para la dominación imperialista en su patio trasero, mucho más grave que cualquier política económica o el tan manido combate a la pobreza que no molesta en absoluto ni al imperio ni a la derecha.

¿Cuál es el impacto político y económico de la crisis brasileña sobre la Región?

Tremendo. Los proyectos de integración ligados a la UNASUR, como el COSIPLAN centrado en las obras de infraestructura, o el Consejo Suramericano de Defensa, fueron pergeñados por Brasil y no pueden seguir adelante sin el empuje de ese país. Se trata de los dos proyectos más importantes desde el punto de vista estratégico. Uno consigue armar una red de infraestructuras que interconecta todos los países pero sobre todo el Atlántico y el Pacífico, lo que es decisivo para el comercio internacional con China.

El proyecto de integración militar, que apenas consiguió avanzar unos milímetros, era la base material de la integración ya que estaba destinado a darle forma a un defensa continental sudamericana que evidentemente ponía en aprietos al Pentágono.

Dentro de este esquema la alianza Brasil-Argentina conseguía la masa critica necesaria para viabilizar todo el proceso de integración. Pero cuando todo el proyecto se pincha, o sea a raíz de las derrotas del progresismo, ya la integración estaba estancada por contradicciones insalvables, en particular por la ambición brasileña de diseñar la región en función de sus intereses nacionales estrechos.

En este momento de decadencia del llamado ciclo progresista en el subcontinente, ¿cómo visualizas el futuro político inmediato de la Región?

La región va a la deriva y además muy fragmentada. Se han roto los más elementales consensos y cada sub región marcha por su lado. En este clima hay quienes negocian tratados con la Unión Europea, como el Mercosur, mientras la Alianza del Pacífico tiene cada vez menos interés por la nueva política de la Casa Blanca. Además surge una fractura en la región entre los países más volcados hacia China, como sugiere Oscar Ugarteche, y los más volcados hacia Estados Unidos. Esta es una cuestión material y estructural, no ideológica, que las izquierdas no consiguen comprender.

Veamos el caso de Macri. Es un presidente de derecha, muy ligado a Washington, pero sin embargo renovó y profundizó los lazos con China que se apresta a financiar incluso centrales nucleares. En Beijing, Macri propuso que Argentina deje de ser granero del mundo para convertirse en supermercado del mundo y agregarle de ese modo valor a las materias primas. Es una política que no podría nunca encarar con Estados Unidos o la Unión Europea, más allá de que sea o no realista y sincera la propuesta.

Tras un ciclo de luchas populares comprendido entre 1989 y 2006 que conllevó la caída de diez presidentes en diferentes países de América Latina y que permitió el acumulado para el posterior triunfo electoral de los partidos que han comandado este período de ciclo progresista en la Región ¿Cómo ves hoy la capacidad de movilización de los movimientos sociales regionales, sus potencialidades y sus crisis internas?

Los movimientos están ante una encrucijada, al igual que las izquierdas. Por un lado se han debilitado, en gran medida por las propias políticas de los gobiernos progresistas que lanzaron políticas sociales que afectan a las bases sociales de los movimientos. Pero lo fundamental es que han formado parte hasta ahora del entramado político-ideológico de las izquierdas, al punto que en algún momento se hablaba de la izquierda social (los movimientos) y la izquierda política (los partidos).

Esto ya es así, aunque aún son muchos los militantes que lo piensan de esa manera, ni qué hablar de los intelectuales que siempre van detrás de los procesos y los entienden luego de que se han consolidado las tendencias. La cuestión es que si los movimientos pretenden sobrevivir y jugar un papel activo en los cambios en curso, que no dominan ni ellos ni los partidos, deberán emanciparse de la tutela “política”, lo que supone un hondo viraje que coloque las cosas en su lugar: los partidos son parte de las instituciones y del entramado estatal, mientras los movimientos son los sujetos de los cambios si consiguen interpretar a las sociedades que se mueven.

El paradigma de esta realidad es Brasil, donde en la década de 1970 y comienzos de los 80 surgen casi al mismo tiempo el PT, la CUT y el MST. En los hechos, el PT y dirigentes como Lula jugaron un papel de tutela del conjunto, de esa santísima trinidad partido-movimiento-Estado, sin que nadie la cuestione. En mi opinión, si movimientos muy valiosos como el MST no consiguen emanciparse del PT, terminarán arrastrados por su debacle ética, primero, y política, después. Ya estamos de lleno en la parte final de la segunda fase que es la desarticulación del PT como actor político con alguna influencia en la sociedad. Por eso deben salirse de esa santa alianza, algo que parece no están dispuestos a hacer. Sería muy penoso que lo hicieran después de que Lula esté preso y no pueda ser candidato, lo que llevaría al PT a convertirse en un enano político. En ese caso, jugarán el papel de víctimas que es el preferido de las izquierdas y los movimientos cuando los atenaza la impotencia.


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