Los sistemas de vigilancia desplegados en la parte californiana de la frontera de EE UU han desplazado las rutas de los mojados a zonas desérticas más peligrosas.
Desde 1994 en la frontera entre EE UU y México han muerto 4.235 personas. Según un informe de la Fundación Asistencia Legal de California (FALC), sólo durante el año pasado el número de fallecimientos oficial fue de 485, y en el primer trimestre de 2007, las víctimas mortales alcanzaban ya las 91 personas (ver cuadro). Pero para Arnoldo García, director de la Red Nacional para los Derechos de Inmigrantes y Refugiados, con sede en Oakland (EE UU), las cifras no son fiables, pues sólo se cuentan los cadáveres aparecidos. “La cifra de muertos debe ser cuatro veces mayor, porque creemos que por cada muerte hay otros diez migrantes desaparecidos, de los cuales sus familias nunca supieron cuál fue su destino”.
El primero de octubre de 1994, el Servicio de Inmigración y de Naturalización de los EE UU puso en marcha el Operativo Guardián (Operation Gatekeeper) en la frontera entre San Ysidro y Tijuana. El objetivo: “Asegurar y proteger la frontera de los EE UU por medio de la prevención de entradas ilegales al país y de la detección y arresto de las personas sin documentos migratorios, de los contrabandistas y de toda persona que viole las leyes”. Ello ha significado una aguda militarización de la frontera entre México y el Estado de California, que ha sido tomada por miles de agentes de la Patrulla Fronteriza (Border Patrol).
Este sistema sirvió de modelo en otras zonas fronterizas del territorio, como el programa Hold the Line en Texas o Safeguard en Arizona. Pero si algo caracteriza al Operativo Guardián son sus dramáticas consecuencias en materia de DD HH y las miles de muertes que deja en la frontera. Al primer muro -que se construyó gracias al excedente de la Guerra del Golfo de 1991- se le ha añadido otro segundo de pilares metálicos infranqueables, que disponen de las tecnologías más avanzadas: detectores con luces infrarrojas o de calor humano y cámaras múltiples auxilian a las patrullas desplegadas las 24 horas del día.
Cada día, en la ‘línea’ entre San Ysidro y Tijuana, 40.000 mexicanos van a trabajar a San Diego, y miles de residentes de San Diego cruzan del otro lado para trabajar en las maquilas tijuanenses. Estos flujos económicos y humanos que integran a las dos ciudades revelan lo anacrónico del Operativo Guardián. Mientras la frontera económica desaparece, se levantan barreras insalvables a la libre circulación de las personas. “El Operativo Guardián es el responsable de que se haya provocado un desplazamiento de los flujos migratorios hacia las zonas desérticas de Texas o Arizona. Los migrantes ahora intentan cruzar en zonas áridas, donde miles han fallecido de deshidratación, de hipotermia o de accidentes en los cañones”, denuncia Christian Ramírez, de American Friends Service Committee.
La obsesión por el control de los flujos migratorios ha dado también pie a la aparición de “grupos de defensa civil de la patria”, principalmente en las zonas fronterizas de Arizona. Estos grupos paramilitares de ‘vigilantes’, como los Homeland Defense’s Volunteers o los Minuteman, están armados para detener a los migrantes en la zona fronteriza. Recientemente la estadounidense ‘guerra global contra el terrorismo’ ha venido a dar nuevas justificaciones a la actuación de estas milicias que cazan migrantes haciendo arrestos de perfil racial (Ver DIAGONAL nº 32). Para Óscar Escalada Hernández, director de la Casa MICA de Menores Migrantes, la cosa está clara: “Los éxitos del Gobierno estadounidense con su Operativo Guardián para nosotros significan luto, el luto de miles de familias”.
Sin embargo, el flujo migratorio es imparable. Los hispanos tienen una presencia cada vez mayor en EE UU, hasta tal punto que ya conforman el 12,5% de la población estadounidense. Es decir, que de cada 10 residentes en EE UU más de uno es hispano. Se estima que en los EE UU hay ya un millón de hondureños, dos de guatemaltecos y tres de salvadoreños. El caso de México es especial: se calcula que hay 30 millones de mexicanos viviendo en los EE UU, de ellos 12 millones son nacidos en México y los otros 18 son descendientes.
Fuente: Publicado en periódico Diagonal nº 57, 21 de junio del 2007
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